domingo, 7 de diciembre de 2014

CAPÍTULO 1º ARJÉ: EL ORIGEN DE LA LUNA DE SANGRE.

CAPÍTULO 1º ARJÉ: EL ORIGEN DE LA LUNA DE SANGRE.



Me daba miedo conocer la realidad, pero de ésta forma podría entender algo más mi vida, y sobre todo lo que me une a Uriel.
No sé si está bien lo que Uriel ha creado, ¿Una maldición que nos llevará al comienzo de todo? ¿Y si ahora quedamos malditos como Dafne? ¿Y si no podemos regresar? Yo nunca he viajado entre mundos antes, ¿Será lo mismo que viajar por un portal? ¿Qué habrá allí? ¿Quién será Uriel? Me duele la cabeza de tanto pensar, tengo miedo.
  • ¿En qué piensas Víctor? Decía tía Dorothy mientras me colocaba su mano en mi hombro derecho.
  • En nada, sólo pensaba qué habrá sido de tu sobrina. No hemos vuelto a saber más nada de ella tras lo ocurrido ésta mañana en la catedral.
  • Es algo que me sigue escamando a mí también. Ésta muchacha se ha vuelto completamente loca. – Respondía Tía Dorothy sentándose lentamente en la silla que había junto a la mía.
  • Bueno chicos, creo que debemos de prepararnos ya para lo que viene siendo un largo viaje. Tengo que daros unos pequeños apuntes antes de dar el paso. Todo lo que veáis u oigáis no lo toquéis, si no seréis atrapados en el espacio. Decía Uriel muy serio.
  • No te entiendo Uriel, ¿Qué es eso de que no toquemos? – Dije confundido.
  • Yo creo que sé a lo que se refiere querido, Uriel ha dicho que no toquemos a la serie de portales de espacio tiempo que irán apareciendo en nuestro viaje. Ya que si nos acercamos a ellos seremos atrapados por alguna etapa de la historia y quién sabe lo que pueda pasar ahí. Debemos entrar todos y salir todos. Respondía Dafne.
  • Exacto así es Dafne, veo que estás al tanto de lo que es viajar entre maldiciones. - Decía Uriel. – Debo deciros que una vez vea el momento en el que vamos a ir os avisaré y una vez dentro de esa época todos irán al lugar de donde proceden.
  • ¿Qué quieres decir Uriel? Respondía Edgar asustado. – ¿No querrás decir que volveré a casa con mis padres no?
  • No, además no creo que vayamos a esa época. O puede que sí, no lo sé si corresponde a tu tiempo. Respondía Uriel confundiéndonos a todos más.
  • No entiendo nada Uriel estoy completamente confundido, y tengo miedo. Entonces nos separaremos de nuevo, esto es un sin vivir. ¿No podemos estar todos juntos ya de una vez y dejar de separarnos? Dije con voz temblorosa.
  • Está claro que es el destino estar separados, pero de ésta forma sabremos quién es quién y qué hizo desatar a la oscuridad. Decía tía Dorothy. – Yo creo que volveré a Oz.
  • ¿Oz? Dije confundido.
  • Sí, es una larga historia Víctor. Decía Edgar sonriendo mientras miraba a tía Dorothy. – Entonces volveré a… ¿Cómo se llamaba? ¡AH! Alemania.. mi antiguo hogar.
  • O puede que no, Edgar, repito que nadie sabrá dónde irá a parar hasta que no lleguemos. Volvía a insistir Uriel.
No entiendo nada, es que no tiene nada sentido. ¿Qué clase de locura se le ha metido ahora a éste. Cómo vamos a ir al pasado. ¿Qué será esa maldición? ¿Una máquina del tiempo?



Todos subimos al ático, ya tenía ganas de subir y la verdad mi sorpresa fue enorme. Yo me imaginaba un gran artefacto tipo máquina del tiempo pero no, no era un gran artefacto, era nada más y nada menos que un jarrón de pequeño tamaño con un líquido morado en su interior.
  • Debéis de poneros todos en el interior de éste círculo, y no debéis de tocar nada de lo que hay alrededor. Decía Uriel.


El círculo estaba hecho de sal gorda y en los cuatro extremos que imagino que representaban los puntos cardinales. Norte, Sur, Este y Oeste.
En el norte estaba situada la espada de Dafne simbolizando la valentía, en el sur estaba mi diario representando su gran sabiduría, en el este estaba la taza desportillada de Edgar y por último una de las muñecas de mis hijas en representación de la inocencia. 
En el centro nos encontrábamos todos, Tía Dorothy, Emily, Edgar, Dafne, y yo. Uriel derramó el contenido del frasco y éste líquido brillante y espeso color morado recorrió todo el perímetro del círculo creando a su vez una densa niebla color morado con grandes estruendos como si de una gran tormenta se tratase.
Uriel entró corriendo en esa tormenta donde nos encontrábamos todos y fuimos atrapados por la gran tormenta. Mery que estaba detrás de la puerta saltó junto con nosotros pero nadie logró verla ya que la niebla era demasiado densa e impedía ver a nadie.
De pronto fuimos absorbidos por un túnel del espacio tiempo color morado y con grandes tormentas en su interior y podía ver a su alrededor grandes escenas de la historia de todos los que estábamos dentro del túnel. Aquello era sorprendente nunca imaginé que pudiera estar viviendo aquel momento. En ese momento se escuchó una carcajada muy familiar y un disparo. Y Acto seguido el “SALTAR” de Uriel.

A penas ha caído la noche y ya se escuchan los gritos de los vecinos de la aldea correr a encerrarse en sus casas. Desde la ventana de mi humilde hogar puedo ver las antorchas correr de un lado para otro. Los aldeanos mayores pretenden enfrentarse a la bestia que habita en los bosques.
Madre se encuentra alterada, padre aún no regresó a casa y estamos los tres solos entre luces y sombras.
Aún soy demasiado joven para salir a combatir a la bestia pero algo en mí me pide a gritos salir. Mi hermano apenas puede caminar es un crío todavía... ¿qué debo de hacer? No puedo abandonarles, padre me dejó a cargo de la casa. Tengo miedo, el corazón comienza a latir más y más rápido, un metalizado sabor a sangre aparece en mi boca. Tengo miedo, ya están ahí las bestias de la noche. Ya se han ido las nubes que cubren la luna de sangre, es la gran noche de la maldición todo fuera son gritos de desesperación. La bestia anda suelta sedienta de sangre y hambrienta de carne, busca un alma pura que maldecir y ampliar su manada oscura.


No aguanto más éste ansia que me grita en mis adentros. No puedo soportar oír más los gritos de desesperación. Ésta aquí es ella la muerte vaga alrededor de nuestras casas.

  • ¡Uriel, no! Gritaba madre tras verme correr hacia el bosque oscuro. Cayendo de rodillas al suelo y alargando la mano para impedirme ir.

Mi hermano no paraba de llorar y yo no aguantaba más la presión. Los tambores en la aldea no paraban de sonar. La alarma cada vez era más sonada y el eco retumbaba entre las copas de los árboles.
No puedo dejar de correr, mi cuerpo camina solo entre la oscuridad de la noche.

Puedo oír los gritos aún en la aldea, las bestias han conseguido entrar. Algo me susurra al oído de que madre está en peligro quiero volver atrás, pero el miedo me tiene paralizado. ¿Qué me ocurre? Hay algo acechándome entre la sombra de los árboles. Tengo miedo, me ha estado persiguiendo todo el camino. Es ella, de la cual me han estado protegiendo durante mis primeros años de vida. Wendigo o más conocido como el hombre lobo la bestia de la luna sangrienta. Puedo notar su cálido aliento recorrer todo mi paralizado cuerpo, no puedo moverme, tengo miedo.

He perdido por completo todo el control de mi cuerpo, él domina ahora mis cinco sentidos, su hedor lo puedo notar rozándome mi fino y alargado cuello. Su mirada endemoniada no deja de recorrer cada centímetro de mi cuerpo. Su hocico se acerca a mi cuerpo y no para de olerme. ¿Acaso no va a atacarme?

Me tiene paralizado, soy una presa fácil y no se lanza a destrozar mi cuerpo. ¿Qué le ocurre? Algo en mí comienza a quemarme en el bolsillo. Introduzco mi fina y fría mano en mi bolsillo izquierdo del pantalón y noto una gran calidez.

