La
noche ya había llegado y la luna de sangre estaba poco a poco
subiendo al celeste azul, todos estábamos asustados, aquellas
miradas no cesaban de mirar. Encendimos unas antorchas para poder ver
mejor en la obscuridad de la noche. Nos iba quedando poco para subir
a la cima de la montaña, pero el cansancio podía ya con nosotros.
Teníamos miedo de que pudiera pasarnos algo ahora.
-Tened
cuidado por éste camino, la hierba comienza a desprender humedad y
podemos resbalar y caer al río. Nos decía Balthor.
El
capitán comenzó a toser muy seguidamente, y empezó a escupir
sangre.
-¿Qué
te pasa Aden?, ¿Te encuentras bien? Preguntaba asustada tía
Dorothy.
-Tranquila,
éste viejo calamar está ya acostumbrado a todo ésto. ¡Sigamos!
Respondía.
No
era la primera vez que lo veía en ese aspecto, tenía miedo de que
le pasara algo al pobre capitán. Aún es joven, pero está muy
quemado por dentro. Me detuve un momento en el camino al escuchar un
seseo cerca de nosotros.
-¿Qué
es ese ruido? Pregunté asustado.
-Tranquilo,
no te detengas que las serpientes las tenemos bajo nuestros pies.
Iba
agarrado a la pared para evitar caerme, pero no podía evitarlo y
miré hacia abajo, en ese momento pude ver un enorme nido de
serpientes, era época de apareamiento y los machos se estaban
peleando para conquistar a la hembra. AL ver aquella escena me asusté
más de lo que estaba. Perdí un poco el equilibrio y me resbalé,
tuve suerte, Balthor se agarró a una liana y me tendió su mano para
cogerme.
-Gracias,
le dije asustado.
-Tranquilo,
no ha pasado nada. Debes mirar más por donde caminas, estamos en
sitios muy peligrosos.
Dafne
iba un poco dolorida por la roca y el capitán iba también el pobre
un poco cojo. Conseguimos salir de aquel camino y llegamos a la cima.
La luna desprendía unos rayos rojos como la sangre iluminando la
cima.
-¡Mirad!,
¡Ahí están las Orquídeas de sangre! Gritó Dafne eufórica.
-¡Sh!
No grites de esas maneras o lograrás que nos oigan. Respondía
Balthor.
Dafne
salió corriendo para arrancar las flores y mientras las arrancaba se
reía de unas maneras que nunca imaginé oír. Daba miedo, de entre
los árboles comenzaban a moverse sigilosamente sombras.
Un
silencio lo bastante frío nos dejó petrificados a todos, sólo se
escuchaba la risa de Dafne en aquel silencio de la noche. Las
orquídeas comenzaron a abrirse y a desprender su polvo. Las
serpientes de la zona saltaron de entre los árboles rodeando las
orquídeas y a Dafne.
-¡Socorro!
Gritaba aterrada.
-¡MIERDA!
Gritó Balthor.
-¡NO!
Gritaba Tía Dorothy.
-¡Ay
que me da! ¡DIOS MÍO AYUDA!, gritaba aterrado.
-¡HUYAMOS!
¡Que les den a las orquídeas, son enormes!
-¡Tranquilos!
¡No os mováis!, por la noche las serpientes son ciegas y no ven,
sólo escuchan. Respondía el capitán con un tono de inseguridad.
Dafne
estaba aterrada, pero no dejaba de arrancar las orquídeas y
metiéndolas en la mochila. Las serpientes se alzaron ante nosotros y
no dejaban de mirarnos, sus enormes colas comenzaron a rodearnos a
todos. Nos encontrábamos aterrados, Balthor no parecía estar
asustado. Pensé que sería por estar acostumbrado a haber estado
aquí, pero no me tranquilizaba. Yo junto con Emily y tía Dorothy
comencé a llorar de la impotencia, tenía miedo y no sabía como
reaccionar. Sus lenguas viperinas rozaban nuestros rostros y nuestras
pieles comenzaron a erizarse. Esos seseos en mis oídos me
aterrorizaban, me hacían recordar a las pesadillas que vivía cuando
era pequeño. Una espesa niebla comenzó a nacer de la nada cubriendo
todo el lugar. Dafne intentó escapar del círculo de serpientes y
una serpiente la enganchó de las piernas y la tiró al suelo.
-¡Dafne
no! Grité asustado acompañado de lágrimas.
-¡AYUDA!
Gritaba aterrada.
Balthor
sacó las bengalas y se las lanzó a las serpientes para distraerlas,
pero fue en vano. Una enorme víbora me apretaba y podía sentir como
poco a poco me iba estrangulando, los ojos se me iban cerrando
lentamente y podía ver como visiones. Mery estaba en un cementerio
enterrada viva bajo un nido de víboras. Al verla me llené de fuerza
e intenté salir de ahí. Balthor cogió su pistola y comenzó a
disparar, Emily, tía Dorothy y el capitán consiguieron huir y se
escondieron. Dafne estaba intentando escaparse de aquellas serpientes
que la rodeaban. Me giré y vi a una serpiente acercándose
lentamente hacia Balthor.
