Capítulo
primero. Luna azul.
Qué
bonita noche hace hoy, una hermosa luna azul conquista el celeste
azul marino de por la noche. Una brisa fresca recorre todo mi ser
mientras penetra por la ventana y recorre toda la habitación. Aquí
me encuentro escribiendo mi diario, y pensando en el día que me
espera mañana.
Querido
diario, tengo miedo, hoy he vivido una experiencia muy extraña
mientras caminaba por el parque de vuelta a casa. Había niebla,
apenas podía ver el suelo por donde caminaba, me sentía como si
caminara entre nubes, pero algo extraño había ahí, percibí una
mirada fija entre la niebla. Una sombra se postró ante mí, tuve
miedo pero no quise detenerme pues se hacía tarde y tenía que
preparar la cena. Al pasar por su lado noté un enorme escalofrío
recorrer mi cuerpo, esa sombra no dejaba de mirarme, los cuervos
sobrevolaban aquel parque, algo malo auguraba pero como me dijeron en
el orfanato, “cierra los ojos y reza para que el miedo
desaparezca”. Eso hice pero aún así el miedo no cesaba, al
llegar a casa me esperaba mi compañera de piso Mery Rellismare una
chica de 29 años con un cabello rubio y dorado como el sol que más
brilla en el edén, tez blanca como la nieve, labios carnosos y rojos
como la sangre, sus ojos eran un océano inmenso azules como el mar.
Era hermosa, desde que la conocí supe que seríamos grandes amigos.
Ella
intentó varias veces conmigo pero yo la rechazaba, no me encontraba
preparado para empezar una relación. A parte de ella también estaba
mi otro compañero de piso, Edgar Lupinasckov un chico de 27 años
procedente de Germanova un estado de centro Eurocanía. Él tenía el
cabello castaño con melenita corta, ojos azules, labios finos pero
sensuales, su complexión era delgada, una altura similar a la mía,
pero con un carácter de lo más difícil de entender debido a su
bipolaridad.
- ¡Hola Víctor por fin llegas!, pensamos que no vendrías.. la comida la he preparado yo porque teníamos hambre, me dijo Edgar.
Yo
me fui al lavabo para asearme y cambiarme de ropa mientras me aseaba
noté nuevamente aquella sensación extraña del parque. Qué era lo
que estaba ocurriendo? Me preguntaba constantemente.
-Bueno
chicos.. ¿qué tal fue el día de hoy? les pregunté mientras
cenábamos ensalada y pollo.
- Mal, respondió Mery. Mi tío me dijo que cerraron la empresa por la crisis y ahora están en la calle.
- Yo bueno.. bien supongo, quedé con un chico pero me dio plantón supongo que no le gustaré.. me respondió Edgar.
- No os preocupéis tranquilos, es una mala racha, la crisis hace mucho y nos afecta a todos respondía.Me levanté cabizbajo de la mesa y me dirigí a mi habitación y aquí estoy.
Buenas
noches querido diario voy a dormir. Cerré el diario y me fui al
lavabo a volver a relajarme en la bañera antes de dormir. Me iba
desnudando poco a poco, coloqué mis velas como cada noche alrededor
de mi bañera, prendí mi incienso de rosas y encendí la radio con
música relajante. Una vez dentro de la bañera cogí mi móvil y le
puse la alarma para que me despertase en caso de quedarme dormido. El
agua estaba caliente, en su punto como estaba acostumbrado desde
pequeño.
Al
cerrar los ojos lo volví a notar pero no quise hacerle caso
nuevamente, el miedo recorría mi cuerpo.
“Toc
Toc” Sonó la puerta de mi baño. ¿Quién es? Pregunté. La puerta
se abrió lentamente y aparece una mano y una voz se escuchaba.. -Se
puede?- me preguntaba.
Claro
pasa Edgar qué necesitas?
- Noté como si te pasara algo mientras cenábamos (se sentó en el filo de la bañera y comenzamos a hablar)
- Perdóname Edgar pero no me encuentro bien.
- Te preocupa algo?
- No.. Sólo son tonterías nada más..