Mi firópetra, la piedra que padre me había entregado estaba ardiendo. Desprendía una luz cegadora que me hizo recuperar el control de mi cuerpo y salí corriendo. La bestia salió tras de mí aullando, era un aviso para todas las bestias que estuvieran por la zona. Iban a por mí, me quieren matar como a todos los de mi aldea. Ya es tarde para volver atrás, todo habrá acabado para cuando regrese.

La lluvia había empezado a caer fuerte, en poco rato una gran tormenta se había formado. Tropecé con una raíz de un árbol y caí al barro. La bestia saltó hacia mí y cerré los ojos apretando fuerte mis dientes y mis dedos contra el barro. Pero algo o alguien disparó a la bestia y ésta salió tras ese ser dejando mi cuerpo hundido en el barro.

Por un momento pensé que mi vida había terminado ahí. Volví a abrir los ojos y vi que no había nadie, me escondí entre los árboles y me aguardé de la tormenta para poder pasar la noche.

Al amanecer el sol me despertó, todo parecía estar en calma y decidí volver a la aldea. Al llegar allí todo estaba con el humo blanco de haberse apagado el fuego. Todas las casas habían echado a arder. La muerte se había llevado a todos los habitantes de mi aldea incluida a mi madre y a mi pequeño hermano. O al menos eso pensaba hasta encontrar una pequeña nota que había manchada en sangre en el suelo. Apenas se podía entender ya que estaba toda la tinta corrida y entre el barro, la tinta y la sangre apenas se podía entender nada. Volví a salir y no quedaban apenas restos de nadie. Mi alma se había enfriado no podía derramar ninguna lágrima. Aún mantenía la esperanza de que padre estuviera vivo aunque anoche fue la peor de todas las noches. Había criaturas por todos lados, eran enormes con afilados colmillos y garras, todo su cuerpo cubierto de pelo y sus enormes ojos malditos color rojo sangre y dorados como el sol.

Salí de la aldea y comencé a caminar sin rumbo, desde aquel momento me di cuenta que estaba solo ante el mundo y me hice un hombre, el hombre que hoy soy.

Puedo escuchar las voces en el viento susurrar como mi madre me decía que la magia siempre me ha rondado. Padre me hizo entrega de ésta piedra y me dijo que algún día entendería su significado.

Durante siglos mi familia ha estado envuelta en un ambiente de magia y mi hermano era parte de mí. Y me lo extirparon pensando que era un maligno ser cancerígeno. O al menos eso me hizo creer...

He viajado por varios reinos y he visto cosas que jamás imaginé ver, seres que sólo aparecían en mis pesadillas producidas por los cuentos y leyendas que padre me contaba.

A lo lejos puedo ver humo…


"Toc,toc" toco a la puerta de aquella acogedora casa. Nadie responde, pero la puerta se abre. Me siento hambriento y la verdad es que huele bastante bien.

Abrí la puerta y…

  • Hola, ¿Hay alguien? Perdona estaba abierta y pasé.
Nadie respondía, la casa estaba bastante descuidada por dentro. Hay un caldero en el centro de la habitación. Mi gema comienza a brillar, algo ocurre aquí. Un frío comienza a correr y unas manos rozan mi cuello deslizándose por mi espalda.
  • ¿Qué se supone que estás haciendo en mi casa? Me decía una voz femenina y con cierta madurez.
Me giré y su cuerpo cambió al de una joven señora de edad adulta.
  • Mi nombre es Elphaba Tropp, qué es lo que buscas en mi casa. Me decía mirándome de arriba abajo.
  • Mi nombre es Uriel Lunansk y soy huérfano, vengo desde muy lejos. Ando perdido y necesito comer algo.

  • No recibo visitas desde hace milenios. Es curioso que hayas llegado tan lejos tú solo. Y sobre todo hayas llegado a ésta zona del bosque oscuro del reino de Oz.

  • Han sido varios meses los que llevo fuera, apenas soy un chico pero mi soledad me ha hecho madurar y me siento todo un hombre.


  • Lo veo en tus ojos, mas no dudo de tus palabras. Pero no eres bienvenido en mi reino. Deberás marcharte pero antes quisiera que me hicieras un favor. Debes de encontrar a un joven llamado Víctor Lucksim. Se encuentra en otro mundo paralelo al nuestro. Es un mundo vació lleno de sentimientos vacíos y corrompidos por el capitalismo y el deseo de poder. Le debes de arrebatar la vida y entregarme su corazón. Su alma es pura e inocente y la necesito para completar un enigma.
  • No puedo hacer lo que me pides, no puedo arrebatar la vida a nadie. Soy incapaz de ello.
  • Si no lo haces te mataré y te daré de comer a mis monos voladores. Tú decides. Decía mientras se evaporaba en un espeso humo verde.

Víctor Lucksim, ¿Quién será ese joven? No sé por qué me ha dado una corazonada de que le conozco de algo.

Ha pasado ya mucho tiempo desde que huí de mi aldea, no he vuelto a saber nada de padre y aún tengo una espina clavada en mi pecho. ¿Estará viva madre y mi pequeño hermano?


martes, 29 de abril de 2014

PREFACIO TERCER LIBRO


PREFACIO:

¿Alguna vez has imaginado cómo sería el mundo si ocurriera una gran catástrofe?
Yo nunca imaginé que el mundo pudiera cambiar tanto en tan apenas poco tiempo. Todo lo que conocía, o al menos creía conocer, todos los continentes, todos los países, todos los estados, todos los mares, ríos y océanos, todo… cambió.
Antaño el planeta estaba compuesto por seis continentes, el americano, el europeo, el asiático, el oceánico, el africano y por último y no menos importante el continente helado la Antártida. Teníamos cinco océanos, el Atlántico, el Pacífico, el Índico, el Ártico y el Antártico.
Hoy día el planeta tras haber sufrido aquel horrible suceso, todo fue modificado. Tenemos dos grandes continentes Eurocania, Akirema y en tercer lugar Atleni el continente helado.
Eurocania es la evolución de haberse juntado África con el sur de Europa, Asia y gran parte de lo que era antes la Antártida.
Akirema es una pequeña masa de tierra dividida por un pequeño mar interior llamado mar Plivus ésta se formó compuesta por lo que era antes el sur de América y parte de la Antártida. Oceanía quedó completamente hundida bajo el mar. El norte de América se perdió y otra parte se separó en pequeñas islas como pasó en parte en América del sur. Eurocania también tiene grandes islas que quedaron separadas del continente tras los grandes cambios que sufrió el continente.
Atleni es una gran masa de tierra congelada y parte de agua, actualmente inhabilitada por el ser humano.

Ahora hay dos océanos el Atlénico y el Okiremo.
El mapa ha sido modificado y los nombres fueron cambiados también. Todo quedó destruido y tuvimos que necesitar ayuda de fuera… Sí, de fuera, los famosos alienígenas vinieron tras nuestro grito desgarrador pidiendo auxilio. Eliminaron por completo todo lo ocurrido de nuestra memoria metiendo los nuevos cambios como recuerdos. Por eso muchos de los supervivientes no recuerdan nada del pasado. Otros fueron arrastrados por portales que llevaban a otros mundos y éstos sí recordaron ese pasado.
Hoy ya nada es lo que parece, vuelve esa maldita frase a mi cabeza. Quisiera saber qué es real y qué no. Porque cada día que pasa estoy más y más confundido.

Tras volver de ver lo que ocurría en la playa volvimos a casa y Uriel ya tenía todo listo. Había preparado una maldición que nos transportaría a todos al comienzo de la historia.

lunes, 29 de abril de 2013

CAPÍTULO 29: ALGO VIENE DE CAMINO.

-->


CAPÍTULO 29: ALGO VIENE DE CAMINO. 

