miércoles, 26 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 8º: LA VERDADERA DAFNE

-->CAPÍTULO 8: La verdadera Dafne.

Me encontraba asustado por lo que podría pasar si descubrieran que estaba detrás de la puerta, mi respiración marcaba los latidos de mi corazón. El sudor era frío y la tensión que había en aquel momento describía mi palidez aterradora.

-¿Víctor? ¿Dónde estás? Decía esa voz.
-Perdona, no debí pasar sin tu permiso, dije saliendo cabizbajo de detrás de la puerta. ¿Qué estás haciendo tú aquí?
-He venido a buscarla para hablar con ella.
-¿Cómo has adivinado que era yo?
-Víctor, tu aroma es único y lo reconocería a mil años luz de distancia.
-Será mejor que me vaya de aquí no quiero tener problemas con Dafne.
-¿Qué estabas haciendo tú aquí? y.. ¿Por qué estabas detrás de la puerta?
-¿Yo nada? Sólo daba un paseo..
-¿Un paseo? ¿Te piensas que soy tonto no?
Me marché corriendo avergonzado por lo ocurrido, mientras corría por el pasillo me topé con Dafne y caímos al suelo. En ese momento Uriel nos vio a los dos tirados uno encima de la otra en aquel pasillo.
-Perfecto, lo que me faltaba por ver, ¿no tenéis otro sitio para intimar?
Me levanté y me marché llorando a mi camarote.
-¿Qué te está pasando Uriel?
-¡Cállate puta!
-¡Un respeto!
Dafne se levantó y le agarró del cuello empujándolo contra la pared, mientras lo miraba fijamente a los ojos le decía:
-¡Vuelve a hacerle algo al joven Víctor y te las verás conmigo! ¿Entiendes?
Su mano comenzó a bajar por su pecho acabando en su entre pierna, agarró su miembro y lo apretó fuerte mientras volvía a decir:
-Te lo juro, aléjate de él, si no quieres que haga algo que acabarías pidiendo tu propia muerte. ¡Te enteras!
Uriel mientras se retorcía en el dolor la empujó tirándola al suelo.
-No te tengo miedo, eres un ser despreciable.

Dafne comenzó a encontrarse débil y salió huyendo al camarote. Yo me quedé dormido entre tanta lágrima.
Dafne mientras se miraba en el espejo comenzó a notar como su belleza iba disminuyendo, el pelo comenzaba a aclararse, su cara presentaba rasgos más maduros, sus manos y su cuerpo empezaban a arrugarse.
-¡No es posible! Tengo que buscar la solución, un momento ¿Qué es éste olor? Espero equivocarme, no creo que Víctor.. Tengo que hacer algo rápido no puedo aguantar que me vean en éste estado.

