miércoles, 26 de septiembre de 2012

Capítulo segundo: Acantilado de la novia

-->Capítulo 2: El acantilado de la Novia.

El sol comenzó a entrar por la ventana, desprendiendo esos rayos de luz divina por toda la habitación, acompañados de él, una suave, tenue y fresca brisa de la mañana, hacía mover los visillos celestes con una delicadeza majestuosidad y acompañado de los rayos de sol parecía reflejarse en las paredes de mi habitación el vestido de un ángel celestial.

Al abrir mis ojos, la volví a percibir. Era como volver a repetir lo ocurrido anoche en el acantilado de la novia. Mi habitación estaba llena de armonía y de paz. Todo se encontraba en calma, me giré y lo vi a él.

Al acariciarlo lo noté caliente, su temperatura había subido, le tomé la temperatura y presentaba 40 décimas de fiebre, ese su sudor frío y sus delirios me asustaron. Corrí hacia el lavabo para coger un paño de agua fría y colocárselo en la frente. Me coloqué mi bata y bajé corriendo a llamar a la ambulancia. No tardó ni cinco minutos en llegar, nos subimos y marchamos hacia el hospital.

Los médicos comenzaron su tarea yo tenía miedo, sabía que estaba mal lo que iba a hacer pero no podía aguantar más. Llamé a Mery y ella me dijo que vendría rápidamente, pasadas tres horas Mery llegó junto con su tía Dorothy Rellismare una mujer mayor de unos cincuenta años de edad, su cara era igual que la de un ángel, sus cabellos dorados eran largos y ondulados. Su sonrisa era mágica transmitía mucha paz y esa mirada tan dulce representaban la armonía. Sus ojos eran verdes esmeralda pero en esos momentos su mirada estaba perdida, aún estaba dolida por la muerte de su marido, el señor Edward Miller.

-¿Cómo estás hijo? Me dijo Tía Dorothy.
-Mal.. le contesté. Tengo miedo, de que Edgar muera. Anoche ocurrieron muchas cosas.

Mery nos estuvo contando a tía Dorothy y a mí que ella también tenía miedo, pero que teníamos que ser fuertes, y que no teníamos que aferrarnos al horror. Aquellas palabras nos llegaron al corazón, hablaba como un ángel, mantenía ese ritmo y ese compás que parecía melodía angelical en vez de la simple voz de una mujer. Su voz conquistaba los pasillos de aquel hospital.

El sol volvía a entrar por las ventanas y aquella suave y delicada brisa pero con cierto aroma a mar nos hacía calmarnos. La volví a notar, volví a sentir esa sensación de cuando me acariciaba la cara, pero ésta vez me abrazaba podía notar unos latidos en mi espalda. En ese momento me llené de fuerza y ya no tenía miedo. Algo me decía que no tenía que tenerlo, que fuera paciente.

Mery junto con tía Dorothy y yo estábamos ansiosos por saber los resultados de Edgar, a pesar de la tranquilidad que me invadió al volver a sentir aquella sensación, tenía esa cosa agarrada en mi pecho. No quería pensar ni por un momento que Edgar muriera. El pensar que muriera nos mataba a los tres.

Pasadas cinco horas el doctor salió, y nada más llegar a nosotros, le preguntamos ¿cómo estaba? ¿Qué le pasaba? Y un sin fin de preguntas.

El doctor nos respondió con tono apagado, él está bien, la fiebre a bajado pero tenéis que darle tiempo pues hemos notado una hemorragia interna que podría ocasionarle la muerte.
-¿Una hemorragia interna doctor? Pregunté. ¿A qué es debido?, ¿Qué fue lo que la provocó?
-No lo sé. Me respondió fríamente. Es la primera vez que tratamos un caso como éste, sus manos nos presentaban daños físicos pero sí internos y no sabemos cuál era el motivo.

Sus manos nos presentaban daños físicos pero sí internos y no sabemos cuál era el motivo.”
Aquellas palabras me marcaron, y comencé a recordar la noticia de aquel periódico.