Querido diario hoy hace ya dos semanas desde que ocurrió aquel horrible suceso. Aún no puedo hacerme una idea de cómo fue posible que ocurriera. ¿Por qué se las llevó a ellas y no a mí? ¿Por qué hizo lo que hizo? ¿Quién es esa mujer? ¿tengo tantas dudas sobrevolando mi cabeza, que no soy capaz de razonar bien. Aquí me encuentro, escribiendo en mi diario como antaño. Pero hoy voy a escribir otro gran acontecimiento, hoy por fin me quito las cadenas que me unen a Mery. Por fin ha llegado el gran día, el día del divorcio. Tengo que reconocer, que bueno, la pobre parece haber entrado en razón y sobretodo parece haber aprendido la lección. Se comporta diferente, incluso se lleva mejor con Dafne cosa que tanto la una como la otra nunca ha sido posible esa relación y ahora se las ve muy unidas. ¿Me pregunto qué habrá ocurrido para que haya ocurrido ese milagro? Cuando le conté lo ocurrido con nuestras hijas, se hundió más aún y se tiró tres días encerrada en el dormitorio de nuestras hijas. No quiso comer, ni quiso salir a que le diera el sol. Sólo se escondió bajo la sombra que se ocultaba en aquella tétrica habitación. Durante los tres días en los que Mery se tiró escondida y sin dar apenas señales, nos pusimos a reformar un poco la casa. Yo no me podía hacer la idea de tener un gran caserón como éste. Así que decidí hacer obras, reformar la casa, cambiarla, pintarla. Tenía que mantener la mente ocupada para que no me vinieran los malos recuerdos. Empapelamos las habitaciones, pusimos moquetas, madera, recolocamos los muebles de formas diferentes. No digo que no me gustara el cambio que hizo Mery, pero la verdad había sido muy radical en cuanto a la decoración. Yo estaba acostumbrado a mi antigua casa. Una casa empapelada en madera, con tonalidades malva, azul obscuro, marrones, verdes obscuros y plateados. Con sus moquetas y sus alfombras. Aún mantenía mis gustos por la moda clásica. Nos pusimos al día en cuanto a todo lo ocurrido en los días que no vivieron aquí. Yo les comenté mi gran recuperación, y mis pequeños enfrentamientos entre tía Dorothy, Emily y Uriel. Uriel no quiso hablar mucho sobre lo que estaba haciendo arriba. La verdad es que dan ganas de subir y entrar, pero por respeto, no lo hice. Edgar nos enseñó sus cicatrices y todo lo que había sufrido, la verdad es que me duele ver que todo fue ocasionado por mi culpa. Nunca quise que sufriera de esa manera, pero debía entender que no estaba preparado para ver lo que vi aquella horrible noche. Y bueno qué decir de lo que nos contó después... Parecía haber vivido una macroogía homosexual en aquel extraño lugar. Creo que eran los alienígenas, ya que su descripción se parecía mucho a la que vi aquella noche en la playa. Pero bueno.. la ropa me dejó un poco... confuso. Nunca imaginé que tras esas ceñidas vestimentas y tras aquella apariencia escondieran esos esculturales cuerpos de dioses. Hay que reconocer que saben cuidarse bien ahí arriba. Me pregunto.. ¿Qué harán y sobre todo cómo será aquello? Algún día supongo que lo descubriré, soy una persona que le encanta saber cada día más y conocer nuevas cosas. Así que me pondré más adelante a investigar y estudiar sobre esa civilización. Dafne nos contó lo que ocurrió en su regreso a Atledia y bueno... no puedo sorprenderme más de lo que vi en aquella noche. Tras lo que vi ésto me pareció poco. Pero la madre daba susto, cómo podía ser posible que hubiera tenido que soportar eso. Era una malvada mujer, que se escondía bajo una piel de cordero hermoso. Sin lugar a duda es toda una bruja, nunca mejor dicho. Matar a su propio padre por no tener poder ni dinero. Y luego importarle lo más mínimo que su hija en antaño matara a su propio marido. Ahora ella se hizo con todo el poder y quería más y más. Me parecía excesivo la forma de atacar a su propia hija. Pero no me sorprende que la tratara así, teniendo ese corazón tan obscuro. Lo que sí me ha llamado la atención, ha sido la conexión que tuvo con lo que ocurrió aquí. Algo me dice que las maldiciones que lanzó tuvieron algo que ver... Algo me lo dice, esa intuición nunca me falla y sé calar algo cuando se me pone delante. A Uriel no parecía gustarle mucho la idea de que Dafne se me acercara ahora mucho. Parece como entrarle celos ya que paso menos tiempo con él, y no es porque yo quiera. Si no porque en parte, él se aleja de mí. No quiero volver a perderle, cuando estoy con él me siento lleno y el vacío que vivía en mi pecho se sentía lleno con tenerle a mi lado. Ahora que Dafne y Edgar han vuelto todo ha cambiado, y por ahora parece que va bien. Después de pasar los tres días, Mery salió de la habitación de las pequeñas y continuamos las reformas en esa habitación. La pintamos con tonalidades claras y abrimos una gran ventana y colocamos unas grandes cortinas. Algunas veces solía ir a la habitación para sentirme cerca de ellas. Su perfume, su voz, su aroma, sus latidos, sus risas. Parecían aún vivir en la habitación, y caía al suelo intentando recordarlas jugar. Hice que tiraran las muñecas de porcelana y los payasos, nunca me gustaron y me daban fobia. Los hice que los tiraran bien lejos para que nunca volviera a verlos. El juego de té lo reconstruí y lo coloqué en un mueble para no olvidarme de ellas. Era su juego favorito y el que las llevó a la muerte. La relación de Mery y Dafne empezó a funcionar como por arte de magia. Se me hacía raro verlas a las dos reír y comentar las cosas. Mery nos contó que la echaron de la empresa a patadas, y que se quedó en la calle viviendo, comiendo lo que encontraba por los cubos de basura. Que la golpeaban y la trataban como una cualquiera. Me dio pena, pero en verdad, algo me decía que era algo merecido por todo lo que hizo. Muchas personas reciben el daño de diferentes formas y ésta recibió su escarmiento así. Bueno, será mejor que me termine de arreglar porque me debo marchar ya a firmar los papeles del divorcio.

-¿Nos vamos? Le dije a Mery mientras cogía mi chaqueta del perchero.

-Sí, vamos. Decía desde el salón.

-Tened cuidado. Nos decía Dorothy mientras nos besaba en la frente.

Nos marchamos al juzgado y allí nos esperaba el abogado para firmar los papeles del divorcio. Tras firmarlos nos dijo:

-Bueno, está todo listo. Ahora ya sois libres de nuevo. Disfruten ésta nueva vida y ésta nueva oportunidad que os da la vida.

¿Nueva oportunidad? Interesante palabra.. La gente muere de sentido común con una oportunidad perdida tras otra. La vida es el presente y el futuro no existe. Debemos hacer que la vida arda siempre con la llama más intensa.

-Recordar, las oportunidades sólo salen una vez en la vida. Disfruten del momento y es el momento de cometer errores. Pero no tropiecen con piedras de antaño.

-Gracias señor Steel. Le decía mientras le estrechaba la mano.

Nos levantamos y nos fuimos al coche. Nos acercamos a una pastelería y compramos una pequeña bandeja de pasteles. Mery le apetecía celebrar el comienzo de algo nuevo. Parece que no le da mucha importancia, creo que va a ser cierto... que ha cambiado. Ya no parece actuar con despecho. Bueno me alegra saber que todo va a cambiar.

En el recorrido a casa nos encontramos a Alanis en una floristería, estaba comprando unas macetas para su nueva casa. Decidí parar a saludarla. Iba acompañada de un señor alto, vestido muy elegante, parecía tener mucho dinero.

-Hola, cuánto tiempo. ¿Qué tal? ¿Cómo va todo? Le dije. Buenos días señor...

-Stan, Leroy Stan. Me decía estrechándome la mano.

-Estabamos comprando flores para la casa. Queríamos darle más vida y como a ambos nos gusta la naturaleza quisimos darle ese tono que le faltaba. Sonreía.

-Nosotros acabamos de salir de comprar y nos íbamos para casa. Que gusto me da el volver a verte. Se te ve muy bien y me alegro que así sea.

-Gracias, igualmente. Veo que ya te has recuperado del todo y eso me llena de felicidad. Se te veía muy mal la última vez que nos vimos. Pero por suerte todo ha pasado. Me enteré de lo ocurrido con tus hijas, siento el no haber podido asistir al entierro. Y siento mucho lo ocurrido.

-No pasa nada, tranquila. Lo estamos sobrellevando. Debemos marcharnos en casa nos esperan. Espero volver a vernos. Un saludo y un placer señor Stan.

