CAPÍTULO
6º: ISLA ESPEJISMO.
Mientras
yo descansaba bajo aquel sol radiante Uriel se acercó por detrás a
Dafne y comenzaron a discutir.
-Se
puede saber ¿qué es lo que pretendes?
-¿Yo?
¿Por qué lo dices? Le respondió asombrada.
-Lo
sé muy bien, conozco a las mujeres de tu tipo.
-Me
dejas anonadada, ¿Qué te pasa?
-¡Deja
en paz a Víctor!, él no te ama, ¡ni te amará nunca!. Tú eres una
bruja de las malas.
-Uriel,
deja de comportarte como un crío, ¡Madura! ¿Cuándo piensas
decirle quién eres?
-¡Lo
sabía! ¡Sabía que eras una bruja!.
-¡No
sabes quien soy! ¡Cállate!
-Haz
el favor de dejar a Víctor y ¡aléjate de él!
-Yo
al igual que tú estoy a su lado para protegerlo.
-¿Protegerlo
de qué? Y sobre todo.. ¿de quién?
Las
voces de Uriel y Dafne me despertaron del sueño me acerqué a ellos
y les dije:
-¿Protegerme
de qué? Se puede saber.. ¿a qué vienen esas voces? Aprovechando
éste momento me gustaría poder mantener una conversación seria con
ustedes dos. Creo que va siendo hora de que pongamos las cartas sobre
la mesa ¿no creen?. Habéis aparecido en un momento inesperado a mi
vida. Nacisteis de la nada, y desde que habéis llegado no han habido
nada más que complicaciones. ¿Quiénes sois? Decía mientras andaba
en círculo ante ellos.
En
ese momento hubo un silencio un tanto escalofriante, hasta que Dafne
comenzó a hablarme mirándome fijamente a los ojos y con una
preocupación en sus palabras.
-Cielo...
yo ya te conté que me fugaba de los que me perseguían, sí es
verdad que mentí en una cosa. No soy princesa.. bueno sí.. pero no
quiero serlo. Mis padres Apolo y Selene reyes de Atladia me han
obligado desde muy pequeña y me han inculcado cosas que nunca he
querido. He renegado al trono y a la corona, a parte de eso.. bueno..
ya sabes.. practico la magia, he sido ladrona, pues para sobrevivir
tuve que hacerlo.
Mientras
Dafne me contaba su vida Uriel no dejaba de mirarla con desconfianza
y despecho. Pues me veía a mí babear ante su belleza y veía como
me hechizaba con sus tiernas palabras.
El
señor Mondragón nos avisó de que ya estábamos cerca de las islas
espejismo y que en poco rato íbamos a parar. Me alejé de Uriel y
Dafne por un momento y me fui a mirar el mar, algo extraño estaba
nadando bajo ese mar azul.
-Capitán
¿Hay ballenas u otros peces grandes por éstas zonas? Pregunté con
interés.
-Mi
pequeño calamar, en éstos mares hay criaturas que si supieras no te
acercarías donde estás ahora.
-¿A
qué se refiere mi capitán con eso?
-Hay
desde enormes pulpos, a serpientes marinas, pasando por enormes seres
que habitan en las profundidades.. y bueno luego a parte se
encuentran las damas de la noche.
-¿Damas
de la noche mi señor? Preguntó Uriel.
-Sí,
las sirenas. Unas criaturas muy bellas pero malignas, confunden a los
marineros para que sus barcos naufraguen contra las rocas.
-¿Sirenas?
Creí que sólo eran leyendas.. respondí.
El
capitán Mondragón comenzó a reírse, y seguido me respondió.
-¡Ay!
Mi pequeño calamar aún eres joven y no conoces todo lo que oculta
el planeta, pues el mar es inmenso y hay muchos rincones que el
hombre aún no ha conocido. Aléjate de esa zona pues podrían
aparecer en cualquier momento, está atardeciendo y las damas de la
noche no tardarán en aparecer. Entrad dentro y coman algo les
preparé un plato exquisito un manjar marinero.
La
verdad, tenía bastante hambre así que decidí entrar a probar de
aquel exquisito plato, el señor Mondragón nos había acogido en su
barco sin conocernos de nada, y nos trataba como reyes. Era un buen
hombre a pesar de lo mal que lo juzgamos la primera vez que lo vimos.
Se ve que es un marinero solitario, no es muy gordo tiene su barriga
cervecera, su melena rojiza, y el cuerpo de haber trabajado mucho.
