Me
encontraba asustado por lo que podría pasar si descubrieran que
estaba detrás de la puerta, mi respiración marcaba los latidos de
mi corazón. El sudor era frío y la tensión que había en aquel
momento describía mi palidez aterradora.
-¿Víctor?
¿Dónde estás? Decía esa voz.
-Perdona,
no debí pasar sin tu permiso, dije saliendo cabizbajo de detrás de
la puerta. ¿Qué estás haciendo tú aquí?
-He
venido a buscarla para hablar con ella.
-¿Cómo
has adivinado que era yo?
-Víctor,
tu aroma es único y lo reconocería a mil años luz de distancia.
-Será
mejor que me vaya de aquí no quiero tener problemas con Dafne.
-¿Qué
estabas haciendo tú aquí? y.. ¿Por qué estabas detrás de la
puerta?
-¿Yo
nada? Sólo daba un paseo..
-¿Un
paseo? ¿Te piensas que soy tonto no?
Me
marché corriendo avergonzado por lo ocurrido, mientras corría por
el pasillo me topé con Dafne y caímos al suelo. En ese momento
Uriel nos vio a los dos tirados uno encima de la otra en aquel
pasillo.
-Perfecto,
lo que me faltaba por ver, ¿no tenéis otro sitio para intimar?
Me
levanté y me marché llorando a mi camarote.
-¿Qué
te está pasando Uriel?
-¡Cállate
puta!
-¡Un
respeto!
Dafne
se levantó y le agarró del cuello empujándolo contra la pared,
mientras lo miraba fijamente a los ojos le decía:
-¡Vuelve
a hacerle algo al joven Víctor y te las verás conmigo! ¿Entiendes?
Su
mano comenzó a bajar por su pecho acabando en su entre pierna,
agarró su miembro y lo apretó fuerte mientras volvía a decir:
-Te
lo juro, aléjate de él, si no quieres que haga algo que acabarías
pidiendo tu propia muerte. ¡Te enteras!
Uriel
mientras se retorcía en el dolor la empujó tirándola al suelo.
-No
te tengo miedo, eres un ser despreciable.
Dafne
comenzó a encontrarse débil y salió huyendo al camarote. Yo me
quedé dormido entre tanta lágrima.
Dafne
mientras se miraba en el espejo comenzó a notar como su belleza iba
disminuyendo, el pelo comenzaba a aclararse, su cara presentaba
rasgos más maduros, sus manos y su cuerpo empezaban a arrugarse.
-¡No
es posible! Tengo que buscar la solución, un momento ¿Qué es éste
olor? Espero equivocarme, no creo que Víctor.. Tengo que hacer algo
rápido no puedo aguantar que me vean en éste estado.
Pasadas
varias horas, el capitán Mondragón retomó rumbo hacia la otra isla
aprovechando que el mar se había calmado. Uriel iba camino de proa
cuando se desmayó cayendo de boca contra el suelo. El capitán
Mondragón bajó corriendo a ver cómo estaba y se dio cuenta que una
fiebre comenzó a brotarle por todo el cuerpo.
-¡No
es posible! Espero que no sea lo que creo que es. Decía asustado.
Salió
corriendo a la cocina a prepararle un jarabe de mucosas con algas
Nori y Gelidium. Elaboró el jarabe y bajó corriendo para que Uriel
se lo tomase, debido a su fuerte caída perdió el conocimiento y no
tuvo más remedio que inyectársela directamente en vena con unas
jeringas que había en el maletín de urgencias. La fiebre le bajó,
pero las marcas seguían inflamadas y con tonos púrpura.
Asustado
se levantó lo llevó corriendo hacia su camarote y nos llamó
alterados.
-¡Pequeños,
venid rápido!
Al
oír aquellas voces aterradoras me levanté corriendo y fui a donde
estaba el capitán. Ahí pude ver a Uriel tendido en la cama, tenía
el pecho descubierto y unas marcas por todo el costado. Al ver
aquella imagen se me vino a la cabeza la imagen de Edgar y comencé a
llorar. Dafne llegó al camarote con la cara tapada por un pañuelo.
-¿Qué
ha pasado? Preguntó asustada.