Nos fuimos al coche y marchamos a casa. Al llegar a casa todo parecía tan normal, se me hacía raro pensar que ya todo el mal había acabado y que todos éramos una gran familia. Le mesa estaba preparada todos en la mesa sentados para comer. Todos menos Akalis y Selenia, mis pequeñas. Sus asientos han quedado vacíos para siempre.
-No estés triste Víctor. Debes de superarlo y ya.

-No me digas lo que debo de hacer. Nunca sabrás lo que es perder dos hijas.

-Tampoco te pongas así, tú tampoco sabes lo que es perder una madre.

El silencio conquistó la habitación, todos miraban a Dafne, me miraron a mí y acto seguido me levanté y me marché.

-Dafne, te has pasado con eso. Parece mentira que no sepas que él es huérfano y que ha perdido a su madre y a su padre. Tú eres una asesina y has matado a ambos padres. Delito es el que tienes tú. Decía Edgar levantándose de la mesa.

-No cambias, ¿para qué hacerlo? Decía Uriel mientras se levantaba y seguía a Edgar a mi habitación.

-No eres quien para decir eso Dafne. Yo era la madre, y me duele oír eso, yo también he perdido una madre y no voy a restregarlo por ahí. Decía Mery.

-Lo siento, no había sido mi intención. Me salió. Fue un impulso. Respondía Dafne con la cabeza agachada.

Dorothy y Emily preferían mantenerse al margen y no comentar. Edgar y Uriel entraron a la habitación y me encontraron tirado en la cama llorando.

-Tranquilo Víctor. No le des importancia a lo que la loca ésta te diga. Decía Edgar.

-Si le haces caso a todo lo que te dice, te va a llevar por el mal camino. Recuerda quien es, y todo lo que ha hecho en éstos años. Decía Uriel.

-Lo sé, pero me ha afectado. Me encuentro sensible, una muerte no se supera así sin más. Todo va cambiando cada día y cada día se me hace más difícil superar la gran pérdida. Es como si te arrebataran un órgano importante del cuerpo, y a cuál más importante. Respondí.

-Cálmate, todo va a ir a mejor, ya has recuperado gran parte de la memoria que necesitabas. Has recuperado tu poder, ahora debes centrarte en superar éste bache que la vida te ha puesto en tu camino. No te detengas en ésta piedra sin sentido. No le des importancia. Sólo quiere captar tu atención y ¿cómo? Metiendo el dedo donde más duele. No sabe moverse por sí misma. Sólo sabe tocar fondo y meter la mata. Decía Edgar.

-Bueno.. dejemos el tema. No tengo ganas de pensar más en ella. Desde que ha aparecido de nuevo, todo ha cambiado. Nada es igual, y justo apareció en el momento más inoportuno. De no haber aparecido quizá mis hijas hubiera sobrevivido. Dije agachando la cabeza.

-¿Se puede? Decía una voz femenina detrás de la pared.

Un cierto aroma a mar conquistaba la habitación, me relajaba ya que me recordaba a mi mar. Pero me llenaba de ira el saber que ese olor pertenece a alguien que no quiero ver cerca de mí.

-Dafne.. ¡lárgate! No quiero hablar contigo.

-Víctor, lo siento no debí decir eso. Perdóname. Me marcho, no voy a molestarte más. Decía mientras cerraba la puerta.

-Mírala, se piensa que un “lo siento” lo calma todo. Es muy simple ésta muchachita, para ser princesa modales no tiene ninguno. Parece una vulgar pueblerina del barrio bajo. Decía Edgar.

-No la trates tampoco así. Pero sí, tienes razón en lo del “lo siento”.

-Víctor, será mejor que bajes y comas. No soportaría que te pusieras malo ahora. Me decía Uriel mientras me cogía del brazo para levantarme.

-Chicos... me he acordado cuando Dafne “murió” yo me tiré al vacío por salvarla. Y casi muero en el acto. No lo hice por amor, lo hice por amor a la amistad.

-Lo sé pequeño, lo sabemos. Eres muy noble, mas primero das todo por los demás sin dejar nada para ti. Está mal hecho, pero es una buena acción. Ella se la ve al revés. Piensa más en ella, sólo hay que ver como te mira. Es como si necesitara de ti para sobrevivir. Decía Uriel.

-Yo también me he dado cuenta de ello. Y tengo miedo de que eso pueda crearte algún mal. Todo ha ocurrido muy raro. El destino sabe jugar sus cartas, nos pone a ciertas personas en nuestro camino por algo. Nos las quita por algo y algunas veces nos las vuelve poner por algo. Y ésta vez... ¿Por qué la habrá puesto aquí? Sinceramente, no me trae buena vibra.. Siempre la defendí.. aunque al principio dudé de ella.. Pero eso de matar a sus padres... no sé... me escama mucho. Una asesina no sé si merece la pena..
Decía Edgar en tono pensativo.

-¿Qué quieres decir? Le respondí.

-Pues eso, que parece como si quisiera engatusarte y llevarte consigo. Esa maldición tendrá algo que ver. No sé, pero mi intuición no suele fallar. Respondía Edgar.

-Tienes razón Edgar. Tienes mucha razón, ésta muchacha esconde algo. Y no lo deja ver. Piensa y actúa como si te tuviera en la mano siempre. Pero cuando la largaste de tu casa. Vio que era imposible, que se le había ido de las manos. Su impulsividad puede con ella y es su fallo. Debería de corregirlo, debería de ser más normal como ella dice ser.. Pero de normal bien poco... Porque no estuvo bien nada de lo que ha hecho. Y encima.. contar que mató a sus padres así con esa frialdad.. No sé... eso una persona normal y cuerda no lo contaría por mucha confianza que se tenga... ¿Sabes? Decía Uriel.

-Tienes razón, habla muchas veces por hablar. Es como si necesitara que le hiciéramos caso. Un caso que en su casa nunca recibió  Esa atención perdida que buscó fuera y la encontró en la magia y a través de ella la ha ido consiguiendo en beneficio propio.. Entiendo que el estar maldita lleve sus consecuencias pero no está bien actuar como ella lo hace. Hace bastante daño y no se da cuenta de ello. Sólo se aferra al mañana sin pensar en el hoy y mucho menos en el ayer. Todo tiene un karma y el suyo cuando venga... vendrá bien cargado. Dije.

-¡Ese es mi chico! Estás volviendo a ser mi Víctor de siempre. Aquel chico que conocí por casualidad o por destino. Me decía Edgar dándome un gran abrazo.

Bajamos al comedor y continuamos la comida. Dafne no habló durante la comida, se mantuvo distante y con la cabeza agachada. Tras acabar su plato se levantó y retiró su plato, se dirigió hacia el salón y continuó cosiendo algo que dejó semanas atrás.

-Víctor.. hemos estado hablando con ella y parece arrepentida de todo lo que ha dicho. La verdad es que creo que deberías de hablar con ella. Decía Mery.

-¿Mery? Me sorprendes. Nunca pensé que la defendieras así.

-Una que cambia. Y ahora somos amigas. Le he dado una oportunidad.

La palabra oportunidad es la que más suena hoy parece ser... quizá debería de darle una tercera oportunidad. Terminé de comer y me dirigí hacia el salón.

-¿Dafne podemos hablar? Dije sentándome en el sillón.

-Claro Víctor. Dime.. ¿En qué puedo ayudarte?

Ahí estaba, sentada en el sillón. Cosiendo, tan atenta con su trabajo. La verdad es que parecía tener mil caras. Mis ojos no dejaban de ver la mujer que un día vi por primera vez. Una alta mujer delgada, pelirroja, con ojos grandes y esmeraldas, piel pálida como la nieve y labios rojo sangre. Sus manos grandes y finas y su enorme pecho resaltando siempre en sus ropajes.

-Siento mi comportamiento antes.

No lo siento en verdad, pero alguien debe de dar el paso.

-Tranquilo no lo sientas. Mis disculpas joven Víctor. Mas jamás podré perdonarme el haberte tratado así. Y haber dicho semejantes palabras.

Habla diferente, algo ha cambiado en ella. La miro a los ojos y parecen vacíos.

-¿Te ocurre algo?

-No, sólo estoy centrada en mi trabajo. Me desahoga hacer ésto.

No parece querer hablar. Será mejor que me marche. Yo hice mi trabajo.

-Espera Víctor. Decía dejando su trabajo en un lateral.