- Puedes contarme sabes que somos amigos y que te estimo mucho como persona. Sin ti hoy no estaría aquí, me has ayudado mucho y te debo mucho. Siempre me has parecido un chico muy noble y muy bueno a la par de misterioso.
- Tengo miedo.
- ¿Miedo por qué? ¿Te ha ocurrido algo mientras venías?
- Me ha rondado una sombra durante todo el camino y creo que me ha perseguido hasta casa y está aquí ahora.
- ¡No es posible!, pero... ¿y esa sombra..? ¿le viste la cara..?
- ¡Dejemos el tema!, no me gusta hablar de éstas cosas..
- Ok, perdóname por meterme en temas que no me incumben pero quiero que sepas que me preocupaba por ti, porque eres mi mejor amigo y la única persona que tengo aquí, ya que mi familia me ha dado la espalda. Tú y Mery lo sois todo para mí, sin vosotros no sé que hubiera sido de mí cuando decidí venirme aquí. El agua está en su punto ¿puedo bañarme contigo?
Cuando
Edgar me dijo lo de bañarse conmigo abrí los ojos lentamente y pude
ver su cara ruborizada y yo le sonreí. Él se sintió más calmado
al ver mi reacción, le dije que sí, que no me importaba así
podíamos hablar mejor.
Edgar
comenzó a desnudarse lentamente, nunca lo había visto así, me
quedé mirándolo y como embobado viendo como se iba quitando y
doblando la ropa poco a poco. Mi corazón comenzó a palpitar más
rápido de lo normal. ¿Qué me ocurre? Me preguntaba.
Edgar
se giró y empezó poco a poco a meterse en mi bañera, yo le hice
espacio para que cupiéramos mejor los dos.
Hubo
un momento de corte y de silencio, sólo las miradas lo podrían
decir todo, los dos nos encontrábamos desnudos y cortados pero a la
vez tranquilos y relajados.
Nos
tiramos más de tres horas hablando sin cesar de nuestras cosas
riéndonos toda la noche.
A
la mañana siguiente amanecimos desnudos en la cama y Mery entró en
la habitación y quedó sorprendida viéndonos a los dos en mi cama
de esas maneras. Ella salió de la casa sonrojada y fue a pasear
mientras iba a comprar algo para desayunar. Al despertar, Edgar y yo
nos quedamos otra vez mirándonos. ¿Qué ocurrió anoche cuándo
salimos de la bañera? No recuerdo nada... nos decíamos mutuamente.
Algo
extraño había ocurrido pero.. ¿el qué? ¡Mejor no pensar! nos
dijimos.
Nos
levantamos, nos aseamos y fuimos a la cocina allí estaba Mery tan
hermosa como siempre, y nos tenía el desayuno preparado.
- Víctor, el periódico de la mañana llegó bien temprano con una noticia que me dejó muy alterada.
- ¿Qué ocurrió? ¿A ver? déjame ver..
“Dos
Jóvenes han sido hallados muertos en el parque del lago de cristal.
Su Nombre Víctor Lucksim y Edgar Lupinasckov.“
El
periódico cayó de mis manos al suelo, el café se me derramó
entero en el cuerpo y mi taza rompió en mil pedazos.
-¿¡Qué
es ésta mierda!? ¿¡Cómo que estamos muertos!? ¿Quién se ha
inventado ésta noticia?
- ¿A ver? Déjame ver -dijo Edgar- ¡No es posible..!
“En
la madrugada del Jueves 5 de Noviembre de 2020 dos jóvenes se han
hallado muertos en las orillas del lago de cristal iluminados por la
luna azul. Éstos dos jóvenes se encontraban desnudos sin ninguna
marca ni rasguño de intento de atraco, o agresión. Su piel
congelada y su corazón detenido fue lo que nos hizo llevarlos
corriendo al hospital de la ciudad. Ahí nos informaron que habían
fallecido de muerte natural. En sus manos portaban una rosa azul, sus
manos manaban sangre debido a las espinas clavadas en ellas. No
obstante no quiere decir que murieran desangrados ya que sus manos no
presentaban ninguna herida.“
-Ésta
noticia no tiene ni pies ni cabeza decía Mery por eso entré ésta
mañana a tu habitación pero al veros allí me di cuenta que no era
cierto. Aunque claro al veros en aquellas formas salí huyendo del
pudor.
