Ya es de día, me pasé
la noche entera pensando en aquel emotivo momento. “Gracias mamá”
suspiré. Abrí los ojos de nuevo y me di cuenta que mi cuarto no era
normal. Las ventanas se encontraban cerradas con tablones de madera,
todo estaba en penumbra qué es ésto? Me senté en la cama asombrado
por la escena. Las paredes, el techo, el suelo todo estaba empapelado
de madera, no entraba la luz del sol. La obscuridad había cubierto
todo mi dormitorio. Una tenue luz salía del suelo, la calor se
estaba adueñando de la habitación. Dónde estoy? Me preguntaba
repetidamente. Algo extraño ocurría sentí un escalofrío recorrer
toda la columna vertebral, era esa extraña sensación otra vez.
Quién eres? pregunté dejando la pregunta caer. No sabía donde
estaba pero tenía la certeza de que podría haber alguna respuesta.
Cerré los ojos y volví
a rezar, tenía miedo pues noté en mi oído un aliento aterrador,
éste recorrió todo mi cuerpo semidesnudo. Unas manos rozaron mis
hombros, mi piel se erizaba del frío que desprendían aquellas
gélidas manos.
-Quién eres? Pregunté
con tono impotente.
-Pronto sabrás quién
soy,- respondió.
Sus uñas fueron clavadas
en mi costado, sentí como iban penetrando poco a poco dentro de mi
ser, sentía como los dedos atravesaban las costillas y la sangre se
iba derramando poco a poco por todo mi pecho, comencé a gritar y a
retorcerme del dolor. Mery y tía Dorothy entraron en mi habitación
corriendo asustadas al escuchar mis gritos aterradores.
-Qué pasa, Qué pasa?
Preguntaban al unísono.
Llorando de la impotencia
respondí. -Ha sido horrible, horrible, tengo miedo. Esas voces esas
manos todo! Miren lo que me hizo.
Le mostré mi pecho y no
había nada, miré a toda la habitación y todo había desaparecido.
Mery me dijo aterrada:
-tendremos que ir al médico, ésto que te ocurre no es normal
tendrás que ser tratado por un especialista afirmó mirando a su
tía.
Tía Dorothy me dijo que
me calmase pues ella estaba aquí para ayudarme.
-Báñate y relájate
iremos al hospital a ver a Edgar, me dijo.
Eso hice, me levanté y
comencé a caminar hacia mi cuarto de baño. Terminé de desnudarme y
comencé a mirarme el cuerpo en el espejo.
-Cómo es posible que
hayan desaparecido las heridas? No me lo creía, me volveré loco,
loco, loco!! comencé a pegar puñetazos en el espejo y acabé
rompiéndolo en pedazos haciendo sangrar mis manos. Al apartarme del
espejo me metí en la bañera y en el espejo quedó reflejado la
imagen de aquel extraño ser.
-Ya estoy listo, dije al
bajar las escaleras.
-Hay que darse prisa,
dijeron, en el tiempo que se avecinaba una gran tormenta dijo tía
Dorothy.
Salimos en dirección al hospital y nos dimos cuenta que era tarde para las visitas cabizbajos volvimos a dar marcha atrás, las nubes comenzaban a unirse en aquel cielo gris. Aprovechamos para ir a comprar las cosas para la cena, últimamente los días cada vez eran más cortos, a las 4 de la tarde ya estaba atardeciendo.
Una vez en casa
comenzamos a preparar la cena los tres, yo me encargaba de preparar
las ensaladas y de decorar la mesa. Mery preparaba los cocktail y tía
Dorothy sus exquisitas croquetas de pollo.
El invierno llegó a
Nimsville, acompañado de una espesa y fría niebla comienza a nevar
fuertemente. La tormenta había llegado a Nimsville en cuestión de
pocas horas.
Un viento gélido heló
todas las calles del poblado, los árboles, el gran lago de cristal..
toda la vida había quedado pétrica.
A lo lejos de entre la
espesa niebla, los árboles de la avenida y la nieve una sombra
apareció, ésta sombra vagaba por las calles portaba una capa con
capucha que le tapaba el rostro y le cubría de aquella gélida
tormenta de nieve. Caminaba cansado, arañado por las bestias del
bosque, muerto de hambre y sin fuerzas cayó ante la puerta de casa.
Mientras cenábamos al
unísono de nuestro brindis, un tremendo trueno nos acompañó al
compás del portazo de la puerta.
Asombrados los tres por
aquel tremendo portazo nos levantamos a la vez para ver quién había
pegado. Al abrir la puerta un viento helador penetró por el dintel
de la puerta y un cuerpo hallamos tirado en la alfombrilla de la
entrada. El viento nos apagó las velas del comedor y del pasillo
haciéndonos caer en la penumbra.