Se levantó y se acercó a mí. Ese movimiento de caderas era hechizante, magnético. Sus pechos parecían salirse del vestido cuando caminaba. Estaba hermosa, parecía toda princesa. Ese vestido de encaje le sentaba muy bien.

-¿Qué quieres?

-Siempre he querido hacer ésto y espero que lo entiendas. Me decía mientras se acercaba a mis labios.

No es posible, no, otra vez no. Su lengua fue introducida en mi boca y mi lengua estaba paralizada no sabía como actuar. De pronto las dos comenzaron a danzar como serpientes. Mis ojos se cerraron y los suyos igual, mis brazos parecían tener vida, la rodearon y la acercaron a mi pecho. Nuestros latidos parecían latir al mismo compás. ¿Qué me está pasando? ¿Por qué me vienen éste tipo de escenas a la cabeza? Todos los recuerdos vividos con ella en sueños y en realidades paseaban en mi cabeza. Siento como si estuviera levitando. ¿Qué me está pasando? El tiempo parece no correr, el sonido de fondo ha desaparecido. Sólo estamos ella y yo, los dos juntos solos en ésta inmensa habitación. Sus manos se metían por mi camiseta y rozaban mi espalda con movimientos ascendentes y descendentes. Abrí los ojos y me alejé.

-Lo siento, no sé qué ha pasado. Decía agachando la cabeza.

-Mis disculpas Dafne. Le dije.

Me fui a la biblioteca y comencé a leer un libro de los cientos que completaban las estanterías. ¿Qué ha pasado? He sentido algo extraño. No sé por qué ahora.

Pasaron los días y los meses, las estaciones pasaban muy deprisa y todo parecía ir cambiando. La obscuridad no parecía dar síntoma de vida. Eso me alegraba, yo me centré en continuar una novela que comencé a escribir en mis ratos libres. Las tardes las pasaba con Dafne, íbamos a pasear en barca, tomar helado, la feria llegó y fuimos juntos. Nos subimos en la noria, contemplamos la hermosa noche bajo el mar de estrellas. Fuimos a la playa y nos bañamos como antaño. Disfrutábamos como jóvenes quinceañeros. Todo parecía haber cambiado entre los dos. Todos en la casa se dieron cuenta del gran cambio que hubo entre ella y yo. Un gran vínculo y una gran fuerza de energía corría por nuestras venas, todo lo hacíamos juntos. No hacíamos nada sin que la otra lo supiera. Queríamos que todo fuera perfecto. Hasta que un día...

-Nos casamos. Dije en voz alta.

-¿Perdona? Decía Edgar escupiendo la bebida.

-¿Estás de coña no? Decía Uriel pidiendo otra ronda en aquel club.

-No, estoy enamorado de verdad. Ha pasado casi un año y la verdad es que todo ha ido muy bien. Y ambos estamos muy enamorados. Y vamos a casarnos.

-¿Cuándo os casáis? Decía Edgar dándole un gran sorbo.

Parece no haberles sentado muy bien la noticia. Me pregunto cómo les irá a ellas.

-Pues nos casamos en un par de semanas. Todo ha sido así sin más. Rápido y directo.

-Enhorabuena hija. Todo por vuestro bien. La verdad hacéis muy buena pareja. Decía Mery.

-Si los dos estáis contentos y decididos a dar el paso. Adelante hija. Decía Dorothy.

-Os doy mi aprobación pequeña. Decía Emily.

-¿Qué pasa hijos parece como si os sentara mal? Dije.
-No es eso, sólo que nos pilla de sorpresa. Aquí de fiesta, y tú nos vienes ahora con ésto.. parece que querías que estuviéramos borrachos para decirlo. Decía Edgar.

-No, no era esa mi intención. Pero bueno.. Dije mientras pedía unos chupitos.

-Tranquilo. Te doy mi aprobación hermano. Decía Uriel mientras me pegaba en la cabeza un leve coscorrón.

Hermano... que gran cambio ha dado Uriel en éstos meses. Todo ha pasado rápido y la unión se ha hecho más grande. La verdad es que ésto me empieza a gustar, no tengo miedo a nada. Todo ha terminado ya, por fin. Soy el hombre más feliz del mundo.

Al día siguiente comenzamos a probarnos los trajes y a comprar las cosas para decorar la iglesia. Queríamos que ésto fuera perfecto, y así sería.

Yo me fui con los chicos a buscar un gran traje, era un día único y tenía que ser el mejor traje que jamás se haya visto. Siempre quise casarme de blanco y así fue. Me probé cientos de trajes de novio y al final me enamoré de uno. Con corbata plateada y un bordado azul celeste. Era hermoso. Las chicas estuvieron también buscando vestidos hasta que encontraron unos perfectos para la ocasión. Una vez elegidos los trajes y vestidos, tocaba la lista de invitados. Los regalos y la decoración para la iglesia.

Los días iban pasando y los ensayos cada vez salían mejor. Ya estaba todo casi listo. Sólo faltaba poner la hora de entrega de las comidas. La ceremonia iba a ser en casa, en el patio. No podía dejar de lado mi hermoso patio. Tenía que lucirlo que para eso se gastó el dinero en construirlo  Y la verdad es que con las aves del paraíso, daba mucho glamour.

-Quiero que todo sea perfecto chicas, la verdad es que nunca pensé que mi sueño se hiciera realidad. Voy a casarme de verdad. Y lo mejor de todo es que es con el hombre al que amo. Víctor por fin va a formar parte de mi vida más a fondo.

-Todo sea por el bien. Mi pequeña. Decía Mery.

-Lo amo, y él a mí también. Lo supe desde aquel momento en el que nuestros corazones se fusionaron.

-Lo sé. Mas puedo decir que todo va a salir perfecto. Los dioses envidiarán éste gran día. Decía Mery besándola en la mejilla izquierda.

A la noche siguiente celebramos la despedida de solteros. Edgar y Uriel me llevaron a un club nocturno en el cual hacían exciviciones eróticas. Las chicas y los chicos iban casi desnudos por las salas. Parecía el paraíso del sexo. No podía de dejar de mirar a todos lados. Era verdaderamente hermoso aquello, y no sólo por los cuerpos esculturales de las jóvenes y los jóvenes. Si no por el juego de música y luces que decoraban y ambientaban la zona. Una de las bailarinas me vendó los ojos y me sentó en la silla. Se sentó encima de mis piernas y comenzó a cogerme las manos. Se las deslizó por su pecho y su vientre, iban deslizándose lentamente hacia su entrepierna. Podía sentir su humedad pedir a gritos que mi mano la penetrara. Un chico por detrás me quitó la camisa y comenzó a deslizarme sus manos por el pecho. Otro joven me echaba nata en la boca y una chica me metía su lengua en mi boca para comer la nata que el chico anterior me echó. Parecía una orgía llena de placeres ocultos. Me sentí vivo, era una experiencia única e inigualable. Pero me parecía a poco, quería más y más. Era como si ésta escena ya la hubiera vivido antes en algún otro tiempo. ¿Pero cuándo? Edgar y Uriel no dejaban de fotografiar y hablar del tema. Parecía gustarles verme en esa situación mas podía notar que les gustaría estar aquí.

Dafne con las chicas estuvieron en un boy's y éste se vestía y desvestía con uniformes. Era un gordito chistoso, con pelos por todo el cuerpo. Finalmente se quedó en tanga y se sentó encima de ella para que le hiciera una cocktelera. En realidad le estaba masturabando más bien, pero no le importó. Éste se giró y la besó. Ésta no se inmutó y se dejó llevar, el alcohol había sobrepasado los límites. Cayó al suelo mareada y su fiesta acabó con vomiteras. Al salir de la fiesta nosotros íbamos de vuelta a casa y me pareció verla tirada en el suelo vomitando en un callejón. Corrí hacia ella y la ayudé a vomitar, le metí los dedos y me ensució todo el pantalón. No voy a permitir que vuelva a beber como lo hizo ésta noche. Ésta mujer no sabe beber, he de controlarle más éstas cosas.

-No vuelvas a beber más. No digo de llegar yo y a saber qué hubiera pasado contigo. Vaya susto que me has dado.

-Lo siento Víctor. Perdóname.