Pasadas varias horas, el capitán Mondragón retomó rumbo hacia la otra isla aprovechando que el mar se había calmado. Uriel iba camino de proa cuando se desmayó cayendo de boca contra el suelo. El capitán Mondragón bajó corriendo a ver cómo estaba y se dio cuenta que una fiebre comenzó a brotarle por todo el cuerpo.
-¡No es posible! Espero que no sea lo que creo que es. Decía asustado.
Salió corriendo a la cocina a prepararle un jarabe de mucosas con algas Nori y Gelidium. Elaboró el jarabe y bajó corriendo para que Uriel se lo tomase, debido a su fuerte caída perdió el conocimiento y no tuvo más remedio que inyectársela directamente en vena con unas jeringas que había en el maletín de urgencias. La fiebre le bajó, pero las marcas seguían inflamadas y con tonos púrpura.
Asustado se levantó lo llevó corriendo hacia su camarote y nos llamó alterados.
-¡Pequeños, venid rápido!
Al oír aquellas voces aterradoras me levanté corriendo y fui a donde estaba el capitán. Ahí pude ver a Uriel tendido en la cama, tenía el pecho descubierto y unas marcas por todo el costado. Al ver aquella imagen se me vino a la cabeza la imagen de Edgar y comencé a llorar. Dafne llegó al camarote con la cara tapada por un pañuelo.
-¿Qué ha pasado? Preguntó asustada.
-El joven Uriel me temo que ha sido infectado por el virus del polvo espejo. Decía el capitán con miedo.
-Mi capitán qué puede provocar éste polvo.
-Mi pequeño calamar, éste polvo es capaz de mutar tu cuerpo.
-¿Mutar? ¡qué dices eso suena muy paranormal!
-Pequeño, no digas tonterías. No es como te piensas, éste polvo lo que hace es aumentar el tamaño de tus células y envejecer con más rapidez. Primero te sube la fiebre, luego te comienzan a brotar burbujas rojas por todo tu cuerpo, haciéndote perder el conocimiento. Incluso te puede afectar al cerebro haciéndote actuar con comportamientos de rabia.
-¿Le has dado algo para bajarle los síntomas? Preguntó Dafne interesada.
-Sí, le he preparado un jarabe de mucosas con algas marinas. Pero no ha servido de mucho. Tengo que conseguir la flor Asclephyas y la Orquídea de sangre.
-¿Para qué sirven esas flores? Preguntó Dafne.
-No las he visto nunca, ya te digo, pensé que era una leyenda lo de la flor espejo. Pero he visto que no. Dicen que si haces un brebaje con esas dos plantas y las algas Nori y Gelidium puedes recuperarte del virus. Gracias a que la orquídea de sangre tiene en su flujo una hormona de rejuvenecimiento y la asclephyas tiene propiedad de sanar células muertas.
-Interesante información señor Mondragón. ¿Dónde podemos conseguir esas flores? Necesitamos obtenerlas cuanto antes para que el pobre Uriel se recupere.
Aquellas palabras me llegaron al corazón, al ver que Dafne se preocupaba tanto por él, a pesar de todo lo que había ocurrido, me llenaba de energía.

-Es lo malo, que no sé donde se encuentran. Si la ciencia diera con esas plantas el fin de las enfermedades y las cirugías hubieran dejado de existir pues junto con las algas sería la vida eterna, una eterna juventud. Son simples leyendas.
-Simples leyendas que alguien las tuvo que contar.. ¿No crees? Sería un gran avance en la ciencia. ¿Sabe usted cuánto dinero podríamos obtener gracias a esas plantas?
-Dafne, no me interesa el dinero, quiero salvar a Uriel, y guardar un poco del brebaje para salvar a Edgar.
-Por favor Víctor, deja de decir tonterías, no pienses en ti solo.
-¿Perdona? No pienso en mí, pienso en mis amigos. ¡Eres tú la que piensa así!
-Me has dejado K.O cielo.
-¡Dejad de discutir! Hay que ponerse en marcha hoy es un gran día y se ha presentado ésto. Hemos venido a buscar a tu amiga Mery y vamos a ponernos a buscarla. Uriel vamos a intentar curarlo como podamos, ya que aquí no hay hospitales.
-Ultimamente están ocurriendo cosas muy extrañas, enfermedades que no se han oído nunca y sucesos que no he visto en mi vida.
-Pequeño calamar, no te pongas así, la vida está para vivirla cada día uno conoce nuevas cosas que pasan.
Dafne se marchó de nuevo a su camarote y yo me fui al mío para ponerme mi traje de baño quería sumergirme un rato en el mar para poder descansar un rato.
Al salir a proa le avisé al capitán de que iba a volver en un rato que me esperasen en la isla para comer. Una vez avisado, me lancé al mar y comencé a bucear. Aquellas vistas eran hermosas, pude ver cientos de tipos de peces, caballitos de mar, algas de todo tipo, anémonas, corales etc.. Cuanto más me sumergía más paz tenía en mi cuerpo. Acabé adentrándome en las profundidades submarinas ahí volví a encontrarme con la dama de la noche.
-Hola Víctor, ¿qué haces por aquí abajo?
Hice gesto de no poder hablar y le señalé la superficie. Ella me agarró de la mano y me dijo que no me preocupase que llamaría a unos amigos y que se solucionaría todo. Así fue, chifló y aparecieron un grupo de delfines ellos me subieron en su lomo y me llevaron hacia el interior de una cueva submarina una vez allí salimos a la superficie de la cueva.