Dos Jóvenes han sido hallados muertos en el parque del lago de cristal.”
Sus Nombre Víctor Lucksim y Edgar Lupinasckov.“

En la madrugada del Jueves 5 de Noviembre de 2020 dos jóvenes se han hallado muertos en las orillas del lago de cristal iluminados por la luna azul. Éstos dos jóvenes se encontraban desnudos, sin ninguna marca ni rasguño de intento de atraco, ni agresión física. Su piel congelada y su corazón detenido fue lo que nos hizo llevarlos corriendo al hospital de la ciudad. Ahí nos informaron que habían fallecido de muerte natural. En sus manos portaban una rosa azul, sus manos manaban sangre debido a las espinas clavadas en ellas. No obstante no quiere decir que murieran desangrados ya que sus manos no presentaban ninguna herida.“
-¡No era posible!, ¿qué estaba ocurriendo?- Me preguntaba continuamente.
-Entonces doctor, ¿cuándo le darán el alta? Pregunté.
-Aproximadamente en tres días, si vemos mejoría en el paciente, en caso contrario tendremos que volver a intentar otro método de curación.

Tia Dorothy nos dijo a Mery y a mí que nos fuéramos para casa que nos iba a preparar una tila y una sopa para calmarnos. Así fue, nos fuimos y en el recorrido volvió a atardecer. Mi barriga rugía como un león hambriento, no había comido nada durante todo el día debido al desánimo y la angustia.

Una vez en casa, mientras cenábamos les conté lo ocurrido en el día anterior. Tía Dorothy quedó boquiabierta al oír la historia.
-Hijo, me conmueve todo lo que estás contándonos. Pero más aún que seas tú.
-¿Que sea yo? A qué te refieres? Le contesté.
-Sí, tú eres el hijo de Anéri Helsky. La muchacha que se suicidó en aquel acantilado.
-Entonces... ¿ella es mi madre? Pregunté con tono de euforia pero con un toque melancólico.
-Son muchas las leyendas que cuentan de aquel acantilado. Me dijo, pero es mejor que lo hablemos mañana, si queréis mañana vamos a la biblioteca y nos cogemos toda la información del lugar. Me dijo.

Tras esas palabras Mery y yo nos subimos a las habitaciones para tratar de dormir. Tía Dorothy se quedó recogiendo la mesa y se quedó dormida en el sofá junto a la chimenea viendo un álbum de fotos de cuando era pequeña. Aquella noche, no era como todas las demás noches, algo extraño ocurría. Un viento gélido penetró por la ventana. Los rayos de aquella luna azul llenaban de luces y sombras toda mi habitación. Y ahí estaba ella otra vez, esa sombra negra con ojos rojos que me atormentaba todas las noches durante mi infancia. Se quedó toda la noche mirándome, yo abrí los ojos por un momento y me asusté al verla pero no quise armar un escándalo así que decidí acostarme de nuevo.
A la mañana siguiente en mi techo había escrito con sangre las terroríficas palabras de: “Vas a morir
Al ver aquellas palabras, me asusté y comencé a gritar. Mery vino corriendo junto con tía Dorothy y me preguntaron asustadas... ¿Qué ocurre Víctor?, yo les dije que mirasen al techo pero al mirar no había nada. Mery impactada me preguntó qué era lo que me estaba pasando, no era normal lo que me ocurría. Me dijo que me calmara y dejara de atormentarme con lo de Edgar y con lo que ocurrió aquel día en el parque y lo de la noche.

Ella no entendía nada y me daba coraje pero a la vez no podía enfadarme con ella pues no sabía nada de lo mío. Tía Dorothy ocultaba algo y yo tenía demasiada curiosidad por saber qué era, pero tenía miedo a la vez por como podría afectar eso a mi vida.

Me bañé y mientras Mery se quedaba en casa estudiando para un examen de la universidad, tía Dorothy y yo salimos a la biblioteca para investigar más a fondo sobre el tema.

Durante el recorrido tía Dorothy estuvo contándome su vida de estudiante y de como conoció a su marido. También me contó que ella no tuvo nunca hijos pues era estéril. Su marido a pesar de ser el amor de su vida también era un hombre serio y con problemas con la bebida, la maltrataba y le echaba en cara que era estéril. Decía que le soltaba muchas veces sin venir a cuento: “Eres peor que una planta marchita, deberías de pudrirte del todo como hacen las demás” Aquellas palabras me mataban por dentro. Pero ella me contaba que a pesar de todo lo que le decía, ella lo amaba con locura pues gracias a él pudo salir adelante cuando su familia le dio de lado al enterarse que no era una chica normal.

Le pregunté a qué se refería con eso último y me respondió... -desde muy pequeña tuve un don muy especial, podía ver a las personas que ya no están entre nosotros.- Yo me quedé de piedra al escuchar aquellas palabras. Me dijo también que su familia la trataba como loca, su hermana, la madre de Mery era la única que medio le hablaba y la entendía, pues era una chica muy noble. La madre de Mery murió con poca edad al poco tiempo de nacer ella. Nacimos en tiempos muy difíciles ya que las guerras estaban a la orden del día.