Ésta pobre muchacha está super ciega, será mejor que nos vayamos a casa. Ésto no va acabar bien. Nos fuimos caminando a casa y una vez allí Dafne se acostó. No quiso bañarse. Yo me bañé y dormí desnudo, esa noche hacía mucha calor. A la mañana siguiente, Dafne sintió la gran resaca del siglo. Parecía no haber aprendido aún que cuando se bebe hay que controlarse, y no sobrepasar los límites. Yo bajé de lo más normal, parecía que no había salido a beber, me encontraba super bien y relajado. Comenzamos el desayuno y tras acabar me marché a correr. Iba vestido con un chándal que me marcaba mucho el culito. Éstos pantalones caídos me sentaban divinamente, incluso me marcaban muy bien todas mis curvas. Corrí por el parque, por el centro, por la montaña, la playa. Y mientras corría iba recordando todos los momentos que había vivido en éstos últimos años. Todo parecía mágico, como sacado de un cuento de hadas. La vida cambia en cuestión de segundos, las oportunidades, sólo llegan una vez, es mejor luchar por ellas y no dejarlas perder. Mañana iba a ser el gran día, el día más importante de mi vida. El día de mi boda, y aquí estoy recordando el pasado, como si fuera ayer. Aún no me hago la idea de lo rápido que ha pasado el tiempo.

Al llegar a casa todo parecía estar en calma, decidí ir al patio y colocar las cosas para la ceremonia. Edgar salió junto con Uriel y Emily y me ayudaron a colocar los manteles y las fundas para las sillas. Dorothy sacó la mantelería que había quedado dentro y Dafne se quedó observando desde la ventana de arriba. Yo la miraba y le sonría. Pobre, la resaca ha de ser brutal. Lo estará pasando fatal. Pero le está bien empleado.

-Ángel del amor, tú que has dado el poder que tanto ansiaba, tú que me has coronado como la reina. Cupido yo te llamo, necesito tu ayuda. Haz que el día de mañana sea único e inigualable. Haz que nuestro amor florezca más que una rosa. Que tenga más vida que los grandes y ancestrales árboles mágicos.

Dafne pronunció el hechizo del amor, ofreciéndole rosas color rosa a cupido. Se encontraba con miedo de que algo saliera mal. No quería que éste día fuera mal, porque si algo salía mal la maldición podría acabar con ella. Había pasado ya mucho tiempo y se encontraba débil y vacía. Poco a poco la iba consumiendo lentamente y necesitaba casarse conmigo antes de la luna de sangre. La cual se estaba acercando cada día más.
Tras acabar de decorar el patio fuimos a comer, Dafne bajó y disfrutamos una gran comida familiar. Como nunca antes la habíamos celebrado, por todo lo alto. Brindamos por todos nosotros y porque ésta relación durara eternamente.

Tras la comida, marchamos a pasear por el parque central y vimos a los niños corretear, me acordé de mis pequeñas. Ahora estarían muy grandes y hermosas como ellas eran. Las echo de menos, pero no debo de hundirme. Mi boda está a punto de llegar y debo mantenerme firme para no darle bajadas de ánimo a mi futura esposa. La pobre se encontraba débil, el alcohol le sentó fatal. Decidí volver a casa, no me gustaba verla mal.

Se acostó un rato y nosotros nos quedamos en el salón durante un rato hablando sobre el día de mañana.

-Bueno y ahora supongo que.. ¿tendréis hijos no? Decía Mery.

-No estoy para eso querida... Deberías de saberlo.

Parece no importarle la pérdida de nuestras hijas. Que cambiada está.

-Sí, lo sé. Pero recuerda, no debes de aferrarte a ese pasado. Debes continuar.

En eso tiene razón. Pero no me gusta como lo dijo.

-Déjalo, ellos son jóvenes aún. Decía Dorothy.

-Ahora vamos a brindar por la futura pareja. Y por lo bien que lo van a pasar en su luna de miel. Decía Edgar.

-¿Dónde vais? Decía Emily.

-Vamos a ir a...

No habíamos pensado aún donde ir. Ésto es lo que nos faltaba. ¿Dónde iremos? Nunca lo habíamos pensado, ni hablado antes.

-No tenemos un sitio concreto, quizá vayamos de un lado para otro. Conociendo mundo. Hay muchos rincones en éste planeta que desconocemos y más desde que ocurrió aquel suceso. Dije.

-Tienes razón, debéis de viajar y conocer mundo. Pero tenéis que tener cuidado. Ahora están todos los mundos unidos a éste y hay que tener cuidado. Decía Emily.

-Bueno lo importante es que lo paséis bien. Decía Dorothy.

Me encanta lo bien que me tratan, ambas parecen ser mi madre. Tengo ganas de volverla a ver, quisiera que mi madre estuviera éste día conmigo. La necesito, la echo de menos. Para mí es muy importante que esté junto a mí.

A la mañana siguiente..

Querido diario hoy es el día más importante de mi vida, hoy me caso por fin. Tras varios meses, semanas y días de grandes acontecimientos, hoy por fin se me apareció el amor para unirnos en sagrado matrimonio. Hoy el día parece ser el perfecto para éste magnífico día. El sol se filtra por los visillos de mi ventana, el aire juega con los visillos simulando las olas. Los pájaros cantan en la ventana, las nubes no parecen crear nublos en el cielo. Todo parece sacado de un cuento de hadas. Aquí estoy, escribiendo mi última parte de éste pequeño y gran recordador. Tú escondes mis mayores secretos, tú me conoces mejor que nadie, me escuchas y me aconsejas qué debo de hacer y cómo actuar en cada momento. Nunca te has separado de mí. Tengo tanto que darte y no saber hacerlo.
En ese momento mientras escribía una luz entró por la ventana más intensa que la anterior. De ella salieron tres luces blancas que me cegaban.

-¡Pequeño calamar!

-¡Aden! Gritaba llorando mientras corría a sus brazos.

-¡Ay! Mi pequeño, cuánto tiempo y que gran día es el de hoy. Tengo que darte mi felicitación y aprobación. Hoy es el día más importante y no he podido permitir mi falta. Así que desde arriba he hecho un pacto para aparecer. Deseo todo lo mejor para ti pequeño.

-Gracias Aden, cuanta falta me hacía verte, se te echaba mucho de menos.

-Hola pequeño. Decía una voz masculina.

Esa voz me sonaba, pero no caía en qué. Tras la luz salió Balthor.

-¿Balthor? Dije sorprendido.

-Hola pequeño, ¿qué tal?

-¡Dios! Pero.. ¿Cómo es posible?

-Contactos me hicieron venir a éste día. No puedo faltar, has formado parte de un gran viaje conmigo y no quise dejarte solo en éste momento.

Lo abracé y no dejaba de llorar. Pero no todo había acabado ahí, la luz seguía brillando y de ella salió una sombra femenina vestida con un largo vestido azul, la piel era pálida, sus cabellos largos y ondulados, sus ojos azules como el mar y sus labios carnosos.

-Hijo mío. Cuan feliz me hace verte y tenerte aquí.

-¿Mamá? Decía llorando. ¿Eres tú de verdad mamá?

No me lo puedo creer, mi madre está aquí, conmigo. Delante de mí, puedo tocarla, puedo sentir su corazón. Puedo olerla, es ella. Mi madre está aquí. No pude evitar romper a llorar. Caí a sus pies y la abracé fuerte en las piernas.

-Hijo mío. Me alegro tanto de poder estar hoy aquí contigo. No sabes lo feliz que me hace estar aquí. Siento tanto el no poder haber venido antes. Pero me era imposible, has estado muy cegado por el odio que me has impedido verte. Decía mientras me ayudaba a levantarme.

-Mamá te quiero, te amo. Mil gracias por venir. No sé, no tengo palabras para describir lo que siento. Sólo gracias por estar aquí. Eres lo que más deseaba y estás aquí, junto a mí. Ahora, por fin todos unidos.

-Todos menos tu padre..

Tiene razón aquel hombre que hizo tanto daño a mi familia. Es mejor que no aparezca.

-Bueno mamá no pasa nada, todo ahora ha cambiado. Quiero que bajéis y veáis a todos. Se alegrarán mucho de veros. Yo tengo que empezar a vestirme. Pero no quiero separarme de vosotros. Me habéis dado una gran alegría que jamás sabré como pagársela a quien os haya dado la oportunidad de haber aparecido en éste día tan especial para mí.

-Dásela a tu corazón, él ha sido el que nos ha dado la llave para venir. Decía Aden.

-¿Mi corazón? Dije tocándomelo.