-El
joven Uriel me temo que ha sido infectado por el virus del polvo
espejo. Decía el capitán con miedo.
-Mi
capitán qué puede provocar éste polvo.
-Mi
pequeño calamar, éste polvo es capaz de mutar tu cuerpo.
-¿Mutar?
¡qué dices eso suena muy paranormal!
-Pequeño,
no digas tonterías. No es como te piensas, éste polvo lo que hace
es aumentar el tamaño de tus células y envejecer con más rapidez.
Primero te sube la fiebre, luego te comienzan a brotar burbujas rojas
por todo tu cuerpo, haciéndote perder el conocimiento. Incluso te
puede afectar al cerebro haciéndote actuar con comportamientos de
rabia.
-¿Le
has dado algo para bajarle los síntomas? Preguntó Dafne interesada.
-Sí,
le he preparado un jarabe de mucosas con algas marinas. Pero no ha
servido de mucho. Tengo que conseguir la flor Asclephyas y la
Orquídea de sangre.
-¿Para
qué sirven esas flores? Preguntó Dafne.
-No
las he visto nunca, ya te digo, pensé que era una leyenda lo de la
flor espejo. Pero he visto que no. Dicen que si haces un brebaje con
esas dos plantas y las algas Nori y Gelidium puedes recuperarte del
virus. Gracias a que la orquídea de sangre tiene en su flujo una
hormona de rejuvenecimiento y la asclephyas tiene propiedad de sanar
células muertas.
-Interesante
información señor Mondragón. ¿Dónde podemos conseguir esas
flores? Necesitamos obtenerlas cuanto antes para que el pobre Uriel
se recupere.
Aquellas
palabras me llegaron al corazón, al ver que Dafne se preocupaba
tanto por él, a pesar de todo lo que había ocurrido, me llenaba de
energía.
-Es
lo malo, que no sé donde se encuentran. Si la ciencia diera con esas
plantas el fin de las enfermedades y las cirugías hubieran dejado de
existir pues junto con las algas sería la vida eterna, una eterna
juventud. Son simples leyendas.
-Simples
leyendas que alguien las tuvo que contar.. ¿No crees? Sería un gran
avance en la ciencia. ¿Sabe usted cuánto dinero podríamos obtener
gracias a esas plantas?
-Dafne,
no me interesa el dinero, quiero salvar a Uriel, y guardar un poco
del brebaje para salvar a Edgar.
-Por
favor Víctor, deja de decir tonterías, no pienses en ti solo.
-¿Perdona?
No pienso en mí, pienso en mis amigos. ¡Eres tú la que piensa así!
-Me
has dejado K.O cielo.
-¡Dejad
de discutir! Hay que ponerse en marcha hoy es un gran día y se ha
presentado ésto. Hemos venido a buscar a tu amiga Mery y vamos a
ponernos a buscarla. Uriel vamos a intentar curarlo como podamos, ya
que aquí no hay hospitales.
-Ultimamente
están ocurriendo cosas muy extrañas, enfermedades que no se han
oído nunca y sucesos que no he visto en mi vida.
-Pequeño
calamar, no te pongas así, la vida está para vivirla cada día uno
conoce nuevas cosas que pasan.
Dafne
se marchó de nuevo a su camarote y yo me fui al mío para ponerme mi
traje de baño quería sumergirme un rato en el mar para poder
descansar un rato.
Al
salir a proa le avisé al capitán de que iba a volver en un rato que
me esperasen en la isla para comer. Una vez avisado, me lancé al mar
y comencé a bucear. Aquellas vistas eran hermosas, pude ver cientos
de tipos de peces, caballitos de mar, algas de todo tipo, anémonas,
corales etc.. Cuanto más me sumergía más paz tenía en mi cuerpo.
Acabé adentrándome en las profundidades submarinas ahí volví a
encontrarme con la dama de la noche.
-Hola
Víctor, ¿qué haces por aquí abajo?
Hice
gesto de no poder hablar y le señalé la superficie. Ella me agarró
de la mano y me dijo que no me preocupase que llamaría a unos amigos
y que se solucionaría todo. Así fue, chifló y aparecieron un grupo
de delfines ellos me subieron en su lomo y me llevaron hacia el
interior de una cueva submarina una vez allí salimos a la superficie
de la cueva.