Pienso que tendrá unos 55 años más o menos.. El plato que nos
esperaba en el salón de aquel barco era un exquisito pulpo,
acompañado de un buen vaso de whisky. Durante la comida podíamos
ver como el sol iba poco a poco falleciendo entre las montañas aquel
crepúsculo era hermoso los rayos poco a poco iban desapareciendo,
dejando el cielo con un tono anaranjado que se juntaba con el azul de
la luna llena que empezaba a nacer desde el inmenso océano. Lo
estábamos pasando bien los cuatro disfrutando de aquel manjar. Pero
notaba cierta tensión en el ambiente pues Dafne y Uriel no se
miraban muy bien. ¿Qué habrá sido lo que estarían hablando en mi
ausencia? Me preguntaba mentalmente mientras los miraba. Dafne y
Uriel mis dos amores prohibidos enfrentados entre sí, esas bellezas
no son normales.
Giré
la cabeza mirando por la ventana y vi la noche caer ante nosotros era
hermosa la puesta de sol. Me levanté llevé mi plato y mi copa hacia
la cocina y subí hacia la parte de arriba, dirigiéndome hacia la
proa, salté la baya y me puse a imitar una escena de una película
que me recordaba buenos momentos en la infancia.
-¡Qué
hermosa estás hoy mi luna! Grité.
La
brisa del mar acompañado de las gotas de las olas que se dejaban
llevar por la fresca brisa rozaban mi cara. A lo lejos pude ver como
algo nadaba hacia el barco. ¿Qué son esos extraños seres? Me
preguntaba. En ese momento me volví hacia atrás de las barras y
pude ver a las damas de la noche. Eran hermosas, todas y cada una de
ellas, parecían delfines saltando en el agua y jugando. Algunas se
subieron a las rocas a cantar bajo la luna de plata. Sus voces
hipnotizaban eran magnéticas, pero algo había en ellas que no me
hacía perder el norte como a los marineros. El barco llegó hacia la
isla como un metal hacia el imán. Las sirenas se ocultaron bajo el
agua al ver a Dafne asomarse a proa.
-¿Qué
extraño? Dije en voz alta.
-¿Extraño?
¿el qué cielo? Me respondía Dafne con una sonrisa magistral.
-Nada,
respondí en tono bajo.
Comenzamos
a andar hacia la isla y yo me quedé en el puente de madera donde el
barco ancló. Mientras Uriel, Dafne y el capitán Mondragón se
adentraban entre el bosque de palmeras.
Comencé
a cantar bajo la luna una dulce y cálida melodía.
“Oh
luna del celeste azul
bajo
tu influencia me postro ante ti
oh
luna del celeste azul
que
das vida a mi ser
naciste
entre guerras y entre amores
oh
dulce luna a tus pies estoy pensando en ti.
Del
mar nació una estrella que brilla alto cerca de ti
las
tres aves de la luz
se
enfrentarán por conquistarte
sólo
una nacerá entre ellas para armonizar el planeta.
Fuego
ardiente es su corazón
Helada
y fría es su alma
Eléctrica
y magnética es su voz
Dulce
y armoniosa es su mirada
Bajo
ésta noche de luna llena yo te doy vida princesa.”
En
ese momento el cántico de las sirenas acompañaron mi cálida
canción, y en aquel instante sentí gran fuerza recorrer todo mi
cuerpo. La luna se encontraba en lo alto del cielo reflejándose en
el mar, las luciérnagas sobrevolaban entre nosotros. Dejé de cantar
y cogí mi armónica y comencé a tocar la misma canción. Un grupo
de sirenas comenzaron a saltar y a jugar mientras otras me
acompañaban en el cántico. Y del mar en el reflejo un ser mágico
nació, era él, el dios del mar, el padre de toda criatura marina,
acompañado de su fiel esposa la reina Atenea, su rostro me recordaba
al de mi madre pues era hermosa, me tendió su mano y me llevó con
ellos. Me sentí lleno de vida y mi hidrópetra cobró vida en ese
instante. Dafne volvió hacia la playa para ver donde me encontraba y
me vio en la playa solo caminando por el agua.
-¿Víctor?
¿Qué estás haciendo? Me preguntaba.
Yo
no la escuchaba pues estaba ciego ante tal momento. Ella viendo que
no oía su voz se acercó a mí y me rozó el hombro con sus manos.
Al tocarme caí al mar, estaba dormido, mi cuerpo se hundía poco a
poco hacia el profundo océano. Ella asustada se metió en el mar a
rescatarme. ¿Qué me estaba pasando? No podía creer lo que vivía,
no sabía si era un sueño o era una realidad. ¿Qué me ocurre?. Las
sirenas comenzaron a huir de Dafne y otras tantas salían tras ella
para que se alejara de mí. Dafne las miraba y las aterraba para que
no me tocasen. Finalmente Dafne me rescató y me llevó hacia la
orilla. Al cabo de un rato desperté, comencé a toser y a escupir
agua pues había tragado mucha agua al hundirme.