-Tus latidos tienen la clave de todos los misterios. Recuerda que ésto es pura magia y tú estás cargado de ella. Eres un ángel de persona y tienes un gran poder. Decía apretándome fuerte el corazón.

El timbre de la puerta sonó. Eran los invitados más allegados a la familia que empezaban a llegar para acompañarnos a la iglesia. Todo parecía ir de mejor a mejor. Bianca, tan hermosa como siempre, llegó con su carro de caballos. Jefferson junto con Alicia también vinieron a casa. Conejo también venía, pero apareció en aspecto muy humano. La verdad, es que le sentaba muy bien el ser humano. Era muy apuesto y caballeroso. Alto, blanco de piel, rubio ojos azules, ojos grandes, y hechizantes. Trajeado y con su reloj de plata. Cientos de criaturas mágicas acudieron también al patio. Todos venían vestidos para el gran momento. Aún no me hacía la idea de que ésto fuera real, no quería que se acabara nunca. Mas parecía el mejor sueño que jamás había o podría soñar.

Acabé de vestirme y bajé a saludar a todos. Dafne aún seguía en la habitación arreglándose. Nosotros nos fuimos a la catedral donde íbamos a celebrar la unión.

La catedral era inmensa, tiene forma de cruz latina, con tres naves, un crucero triple y girola. Mide 95 metros de largo, 50 metros de ancho 45 metros de altura en su nave central. Destacan la pureza de su estilo gótico, su asombrosa armonía, la belleza sublime de sus vidrieras y la reducida superficie de sus muros. Toda la iglesia se encontraba en gran penumbra, sólo tenía una iluminación tenue de velas y una luz azul proveniente de un foco colocado en el altar. El Gran órgano comenzó a tocar la melodía de fondo. Esa gran marcha nupcial que tanto resonaba en mis oídos. Una banda musical también acompañaba al órgano, violines, violas, violonchelos, gong, flautas, oboes  trompetas, saxofones, tambores, piano, arpa. Cientos de instrumentos nos llenaban de vida en aquel mágico momento.

-Vamos querida, o llegaremos tarde. Decía Dorothy.

Iban vestidas Emily, Mery y Dorothy por igual. Iban a ser tres damas de honor verdaderamente hermosas. Sus vestidos eran unas togas griegas color rosa claro con un broche en plata en el hombro. Dejando un escote de lo más hermoso. La toga era larga y con cola, recogida en un anillo. Llevaban sus cabellos recogidos en un recogido de lo más original. Parecían princesa con su tiara. Pero la verdadera princesa acababa de salir del dormitorio y se disponía a bajar las escaleras de la casa. El cabello lo tenía semirecogido con un tocado de plumas de cisne. El vestido era color beige palabra de honor con un hermoso bordado de flores, ceñido por el pecho y corsé por detrás. Con forme iba bajando el vestido iba creando volumen gracias al cancán y a la seda efecto arrugado que tenía, alzando varios niveles con diferentes motivos decorativos. Por detrás sacaba una larga cola bordada con hermosos decorativos florales. El vestido parecía sacado de un cuento de hadas, su cuerpo era hermoso. Era digna de llevar el cargo de princesa.

-Te ves hermosa princesa. Le dijo Mery.

-Gracias. Será mejor que nos marchemos. Decía Dafne mientras miraba atrás a la casa.

Subieron al carruaje de caballos y fueron por la calle luciendo sus hermosos vestidos. Una banda musical los acompañó. Todo el mundo debía saber que nos casábamos y que queríamos ser la mejor pareja del mundo.

Al entrar a la iglesia, la música cesó y comenzó a sonar una suave música anunciando el paseo de la novia.

-¡oh! Se ve hermosa. Dije desde el altar.

Dafne comenzó a pasear por el pasillo al compás de la música. Alzó los brazos al techo y dejó ver todo su vestido. Le sentaba estupendamente, hacía juego con el ramo de rosas azules, blancas y rosas que portaba en sus manos. Ese tocado plumado le sienta divino y el maquillaje que llevaba la hacía más hermosa aún. Se la ve tan natural, tan humana, tan ella. Que el corazón se me acelera con sólo verla. Continuó su paseo hasta el altar y iluminada por los focos y de sus labios salía un canto de sirena que ponía letra al hermoso bajo musical que tenía de fondo.

Estoy aquí, esperando a mi amor,
¿dónde estás?, aquí estoy
disfrutando de tu esplendor.
¿Quién soy? ¿Qué hago aquí?
Somos ángeles del amor.
La magia fluye y vuela alto por ti, por mí.

Somos dos aves que vuelan alto en el firmamento
dos estrellas que brillan alto en el celeste azul
Somos el amor.

Yo soy tuya, y tú eres mío.
Déjame ver a través de ti.
Déjame tomarte.
Déjame beber el agua del paraíso.

Juntos cruzaremos el infinito.
Yo aquí, y tú allí.
Damos vida a éste amor.
A la flor del paraíso.
Ángeles con un mismo destino.

Mientras caminaba un camino de flores florecía a sus pies. Todos quedaron boquiabiertos por la gran actuación de Dafne. La magia había regresado y con ésta todo lo vinculado al tema. Mery se apartó del grupo y se fue hacia la puerta. Edgar vio a Mery y decidió ir a donde iba ella pero por el otro bando. Dafne seguía caminando por el camino de velas que se iba iluminando con su paseo. La gente la miraba y la fotografiaba, era digna de admirar. Las diosas del Olimpo han de estar envidiando su belleza sin igual. Porque obras perfectas como ésta sólo se hacen una vez y ésta sin duda jamás será copiada.

Se detuvo un instante en el pasillo y se giró. Observó a los invitados y comenzó a llorar de la emoción, yo al verla no pude evitar hacer lo mismo. Era mágico, aquel momento era el más especial. Me miraba y yo la miraba, era un juego de miradas y sonrisas. Continuó su camino hacia el altar y yo bajé los escalones. Me arrodillé ante ella y la miré a los ojos.

-Princesa, te ves hermosa. La cogí de la mano y subimos juntos al altar.

El cura comenzó la ceremonia de unión. La música de piano y violín pusieron base musical a las palabras del padre. Y dio comienzo la boda.

-Queridos hermanos, que de comienzo la ceremonia nupcial de éstas dos personas. Estamos aquí reunidos para casar a éstas dos personas. Víctor Lucksim y Dafne Atlantis.
Vamos a dar comienzo a los rezos y los cánticos nupciales.


Yo confieso ante Dios todopoderoso,

y ante ustedes hermanos,

que he pecado mucho de pensamiento,

palabra, obra y omisión.

Por mi culpa,

por mi culpa,

por mi gran culpa.

Por eso ruego a Santa María

siempre Virgen,

a los ángeles,

a los santos

y a ustedes hermanos

que intercedan por mi ante Dios

Nuestro Señor.

Señor ten piedad, Señor ten piedad,

Señor ten piedad, de nosotros.
Cristo ten piedad, Cristo ten piedad,

Cristo ten piedad, de nosotros.
Señoor ten piedaad, Señor ten piedad,

Señor ten piedad, de nosotros

-Oremos. Padre, de ti nacen el amor, la vida, la alegría. Tú has conducido a Víctor Lucksim y Dafne Atlantis en su camino de amor y les has acompañado hasta aquí, para celebrar hoy su unión en el matrimonio.
Bendícelos, Padre, con tu gracia en la nueva etapa que ahora empiezan. Y haz que su amor sea siempre entre los hombres un reflejo fiel de tu propio amor. Por nuestro Señor Jesucristo...

Cant 2,8-10. 14. 16;8,6-7 (n. 88)
El amor es fuerte como la muerte.
Del libro del Cantar de los Cantares
2, 8-10. 14. 16; 8, 6-7
Aquí viene mi amado saltando por los montes,
retozando por las colinas.
Mi amado es como una gacela, es como un venadito,
que se detiene detrás de nuestra tapia,
espía por las ventanas y mira a través del enrejado.
Mi amado me habla así:
Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven.
Paloma mía, que anidas en las hendiduras de las rocas,
en las grietas de las peñas escarpadas,
déjame ver tu rostro y hazme oír tu voz,
porque tu voz es dulce y tu rostro encantador”.
Mi amado es para mí y yo para mi amado.
Grábame como un sello en tu brazo,
como un sello en tu corazón,
porque es fuerte el amor como la muerte,
es cruel la pasión como el abismo;
es centella de fuego, llamarada divina;
las aguas torrenciales no podrán apagar el amor
ni anegarlo los ríos.
Palabra de Dios.