-Hola, ¿Qué tal? Le dije.
-Hola Víctor, ¿Qué te trae por aquí?
-Mi amigo Uriel ha pillado el virus del espejo.
-¡Qué! Eso es una mala noticia. Para curarlo necesitas hacerle un brebaje.
-Lo sé, pero no sé donde encontrar los contenidos.
-¿Lo sabes? Pues genial. Encantada estoy de llevarte al lugar, pero es un sitio muy peligroso. La Orquídea sangrienta es la más peligrosa de conseguir. Se encuentra en el interior de la jungla ofídeo, es un lugar que se encuentra al final de una cueva subterránea cerca de aquí que te lleva a la sexta isla espejo.
-¿Sexta? Pero si son tres islas.
-Cielo, son seis islas, pero parecen tres pues las otras son subterráneas. En esa isla se encuentran las Orquídeas sangrientas, nacen sólo bajo el influjo de la luna de sangre. Por lo tanto hay que esperar a que haya esa luna, ocurre sólo una vez cada 13 años. La próxima luna de sangre es dentro de dos semanas.
-De acuerdo, iremos a por ellas cueste lo que cueste.
-No te pongas tan acelerado pequeño, pues en esa isla no todo el mundo sobrevive. Mis compañeras las demás damas de la noche han sufrido la pérdida de gran parte de su familia en aquella isla. El mar es muy peligroso, enormes serpientes marinas nadan bajo éstos mares. Esos reptiles son enormes y su tamaño es debido a que han comido esa flor, es muy peligroso ahí puedes ser devorado como no andes con ojo.
-¿Serpientes? ¿Enormes serpientes? Dije aterrado.
-¿Les tienes miedo verdad? Es el terror de toda criatura del agua, el tiburón ahí donde lo ves tan temido por los marineros le teme a la anaconda marina. Dicen las leyendas que esas criaturas son las hijas de Medusa la diosa griega.
-Parece un sueño.
-Cielo, por una vez no estás soñando.
-Bueno.. ¿Y dónde se consigue la otra flor?
-La otra flor la Asclephyas se consigue en el acantilado Nártico. Cerca de Onorakía.
-¿Dónde se encuentra ese lugar?
-Cerca del oriente medio.
-Por lo tanto tenemos que ir a la otra parte del planeta.
Nos tiramos varias horas hablando, y al acabar volví a la superficie, llegué con una sonrisa de oreja a oreja y mientras estábamos comiendo en la isla saqué el tema y les comenté que había encontrado el lugar donde se encontraban las flores.
El capitán Mondragón y Dafne aunque más ella que él se pusieron a interesarse cómo obtuve aquella información. No quise decir la fuente de mi información pues tenía miedo de que no me creyeran o me regañasen. Parecía un crío pequeño con mi comportamiento con casi 30 años pero tenía miedo. Dafne me estaba dando mala impresión, su comportamiento había cambiado por completo, y su apariencia también pues antes vestía de una forma y ahora se ocultaba de todo. Al acabar de comer me fui a tumbar un rato al sol y ella se acercó a mí.
-Víctor, ¿por qué no quieres decir de dónde has sacado la información?.
-No me parece bien. Le dije apartándola de mi lado.
Una pequeña brisa marina hizo que el velo que le cubría el rostro se le cayera y pude ver su rostro envejecido, me asombré al ver aquel cambio. Tal fue la sorpresa que le dije.
-Dafne ¿Qué le ha pasado a tu rostro?
-¡NO! Salió corriendo hacia su camarote llorando.
Salí corriendo tras ella, pues me preocupé por su aspecto, tenía miedo. Ella se encerró en su camarote y yo comencé a pegar en la puerta, ella se sentó en el suelo detrás de la puerta llorando y yo hice lo mismo y comencé a decirle:
-No tengas miedo pequeña, te has infectado del virus como Uriel y por eso estás así ¿verdad?. Tu belleza a disminuido no tengas miedo cuando encontremos las flores beberás tú también. Lo que no entiendo es por qué a ti no te ha afectado tanto como a Uriel, él no aparenta edad sin embargo a ti te ha afectado mucho. Aparentas 90 años. Siento decirte ésto, pues sé que para ti tu belleza es muy importante he visto como te cuidas. No tengas miedo, voy a ayudarte y no voy a dejar de quererte, para mí siempre serás bella.