-Perdona
Mery por la escena, nosotros no recordamos que ocurrió. Le dije.
-No
mal pienses, no ocurrió nada afirmaba Edgar.
Salí
corriendo a mi habitación y me vestí, no dudé dos veces en ir a la
imprenta del periódico para poner una queja. Pero al salir a la
calle noté como si algo extraño pasara. Estaba todo desierto, no
había ni un alma vagando por las calles como solía haber por las
mañanas. Edgar me agarró de la mano y me dijo:
- ¡Espérame! voy contigo necesito hablar contigo.
- De acuerdo, le dije.
Comenzamos
a caminar por aquellas calles desérticas adentrándonos en el parque
del lago de cristal donde había ocurrido la noticia.
Nos
encontramos cuervos sobrevolando la zona y efectivamente ahí había
sangre y huellas en la orilla, también había pétalos de rosas
azules. Pero de dónde habían salido esas rosas, cuando las rosas
que hay plantadas eran blancas como la nieve.
Nos
miramos las manos y no vimos rasguños qué estaba ocurriendo. Edgar
comenzó a tener miedo, lo abracé y lo besé en la mejilla.
Tranquilo, le dije: -no tengas miedo estoy aquí para ayudarte
afrontar tus miedos-.
Continuamos
caminando y llegamos a la imprenta del periódico.
-Buenos
días, dije con tono de cabreado.
-Buenos
días señor ¿en qué puedo ayudarles? Me respondió la secretaria.
-¡Necesito
hablar con el autor de ésta noticia!.
-¿Cuál
noticia señor?
Enseñé
el periódico y se lo entregué.
-Miré
usted, compruébelo por usted misma la foto y lea la noticia, ¿de
dónde ha sacado que mi compañero y yo que hemos fallecido?
-Perdone
señor Víctor, ¿qué foto qué noticia? Aquí no aparece nada de
ninguno de los dos. Baje el tono también se lo pido por favor, de lo
contrario tendré que llamar a seguridad.
-¿Cómo
que dónde está? (Comencé a alterarme).
Me
puse a mirar el periódico y efectivamente la noticia había
desaparecido.
-¡No
es posible! ¡yo la leí ésta mañana junto con mis compañeros de
piso!. Deme otro periódico se me habrá debido de caer. Le dije.
-Aquí
tiene me respondió.
Volví
a revisar y efectivamente la noticia había desaparecido. Cabizbajo y
en tono de confusión le dije perdón y junto con Edgar salí de ahí.
-¿Qué
ha pasado? ¿Dónde está la noticia? Porque tú la has leído al
igual que yo y Mery ¿qué ha pasado?
-No
lo entiendo yo la vi también, te creo.
-¿Qué
está pasando?, ¿qué ocurrió anoche?, ¿por qué aparecimos
desnudos en mi cama?, ¿cómo salimos de la bañera? Algo extraño
está pasando y voy a dar con él.
Retomamos
el camino hacia el centro de la ciudad para tomarnos algo y olvidar
lo ocurrido en la editorial. Pasamos la mañana viendo tiendas de
ropa, comprando cosas para el piso y aprovechamos para comprar el
regalo de Mery, su cumpleaños iba a ser en dos semanas y le teníamos
que hacer una gran fiesta.
A
la vuelta a casa pasamos nuevamente por el parque y las huellas, las
marcas de sangre y los pétalos azules habían desaparecido. Llegamos
a casa y pegué un portazo tirando el periódico al suelo. Me volví
a desnudar y fui a bañarme, me volví a arreglar y cogí mi coche
sin rumbo comencé a conducir.
-¿Qué
le pasa a Víctor? Edgar..
-Más
bien qué está pasando mejor deberías preguntar?
-¿Por?
¿Qué ha pasado?
- La noticia ha desaparecido.
- ¿¡Cómo que ha desaparecido!?