Segunda lectura.

Cor. 12, 31-13, 8a.

“Si no tengo amor, de nada me sirve”.

Hermanos: Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino mejor.
Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden. Ya podría tener el don de predicación y conocer todos los secretos y todo el saber; podría tener una fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada.

Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca.

Comenzaron a cantar el Hallelujah bajo el fondo de piano, violín y arpa.

Un soldado a casa hoy regreso
Y un niño enfermo se curo
Y hoy no hay trabajo en el bosque de la lluvia

Un desamparado se salvo
Por causa de una buena acción
Y hoy nadie lo repudia, hallelujah

Hallelujah, hallelujah, hallelujah, hallelujah

Un ateo que consiguió creer
Y un hambriento hoy tiene de comer
Y hoy donaron a una iglesia una fortuna

Que la guerra pronto se acabara
Que en el mundo al fin reinara la paz
Que no habrá miseria alguna, hallelujah
Hallelujah, hallelujah, hallelujah, hallelujah

Por que la norma sea el amor
Y no gobierne la corrupción
Sino lo bueno y lo mejor del alma pura

Porque dios nos proteja de un mal final
Porque un día podamos escarmentar
Con que acaben con tanta furia, hallelujah

Hallelujah, hallelujah, hallelujah, hallelujah

Hallelujah, hallelujah

Se prosiguió con el santo evangelio.

Lectura del santo evangelio según San Juan

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-"Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace sus señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé."
Palabra del Señor.

Prosiguió con el siguiente acto la homilía.

Queridos novios:
En el marco de la celebración litúrgica de vuestro matrimonio,
permitidme unas palabras de homilía que más que una reflexión
—hecha ya en la catequesis prematrimonial—
quieren ser una felicitación en nombre de todos los aquí presentes.

La Palabra de Dios nos ha hablado
del sentido que el mismo Señor da al amor
y del pensamiento cristiano de este amor en la pareja humana.
Y vosotros queréis vivirlo.

Os habéis encontrado y os habéis amado.
Ahora, después de unos años de crecer y madurar el amor,
ha llegado el momento de darle una consistencia más plena,
de hacer un compromiso.
El momento de dar vuestro si a la vida y al amor.

En el día de vuestro matrimonio, os deseamos, pues,
que en vuestra vida matrimonial viváis en cristiano
el amor que hoy os prometéis.
y que hagáis viva y real en vosotros
la Palabra de Dios que hemos proclamado,
para que seáis totalmente felices.

¡Que el amor vaya creciendo más y más cada día en vosotros!
¡Que siempre sepáis compartir la felicidad
y abrir vuestros corazones a los demás!
Esto os hará todavía más felices.

Y ahora, delante de Dios, delante de la Iglesia,
delante de la sociedad humana,
delante de vuestros padres, familiares y amigos,
celebrando el sacramento de vuestro matrimonio,
daos mutuamente el consentimiento que os convertirá en esposo y
esposa.

FELICIDADES Y POR MUCHOS AÑOS.

Continuó con los votos.

-¿Han venido aquí a contraer matrimonio por su libre y plena voluntad sin que nada ni nadie los presione? Pregunta el padre Sam.

-Sí, padre venimos libremente. Respondimos ambos al unísono.

-¿Están dispuestos a amarse y honrarse mutuamente en su matrimonio durante toda la vida? Pregunta el padre.

-Sí, Padre, estamos dispuestos.
-¿Están dispuestos a recibir responsablemente y con amor los hijos que Dios les dé y a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?

-Sí, Padre, estamos dispuestos.

-Así pues ya que quieren establecer ente ustedes la alianza santa del matrimonio, unan sus manos y expresen su consentimiento delante de Dios y de su Iglesia.


-Yo Víctor Lucksim te pido a ti Dafne Atlantis que seas mi esposa porque te amo y prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad y amarte y respetarte todos los días de mi vida. Le dije.

No podía dejarla de mirar a los ojos. Estaba con el corazón en la boca. El gran día ha llegado y ya estamos a un paso de ser unidos por y para siempre. Mírala, ahí está. La mujer de mis sueños, la mujer con la que voy a compartir mis días y mis noches. La madre de mis hijos. La futura reina de mi mansión y de mi reinado.

-Yo Dafne Atlantis te acepto a ti Víctor Lucksim como mi esposo porque te amo y también prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso en la salud y en la enfermedad y amarte y respetarte todos los días de mi vida.

-Que el Señor confirme este consentimiento que han manifestado ante la Iglesia y cumpla en ustedes su bendición. Lo que Dios acaba de unir, no lo separe el hombre.

El señor padre nos ató un lazo uniéndonos las manos, el lazo era celeste, simbolizando la paz, la armonía, la fidelidad.

Mis padrinos y las damas de honor subieron al altar con las arras los anillos y el lazo.Nos dieron su bendición y continuamos la ceremonia.
-Recibe este anillo como signo de mi amor y mi fidelidad. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Le dije mirándola a los ojos.

-Recibe este anillo, como signo de mi amor y mi fidelidad. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Me decía sonriéndome.

Continuamos con las arras.

-Recibe también estas arras como prenda de la bendición de Dios y del cuidado que tendré en que no falte lo necesario en nuestro hogar. Le dije.

-Yo las recibo en señal del cuidado que tendré, de que todo se aproveche en nuestro hogar. Me respondió.

Dorothy al vernos no pudo evitar romper a llorar, Emily al verla la siguió y a continuación mi madre. Se me rompía el alma verla llorar, pero sabía que era de emoción. Mas yo intentaba contenerme las lágrimas.

En ese instante un temblor de tierra hizo temblar toda la catedral, el epicentro se ocasionó en el sótano de la mansión. La puerta había sido abierta y algo procedente de su interior escapó.

Todos los invitados asustados por el gran temblor se levantaron al ver como del techo comenzaban a caer motas de polvo blanco. La catedral parecía querer venirse abajo.
El padre Sam quiso continuar la ceremonia, pero Mery lo impidió.

-¡Alto! Ésta boda no se va a celebrar. ¡NO! ¡Jamás se cumplirá éste evento! Dafne juro que morirás. ¡LO JURO! Decía apuntando con una pistola mientras caminaba en dirección al altar.

-Pero... ¿Mery qué coño haces con esa pistola? Dije.

-Víctor, juro que serás mío, mío, mío y de nadie más. ¡LO JURO! Gritaba apuntando a todo el público.

-¡Ay dios mío! Ésta muchacha se me ha vuelto loca. No es posible lo que mis ojos está viendo. Santo cielo bendito haz que no cometa una locura. Decía Dorothy.

Los invitados se asustaron al ver a Mery comportarse como una psicópata. Dafne, le dijo al padre que continuara y que la dejara.

-Padre por favor continúe. Decía alterada.

-Pero.. Dafne..¿Cómo es posible que estés tan tranquila? Le dije.

-Tranquilo Víctor. No voy a permitir que ésta loca desquiciada arruine nuestro momento. Si muero quiero morir a tu lado. Y unidos con éste lazo.

Tras aquellas palabras rompí a llorar y la ceremonia continuó.

-Dafne, ¡juro que morirás!

Mery apretó el gatillo y la bala salió disparada. Todos los invitados comenzaron a salir corriendo por todos lados. Un gran temblor más grande que el anterior hizo que los focos de luz se descolgaran del techo y cayeran al suelo. Una nube de polvo creó una niebla en toda la catedral impidiendo la visión por todos los lados. Edgar salió de la nada y empujó a Mery contra uno de los bancos y ésta volvió a disparar haciendo que la lámpara de velas cayera al suelo.

-¡NO! Gritaba una voz.

-¡AAA! Gritaba otra voz.

Todo me da vueltas. ¿Qué ha pasado? ¿Estáis todos bien? ¿Dafne? ¡Dafne!


Todo se me vino encima, los segundos pasaban, sólo se escuchaban gritos aterradores. Me encontraba solo ante tanto humo y polvo. El fin se acerca, todo lo bueno debe de acabar. Tanta felicidad, tanto, tanto, tanto para ahora acabar así. Mi destino volvía a jugar conmigo y ésta vez en el momento más importante de mi vida.