-¡Vete! No quiero hablar con nadie.
Su voz había cambiado por completo, ahora tenía voz de mujer anciana. Me levanté y me marché ella se levantó y comenzó a mirarse en el espejo, empezó a cepillarse el cabello como solía hacer siempre. Miró el libro que tenía en el tocador y encontró una pequeña solución.
-Lo tengo, al menos servirá durante un pequeño espacio temporal.
Ingredientes:
Leche pura.
Sangre humana.
Hojas de menta.
Cabellos de la persona amada.
Lágrimas de tristeza.
Remover todo en un caldero a la luz de la luna junto con un poco de cera de abeja.
-Ésta noche cuando todos estén durmiendo lo haré, no puedo permitir que nadie más me vea en éstas condiciones.
Volví a la isla y me tumbé a tomar el poco sol que quedaba en el día, no dejaba de pensar en el cambio que había dado. ¿Cómo es posible que haya cambiado tan rápido y Uriel no presente ese tipo de cambios? No dejaba de preguntarme.
El capitán Mondragón estuvo recolectando frutas e hierbas para subirlas a bordo, también estuvo pescando y recogiendo algunas algas y plantas medicinales.
Hay una cosa que no entiendo, en todo éste tiempo que llevamos fuera de casa no hemos puesto aún rumbo hacia donde está Mery, es como si se hubieran olvidado de ella por completo. Y bueno y Edgar ¿Cómo estará?. Ésto desde luego parece una aventura.
La noche no tardó en caer y volvimos al barco para pasar la noche. Cuando todo estaba en silencio yo me levanté para ir a ver a Uriel, y vi una sombra salir del barco, iba vestida con un traje de capucha negro como carbón, portaba una cesta de mimbre pequeña por lo que pude notar en aquel claroobscuro que se veía entre la obscuridad del barco y el reflejo de la luna.
No le di mucha importancia, así que me fui al camarote de Uriel y ahí estuve velándolo para que se repusiera. Le puse paños de agua fresca en la frente y una crema de aloe vera para las heridas que le habían empezado a brotar por todo el pecho.
Dafne fue a recoger hojas de menta en el interior de la isla, y con una canoa del barco se puso rumbo a la anterior isla donde se encontraba empalada la joven, de ahí obtuvo las lágrimas y la sangre humana. Volvió al barco y una vez ahí se fue a la cocina donde recogió lo último que le faltaba la leche pura.
Se marchó a su camarote y vertió todo en el caldero, prendió fuego a las velas y comenzó a recitar unas palabras.
Aeternam iuvenis, in forma inconveniens.”

Comenzó a removerlo mientras vertía todos y cada uno de los ingredientes y finalmente lo bebió. Un grito desgarrador brotó desde sus adentros haciéndome levantarme asustado y salir corriendo hacia el camarote de Dafne, pegué en la puerta y no se habría, empujé y empujé hasta tirar la puerta y ahí estaba ella, tirada en el suelo con la copa en la mano y el suelo empapado. La recogí en mis brazos la miré y su cuerpo había rejuvenecido de nuevo, en ese momento pude notar como alguien se acercaba a la puerta.
Era Uriel, se levantó de la cama semidesnudo y se puso en la puerta, me miraba con cara de enfadado y gritó:
-¡Te lo dije! Ahí tienes la verdad de lo que es tu querida Dafne, no es más que una maldita perra del demonio. ¡No te has dado cuenta aún! Y se marchó hacia su camarote.
Yo me quedé llorando en el suelo con Dafne en mis brazos dolorido por todo lo que había visto. Dafne no despertó en toda la noche. Sólo podía oír un tenue suspiro huir de entre sus hermosos labios. “Víctor lo siento, te quiero”

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