Me agaché lo ayudé a
levantarse y lo llevé al comedor. Tía Dorothy le preparó una sopa
caliente para que entrase en calor, Mery fue a buscar el termómetro
para tomar su temperatura y yo lo estuve desvistiendo y ayudándolo a
vestirse con una muda nueva para que se secase de la nieve y entrara
en calor con la chimenea y la ropa seca.
-Quién eres? Preguntamos
los tres a la vez.
-Mi nombre es Uriel
Lunansk más conocido como Uriel el caballero de la noche.
- Bien señor Uriel, qué le hizo llegar hasta aquí. Dijo tía Dorothy.
- Tengo noticias que dar a Víctor Lucksim. ¿Podrían facilitarme su dirección por favor?
-Yo soy Víctor Lucksim.
¿Qué necesita de mí?, ¿Qué tipo de noticia es la que me vienes a
traer? Le dije.
En ese momento Uriel, se
levantó y se arrodilló ante mi.
-Oh señor Víctor no
sabes cuánto he deseado poder estar ante usted.
-¿¡Qué haces!?,
¡levántate!. No ves que soy un chico pobre, no soy nadie
importante.
-¿Cómo osas decir que
no eres importante? ¿Acaso no sabes quien sois mi señor?
Tía Dorothy se marchó
hacia su habitación para preparar las maletas, la visita de Uriel no
le agradó nada. Mery junto conmigo nos quedamos sorprendidos con
aquel chico.
-¿Quién soy?, ¿Insinúas
que me conoces? Le dije.
- Sois el elegido mi señor, vengo de tierras lejanas. He vivido muy cerca de ti, a pesar de no estar a tu lado, te conozco como si fuera parte de ti.
Aquellas palabras me
llegaron muy a dentro, sintiendo como cada palabra que salía de sus
adentros era un palpito de mi corazón.
No podía dejar de
mirarle a los ojos, eran hermosos, azules como el zafiro. Su mirada
escondía algo, tenía mirada hipnotizante magnética. Esos labios
carnosos, esa sonrisa, esos dientes blancos y en perfecto estado. Era
todo perfecto, su rostro se encontraba en perfecta armonía. ¿Quién
era aquel chico?, no dejaba de preguntarme.
Tía Dorothy dijo que iba
siendo hora de acostarse, así pues dejamos el tema a medio hablar y
nos fuimos cada uno a nuestras habitaciones. Uriel durmió en mi
habitación en un sofá cama que tenía junto a la ventana.
No daban las tres de la
madrugada cuando de pronto el “ring ring” del teléfono nos
despertó a todos en casa. ¿Qué pasa? Es el teléfono afirmó tía
Dorothy desde la puerta de la habitación de Edgar. Cógelo insisitó
Uriel a Mery. Rápido Mery le dije. Agarró el teléfono y dijo:
¿Quién es? Un silencio frío erizó la piel de Mery.
-¿Hola? ¿hay alguien?,
¿Quién es? Volvió a repetir.
El silencio de la noche
hizo cortar la llamada.
-¿Quién era?
preguntamos todos.
-Nadie.. respondió
fríamente.
“ring ring” el
teléfono volvió a sonar y Mery lo volvió a coger.
-¿Hola? ¿Quién es?
- Hola, le llamamos del hospital de Santa Catherine el hospital de Equínia ha sido evacuado debido a un gran incendio. Aún no sabemos las causas, pero Edgar está a salvo, lo trasladamos junto con los demás enfermos hacia éste otro hospital.
Mery al colgar el
teléfono, vimos como derramaba lágrimas.
-Qué te pasa? Pregunté.
- El.. el.. hosp.. hospital.. ha sido evacuado debido a un incendio. Aún no saben las causas del accidente. Edgar ha sido trasladado al hospital de santa Catherine
Al oír a Mery decir esas
palabras comencé a llorar yo también.
No dio tiempo a vestirnos
cuando ya estábamos cogiendo las cosas para irnos al hospital para
ver cómo estaba Edgar.
Al llegar al hospital, la
escena fue terrorífica, las llamaradas salían disparadas de las
ventanas, de entre el fuego podía ver unas sombras espeluznantes. La
luna azul en el cielo estaba menguando.
Los doctores nos dijeron
que Edgar no había mejorado nada, que había caído en coma.
El lugar estaba lleno de
ambulancias trasladando a los enfermos y heridos al hospital del
pueblo de al lado. Yo no dejaba de mirar hacia el fuego, algo había
allí, pero no sabía el qué. No dejaba de escuchar voces gritando,
pensaba que era mi imaginación pero no podían ser tan reales.
Empecé a desplazarme del
grupo, me sentía como atraído hacia aquel fuego. Uriel me vio y
salió tras de mí.
- Mi señor no vayas al fuego, ten cuidado, aléjate pues te está poniendo a prueba.
- Quién me está poniendo a prueba?
En ese momento Uriel y yo
fuimos absorbidos como por arte de magia hacia el interior del
hospital.