El recorrido se nos hizo corto debido a la conversación tan interesante que manteníamos. Y una vez dentro de la biblioteca usamos el internet y los libros informativos sobre leyendas del lugar. En especial, el acantilado de la novia. Ésto fue lo que encontramos.

2 de Julio de 1991, una joven chica de 22 años de edad se suicida por el acantilado. La chica dio a luz a un hermoso bebé el cuál, fue recogido por el orfanato Manestfield. Pocos minutos después de dar a luz la joven se suicidó tirándose al vacío, junto a ella su más fiel amiga Dorothy Rellismare la cuál intentó detenerla se hizo cargo del pequeño Víctor Lucksim Helsky. Según nos contó la pequeña Dorothy, Anéri había terminado de casarse cuando se enteró que su marido había estado engañándola con otra chica y que sólo se había casado con Anéri por su dinero. Éste al ver que Anéri salió huyendo de la iglesia de Equínia fue en su busca. Estuvieron discutiendo durante varias horas, ella se encontraba mal porque el pequeño Víctor estaba apunto de nacer. Él la apedreó i la tiró por los suelos humillándola. Anéri de la impotencia se levantó y en el pico de aquel acantilado dio su último suspiro dando a luz a un ángel, el momento según nos contó Dorothy fue mágico. Una enorme luna azul conquistaba el celeste cielo del noche. Las olas del mar agitadas por el viento rompían en la montaña y un rayo de luna encunó aquel emotivo momento. Una dulce melodía, de extraña procedencia las rodeó y ese fue el momento mágico en el cual Anéri Helsky dio a luz. Al poco rato la joven se puso en pie, se descalzó los zapatos de tacón que llevaba puestos, miró al cielo durante un segundo y comenzó a caminar.

Sin pensarlo dos veces saltó al vacío, un grito aterrador hizo volar hacia el estrellado celeste un mar de palomas blancas. Dorothy quiso impedirlo pero fue tarde, al ver aquel mágico momento de las palomas, un cisne blanco la detuvo. Anéri desapareció entre las olas del mar sin dejar rastro alguno. Desde aquella noche, se escucha el canto de una nana. Cuentan que en las noches de luna llena y cuando la Selene es azul se pueden escuchar los cánticos angelicales de la joven Anéri cantándole al pequeño Víctor para que cese su llanto y pueda irse a dormir.”

Al leer aquella noticia mis ojos comenzaron a derramar lágrimas de tristeza y de rabia. Miré a tía Dorothy y la abracé, ahora entendía todo, por qué me trataba como a un hijo. Ahora entendí tantas cosas y pude responder tantas preguntas a las que nunca encontraba respuesta. Le pregunté por mi padre y ella me contestó que murió en un accidente de coche a los pocos días en la curva que lleva a aquel acantilado. Muchas veces pensó que podría haber sido mi madre en venganza por el daño que le hizo pasar. Me dijo que no estaba solo, que la tenía a ella y a Mery, luego cuando Edgar mejorara pues también estaría ahí para ayudarme.

La volví a abrazar fuertemente y nos fuimos de aquel lugar, le pedí que me acompañara al acantilado de la novia a llevar una cosa. Y así fue, le llevé un ramo de flores, era un ramo de rosas blancas y rojas y azules con un papel en forma de alas de cisne abierto. Me descalcé, miré hacia la luna y grité ¡mamá te quiero!.

En aquel momento la brisa marina cesó, y pude sentir como un beso en la mejilla, y volvió a nacer esa brisa fresca. Tía Dorothy me dijo que ella estaba ahí, que mi madre estaba delante de mí que no tuviera miedo. Que ella también me quería y que era mi ángel de la guarda. Que tuviera cuidado pues la obscuridad estaba ahí y me quería hacer daño. Que no me alejara nunca de tía Dorothy pues ella era la luz que necesitaba para no perderme en el camino. Al darme la vuelta y volver al coche tía Dorothy me dijo que me girara, y en ese momento, pude volver a ver la escena de mi madre cayendo al mar y cantando la nana. Me sentí feliz y triste a la vez pues esa canción siempre estuvo metida en mi cabeza desde bebé.

Nana niño nana,
duérmete en mis brazos tesoro
nana niño nana
la luna se hace cuna para acunarte en cada noche
nana niño nana
las estrellas te arropan en su manto celestial
nana niño nana
Eres un ángel del cielo digno de admirar.
Nana niño nana
duérmete tesoro y nunca dejes de soñar.

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