-¿Qué
ha pasado? ¿Dónde están?
-¿Quiénes?
Respondía Dafne.
-El
señor del mar junto con su mujer, ¿y las sirenas?
-¡Qué
dices Víctor! No había nadie. Sólo había sirenas rondándote.
-Entonces..
¿ha sido un sueño?
-Me
temo que sí, no puedo dejarte solo, siempre que llegas al mar te
quedas como hipnotizado y pareces sonámbulo.
-No
entiendo lo que me pasa. Últimamente estoy teniendo sueños que
parecen todos reales.
-Tranquilo,
no temas, no estás solo. Son sólo sueños, aveces la mente nos
puede jugar malas pasadas. Lo que no entiendo.. es ¿Cómo has estado
flotando en el mar?
-¿Flotando?
¿Qué dices?
-Sí,
cuando he venido a buscarte estabas andando por encima del agua. Me
quedé un poco pensativa pues no sabía si es que el whisky se me
subió a la cabeza o no sé. Pero la verdad es que ha sido algo
increíble.
-No
entiendo nada, dije confuso.
-Tu
piedra estaba brillando. ¿Estabas cantando o tocando la armónica?
-Las
dos cosas.
-Tocas
muy bien, esa melodía la solíamos cantar en mi tierra.
-¿Algún
día me contarás la verdad? Le dije aprovechando el momento.
Me
miró, bajó la cabeza y no respondió.
-Ok,
perdona. Le dije bajando la cabeza.
Me
levanté y nos fuimos con Uriel y el capitán Mondragón hacia el
corazón de la isla.
Allí
estaban escondidos tras unos arbustos, andaban mirando un fuego que
ardía en unas rocas. Podía oír voces de cánticos, me acerqué a
ellos y me puse a observar.
Eran
caníbales, y estaban adorando a su dios.
-Shh!
No hagáis ruido pues de lo contrario nos podrían descubrir. Decía
el capitán Mondragón.
-Vayámonos
al otro la de la isla. Dijo Uriel.
Comenzamos
a andar hacia el otro extremo de la isla y allí se quedaron toda la
noche. Yo decidí irme al barco pues no me veía preparado para
quedarme en la isla.
Aquella
isla era de lo más extraña, ¿Qué habría aquí para que Dafne
pensara que estaba aquí Mery? ¿Por qué las damas de la noche se
escondieron al ver a Dafne? ¡Es todo tan extraño! Me preguntaba
constantemente.
Un
golpe en la puerta me hizo levantarme de la cama, abrí la puerta y
me encontré una piedra tirada en el suelo. Me asomé y ahí estaba
ella de nuevo.
-Hola,
no nos conocemos pero me gustaría hablar contigo Víctor.
-¿Qué
quieres de mí? Le dije.
-Conozco
el mar y ésta isla. Tenéis que marcharos rápido antes de que
comience a hacer efecto el polvo que desprenden sus flores. Por
cierto aléjate de esa muchacha no es buena.
-¿Qué
polvo? ¿Qué flores? ¿Que me aleje de Dafne? ¿Por qué?
-Debes
hacerme caso, los marineros han dicho cosas de nosotras la damas de
la noche que la mayoría de las cosas no son ciertas, confío en ti y
sé que una parte de ti está conectada con nosotras por eso no te
hipnotizaron nuestros cánticos.
-Lo
noté, cuando nos unimos en el puente.
-Debo
marcharme, quizá en otro momento en algún otro lugar nos volvamos a
encontrar pero ahora debo marchar. Cuídate y ten cuidado.
La
dama de la noche se sumergió en el agua junto con las demás y yo
miré hacia la luna y volví a meterme en el camarote.
En
el corazón de la isla comenzaron a florecer los frutos del espejo y
su polvo comenzó a cubrir toda la isla, al ver esas luces moradas me
levanté corriendo y fui a avisar a mis compañeros.
-¡Chicos!
¡Salgan corriendo de ahí!
-¿Qué
pasa? Dijo Dafne adormilada.
-¿Qué
son éstas voces Víctor? Dijo Uriel.
Tenemos
que huir de ésta isla lo más rápido posible esas luces son polvo
espejo.
-¿Polvo
espejo? Juraría que era una leyenda. Dijo el capitán Mondragón.
Vamos chicos corramos al barco pues ese polvo es maligno.
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