-Hola,
¿Qué tal? Le dije.
-Hola
Víctor, ¿Qué te trae por aquí?
-Mi
amigo Uriel ha pillado el virus del espejo.
-¡Qué!
Eso es una mala noticia. Para curarlo necesitas hacerle un brebaje.
-Lo
sé, pero no sé donde encontrar los contenidos.
-¿Lo
sabes? Pues genial. Encantada estoy de llevarte al lugar, pero es un
sitio muy peligroso. La Orquídea sangrienta es la más peligrosa de
conseguir. Se encuentra en el interior de la jungla ofídeo, es un
lugar que se encuentra al final de una cueva subterránea cerca de
aquí que te lleva a la sexta isla espejo.
-¿Sexta?
Pero si son tres islas.
-Cielo,
son seis islas, pero parecen tres pues las otras son subterráneas.
En esa isla se encuentran las Orquídeas sangrientas, nacen sólo
bajo el influjo de la luna de sangre. Por lo tanto hay que esperar a
que haya esa luna, ocurre sólo una vez cada 13 años. La próxima
luna de sangre es dentro de dos semanas.
-De
acuerdo, iremos a por ellas cueste lo que cueste.
-No
te pongas tan acelerado pequeño, pues en esa isla no todo el mundo
sobrevive. Mis compañeras las demás damas de la noche han sufrido
la pérdida de gran parte de su familia en aquella isla. El mar es
muy peligroso, enormes serpientes marinas nadan bajo éstos mares.
Esos reptiles son enormes y su tamaño es debido a que han comido esa
flor, es muy peligroso ahí puedes ser devorado como no andes con
ojo.
-¿Serpientes?
¿Enormes serpientes? Dije aterrado.
-¿Les
tienes miedo verdad? Es el terror de toda criatura del agua, el
tiburón ahí donde lo ves tan temido por los marineros le teme a la
anaconda marina. Dicen las leyendas que esas criaturas son las hijas
de Medusa la diosa griega.
-Parece
un sueño.
-Cielo,
por una vez no estás soñando.
-Bueno..
¿Y dónde se consigue la otra flor?
-La
otra flor la Asclephyas se consigue en el acantilado Nártico. Cerca
de Onorakía.
-¿Dónde
se encuentra ese lugar?
-Cerca
del oriente medio.
-Por
lo tanto tenemos que ir a la otra parte del planeta.
Nos
tiramos varias horas hablando, y al acabar volví a la superficie,
llegué con una sonrisa de oreja a oreja y mientras estábamos
comiendo en la isla saqué el tema y les comenté que había
encontrado el lugar donde se encontraban las flores.
El
capitán Mondragón y Dafne aunque más ella que él se pusieron a
interesarse cómo obtuve aquella información. No quise decir la
fuente de mi información pues tenía miedo de que no me creyeran o
me regañasen. Parecía un crío pequeño con mi comportamiento con
casi 30 años pero tenía miedo. Dafne me estaba dando mala
impresión, su comportamiento había cambiado por completo, y su
apariencia también pues antes vestía de una forma y ahora se
ocultaba de todo. Al acabar de comer me fui a tumbar un rato al sol y
ella se acercó a mí.
-Víctor,
¿por qué no quieres decir de dónde has sacado la información?.
-No
me parece bien. Le dije apartándola de mi lado.
Una
pequeña brisa marina hizo que el velo que le cubría el rostro se le
cayera y pude ver su rostro envejecido, me asombré al ver aquel
cambio. Tal fue la sorpresa que le dije.
-Dafne
¿Qué le ha pasado a tu rostro?
-¡NO!
Salió corriendo hacia su camarote llorando.
Salí
corriendo tras ella, pues me preocupé por su aspecto, tenía miedo.
Ella se encerró en su camarote y yo comencé a pegar en la puerta,
ella se sentó en el suelo detrás de la puerta llorando y yo hice lo
mismo y comencé a decirle:
-No
tengas miedo pequeña, te has infectado del virus como Uriel y por
eso estás así ¿verdad?. Tu belleza a disminuido no tengas miedo
cuando encontremos las flores beberás tú también. Lo que no
entiendo es por qué a ti no te ha afectado tanto como a Uriel, él
no aparenta edad sin embargo a ti te ha afectado mucho. Aparentas 90
años. Siento decirte ésto, pues sé que para ti tu belleza es muy
importante he visto como te cuidas. No tengas miedo, voy a ayudarte y
no voy a dejar de quererte, para mí siempre serás bella.