- Lo que oyes, no existe tal noticia, el periódico, todo, es algo extraño de explicar.
- No entiendo nada, decía Mery confusa.
Las
nubes de tormenta comenzaron a amenazar los cielos, la luna azul
volvió a salir y las nubes la cubrieron. Un viento frío comenzó a
soplar, mis ruedas del coche se movían solas, decidí aparcar junto
al acantilado de la novia para pensar.
A
lo lejos, en el mar, vi una luz blanca, parecía el fantasma de la
leyenda de aquel acantilado.
En
ese momento tenía miedo, ¿qué me está pasando? No dejaba de
preguntarme.
Tengo
miedo, ¿por qué otra vez esos fantasmas de mi pasado?, ¿Por qué
ahora?, me vine a éste pueblo para olvidarme de todo. ¡No puedo
renegar quien soy!, me decía constantemente.
En
el orfanato me trababan muy mal hasta cumplir los 18, sólo una cosa
buena hubo ahí, aquella profesora que me quería como si fuera mi
madre. La extraño ¡Emily dónde estarás!, gritaba con mis fuerzas.
La
luz se acercó levitando y ante mí se postró. Esa mirada, esa
dulzura que había en su rostro me transmitía una paz y una armonía
que el miedo desapareció por completo.
Su
pelo era largo, blanco como el de un ángel, su tez pálida como la
nieve, sus ojos azules como el cielo, su vestido era blanco, en su
mano izquierda portaba una nota y en su hombro derecho una paloma
blanca.
La
nota la dejó caer ante mis pies, con sus dos manos dulces, tiernas y
delicadas como las de un pianista, recogió a la paloma blanca, alzó
sus manos al cielo y con un delicado suspiro la echó a volar al
celeste azul. La luna azul de fondo se dejó ver de nuevo y la joven
dama se evaporó en un destello de luz celestial. Me agaché, recogí
la carta y comencé a leer. Mientras leía mis ojos entristecidos
comenzaron a derramar lágrimas de emoción. Un escalofrío recorrió
todo mi ser al sentir como si en la brisa una mano acariciara mi
rostro para secarme las lágrimas.
“Ten
cuidado mi pequeño ángel, no tengas miedo y prepárate para lo que
se avecina, guárdate de la obscuridad que ronda tu aura mi pequeño
ángel de luz.
att
mamá”
-¡Mi
madre no había muerto en el parto!, ¡por qué me engañaron en el
orfanato!- grité con impotencia. La mujer que
se había suicidado, la mujer de la leyenda no era una mujer
cualquiera, ¡era mi madre!.
No
me lo creía aún, son muchas cosas las que están pasando hoy, no
tengo cuerpo para afrontar todo lo que estoy viviendo.
Al
llegar a casa Mery no estaba se había ido tras recibir la noticia de
que su tío se había suicidado por la depresión de caer su empresa
a quiebra por culpa de la crisis financiera de su país, e iba a
consolar a su tía la única persona que le quedaba en vida.
Edgar
se encontraba recostado frente a la chimenea llorando, me acerqué a
él y le pregunté por Mery, aproveché el momento para contarle lo
que me pasó y se emocionó más aún. Yo me puse triste y él me
consoló toda la noche. Volvimos a bañarnos juntos pero ésta vez
era diferente la escena, no quería que me dejara solo, sólo quería
que me abrazara, tenía tanto miedo y a la vez tanto dolor, que la
sangre me hervía por dentro. Me prometió que cuando amaneciera
iríamos a buscar en la biblioteca más sobre la leyenda del
acantilado de la novia. Nuevamente volvimos a pasar toda la noche
juntos pero ésta vez vestidos, yo no paraba de llorar, pensando en
cuanto mal había estado mi madre sufriendo. Y por qué había hecho
semejante locura. ¿Acaso no me quería? ¿No quería a mi padre?
Toda la noche me la pasé abrazado a Edgar llorando y pensando. El
dolor me retorcía entre mis adentros. Edgar entre lo mío y lo de
Mery tampoco pasó buena noche, y tal fue la noche que amaneció con
fiebre.
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