-¿Qué? ¿Cómo? Me
preguntaba. ¿Qué estamos haciendo aquí dentro?.
- Mi señor, te lo dije... te quieren poner a prueba, la obscuridad quiere destruirte.
- Por qué me hablas así? Por qué me quiere la obscuridad?
- La luz y la obscuridad lleva siglos luchando y tú eres el elegido para acabar con ello. Naciste bajo el influjo de la luna de los dioses del mar.
- No me entero de nada, lo siento. Es todo tan difícil entender para mí. Todo me está viniendo en grande. Son muchas cosas las que están ocurriendo en poco tiempo y mi cabeza no está preparada para tantos acontecimientos en tan poco tiempo.
- Tranquilo Víctor, perdóname por hablarte de éstas maneras. Te tengo mucho cariño no más. Hemos crecido juntos pero separados por nuestras familias. Yo te he estado vigilando desde que eras un bebé y siempre te he protegido de todo lo que ha intentado hacerte daño. Tengo muchas respuestas a muchas de las preguntas que te están rondando por la cabeza. Pero éste no es el momento para hablar. Tenemos que huir de aquí, tienes poderes debes de confiar en ti para que podamos salir.
- Poderes? Confiar en mí? Cómo puedo usar esos poderes?
- Cierra los ojos, escucha tus latidos. Siente esa fuerza que tienes dentro de ti. Espera.. tengo que entregarte algo, que te pertenece. Se llama la hidrópetra es una gema que pertenece a tu familia.
- Si pertenece a mi familia cómo es que la tienes tú? y.. ¿Qué es la hidrópetra?, ¿Para qué sirve? ¿cómo se utiliza?
- Tú póntela es un colgante, una gema que ha estado en tu familia durante muchos siglos. Lo que pasa es que se pasa de generación en generación y yo soy parte de ti, pero tú no lo has aceptado aún por eso la tengo yo.
- ¿Parte de mí?
- Sí.. cierra los ojos, escucha los latidos de tu corazón y podrás encontrarte contigo.
En ese momento estaba
asustado, cerré los ojos, apreté fuertemente la hidrópetra que me
entregó y pude sentir las olas del mar chocando contra las rocas.
-¿Qué me está pasando?
De pronto... me siento lleno de vida, siento vida en mi ser.
Un grito aterrador salió
de mis adentros y de mis manos sentía como el frío hielo iba
naciendo en mi interior. Abrí los ojos y mis ojos iban congelando
todo lo que veía en mi paso.
-Bien, Víctor vamos
mejorando. Me decía.
-Qué es ésto? No
entiendo nada. Le decía confundido.
De
interior de la puerta del final del pasillo emergió una sombra negra
con un espeso humo negro como el azabache. Era esa sombra otra vez,
su mirada roja sangre y la frialdad que desprendía corría por aquel
pasillo. Su pelo era rizado y largo, sus manos finas presentaban una
cierta madurez, su rostro era frío como el hielo, una mirada
aterradora, unos labios seductores, con una dentadura como los
antiguos vampiros que solían aparecer en las terroríficas historias
de miedo que nos solían contar en aquel orfanato. Era ella, la mujer
que atormentaba mi infancia en las obscuras noches de pesadillas.
¿Qué estaba haciendo aquí? Me preguntaba. Su mirada me hacia
sentir pequeño ante el mundo. Tenía miedo, en ese momento sentí el
calor de unas manos rozar las mías, eran de él, Uriel me agarró
fuerte y me dijo con esa dulzura. -Tranquilo pequeño, no tengas
miedo. Estoy aquí para ayudarte. No pienso dejar que te ocurra nada.
Entonces
supe que no estaba solo ante el peligro y la confianza aumentó en mi
interior.
-Gracias,
le dije acompañado de un cálido beso en la mejilla.
Aquel
momento me hizo llenarme de esa fuerza y comencé a caminar hacia la
sombra.
-No
te tengo miedo, y pienso luchar contra ti y contra quién haga falta.
La
sombra me miraba fijamente a los ojos y reía al escuchar mis
palabras. Levantó el brazo y me agarró del cuello tan fuerte que
sentía como si me faltase el aire. Pude sentir que volaba pues el
suelo no lo tocaba, me levantó tan alto que su mirada se perdía en
el infinito. En ese momento me desmayé y me tiró contra el suelo.
-¡Víctor
no!
Uriel
comenzó a gritar y a pedir ayuda. El pasillo volvió a arder en
llamas, y el techo se desplomaba poco a poco. La mujer desapareció y
allí nos quedamos los dos, entre llamas y humo. Los bomberos
entraron a dentro para rescatarnos y en ese momento supe quién era
esa sombra que yo veía desde fuera. Éramos nosotros en otro tiempo.
-¿Qué
estaba ocurriendo? me decía en aquel sueño.
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