-¡Vete!
No quiero hablar con nadie.
Su
voz había cambiado por completo, ahora tenía voz de mujer anciana.
Me levanté y me marché ella se levantó y comenzó a mirarse en el
espejo, empezó a cepillarse el cabello como solía hacer siempre.
Miró el libro que tenía en el tocador y encontró una pequeña
solución.
-Lo
tengo, al menos servirá durante un pequeño espacio temporal.
Ingredientes:
Leche
pura.
Sangre
humana.
Hojas
de menta.
Cabellos
de la persona amada.
Lágrimas
de tristeza.
Remover
todo en un caldero a la luz de la luna junto con un poco de cera de
abeja.
-Ésta
noche cuando todos estén durmiendo lo haré, no puedo permitir que
nadie más me vea en éstas condiciones.
Volví
a la isla y me tumbé a tomar el poco sol que quedaba en el día, no
dejaba de pensar en el cambio que había dado. ¿Cómo es posible que
haya cambiado tan rápido y Uriel no presente ese tipo de cambios? No
dejaba de preguntarme.
El
capitán Mondragón estuvo recolectando frutas e hierbas para
subirlas a bordo, también estuvo pescando y recogiendo algunas algas
y plantas medicinales.
Hay
una cosa que no entiendo, en todo éste tiempo que llevamos fuera de
casa no hemos puesto aún rumbo hacia donde está Mery, es como si se
hubieran olvidado de ella por completo. Y bueno y Edgar ¿Cómo
estará?. Ésto desde luego parece una aventura.
La
noche no tardó en caer y volvimos al barco para pasar la noche.
Cuando todo estaba en silencio yo me levanté para ir a ver a Uriel,
y vi una sombra salir del barco, iba vestida con un traje de capucha
negro como carbón, portaba una cesta de mimbre pequeña por lo que
pude notar en aquel claroobscuro que se veía entre la obscuridad del
barco y el reflejo de la luna.
No
le di mucha importancia, así que me fui al camarote de Uriel y ahí
estuve velándolo para que se repusiera. Le puse paños de agua
fresca en la frente y una crema de aloe vera para las heridas que le
habían empezado a brotar por todo el pecho.
Dafne
fue a recoger hojas de menta en el interior de la isla, y con una
canoa del barco se puso rumbo a la anterior isla donde se encontraba
empalada la joven, de ahí obtuvo las lágrimas y la sangre humana.
Volvió al barco y una vez ahí se fue a la cocina donde recogió lo
último que le faltaba la leche pura.
Se
marchó a su camarote y vertió todo en el caldero, prendió fuego a
las velas y comenzó a recitar unas palabras.
“Aeternam
iuvenis, in forma inconveniens.”
Comenzó
a removerlo mientras vertía todos y cada uno de los ingredientes y
finalmente lo bebió. Un grito desgarrador brotó desde sus adentros
haciéndome levantarme asustado y salir corriendo hacia el camarote
de Dafne, pegué en la puerta y no se habría, empujé y empujé
hasta tirar la puerta y ahí estaba ella, tirada en el suelo con la
copa en la mano y el suelo empapado. La recogí en mis brazos la miré
y su cuerpo había rejuvenecido de nuevo, en ese momento pude notar
como alguien se acercaba a la puerta.
Era
Uriel, se levantó de la cama semidesnudo y se puso en la puerta, me
miraba con cara de enfadado y gritó:
-¡Te
lo dije! Ahí tienes la verdad de lo que es tu querida Dafne, no es
más que una maldita perra del demonio. ¡No te has dado cuenta aún!
Y se marchó hacia su camarote.
Yo
me quedé llorando en el suelo con Dafne en mis brazos dolorido por
todo lo que había visto. Dafne no despertó en toda la noche. Sólo
podía oír un tenue suspiro huir de entre sus hermosos labios.
“Víctor lo siento, te quiero”
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