-¡Balthor!
¡HUYE! Gritaba.
Se
giró y Dafne sacó una pistola de la mochila y apuntó hacia la
serpiente pero el tiro se le fue de las manos y le disparó a la
pierna a Balthor, éste cayó al suelo y la serpiente se lanzó a él
devorándolo ante nosotros de unas maneras salvajes. Lo alzó al aire
y comenzó a engullirlo lentamente.
-¡NO!
¡BALTHOR NO! Gritaba.
Emily
al escuchar mis gritos salió de entre su escondite y vio aquella
escena de Balthor siendo devorado por aquella enorme anaconda.
-¡BALTHOR
NO! Gritaba mientras lloraba.
Dafne
de la impotencia comenzó a llorar, e intentó huir con la mochila.
Tía Dorothy salió tras ella, gritándole. “¡Asesina! ¡Vuelve
maldita traicionera!” Dafne cayó rodando por un acantilado hacia
el mar, tía Dorothy no podía creer lo que estaba viendo en ese
momento. Volvió a revivir aquel momento en el cual mi madre se
suicidaba por el acantilado de la novia. Cayó de rodillas ante él
se quedó mirando al mar, viendo como las olas rompían salvajemente
contra las rocas. No había ningún rastro de Dafne, había sido
devorada por el mar. Se alzó llorando y comenzó a gritar. El
capitán mientras tanto cogió una pistola de dardos y comenzó a
disparar somníferos a las anacondas. Conseguí librarme de ella y
salí corriendo hacia Emily, la pobre estaba destrozada, nunca la
había visto así. La agarré del brazo y la ayudé a levantarse,
todo había acabado. Balthor había sido devorado por aquella enorme
anaconda y nos encontrábamos hundidos y destrozados por aquel
momento. Comenzamos a caminar los tres hacia donde corrieron tía
Dorothy y Dafne y allí nos la encontramos llorando llena de sangre
por los rasguños que le provocaron las ramas de los árboles.
-¿Qué
te ha pasado?, ¿Dónde está Dafne? Pregunté asustado.
-Dafne
no está, me respondió fríamente.
-¡Cómo
que no está!, ¿Dónde se ha ido? Le dije enfurecido.
-Dafne
ha caído al vacío, salí tras ella insultándola y ella se resbaló
y cayó rodando hacia el acantilado. ¡Soy una asesina, una asesina!
Gritaba.
-¡NO!,
¡DAFNE NO! Gritaba con gritos desgarradores.
Me
acerqué al acantilado y pude ver el mar romper contra el mar y sin
pensarlo dos veces me lancé al vacío gritando su nombre. Mientras
caía al mar, Emily quiso impedirlo y cayó de rodillas y me vio
desaparecer en el mar.
-¡NO!,
¡VÍCTOR NO! Gritaba llorando.
Tía
Dorothy no cesaba de llorar y de gritar que se sentía culpable por
haber matado a Dafne, Emily acabó destrozada al ver que perdió a
Balthor, del cual se estaba enamorando lentamente. Aquella hermosa
semana que pasamos en la isla, los dos estuvieron muy enamoradizos,
se les notaba en las miradas aunque no querían decir nada. El amor
de ellos dos fue un idilio en una penumbra. El capitán agarró del
brazo a Emily y la levantó, le tendió la mano a tía Dorothy para
que se levantase del suelo y los tres comenzaron a mirar al mar
abrazados. La luna de sangre iba desapareciendo poco a poco entre la
montaña. La luz del alba comenzaba a nacer de entre aquel enorme
océano. Una enorme bandada de palomas blancas comenzaron a volar de
la nada, alzando su mágico vuelo desde el mar hasta el cielo
anaranjado por el crepúsculo de la mañana. Una tenue brisa comenzó
a soplar haciendo mover las melenas de Emily y tía Dorothy simulando
las olas del mar.
El
capitán se alejó de ellas y fue a recoger unas pocas orquídeas y
volvió con ellas.
-Será
mejor que nos marchemos, ya no podemos hacer nada. Respondía con
lágrimas en los ojos. Ahora tenemos que hacer lo que un día Víctor
no acabó, ir a buscar la otra planta para llevársela al joven Uriel
y poderlo salvar.
-No
puedo marcharme, respondía tía Dorothy llorando. He visto morir a
los tres. Anéri, Dafne y Víctor. ¡Jamás podré perdonarme que por
mi culpa hoy están muertos!
-¿Por
qué dices que Anéri murió por tu culpa? Respondía Emily.
-No
puedo decirlo aún. No estoy preparada. Perdóname. Decía mientras
sus lágrimas volaban en la brisa y corría hacia la playa.
Emily
quiso despedirse nuevamente de mí y cogió unas hermosas flores y
las tiró al mar, gritando “¡Víctor te quiero!” imitaba el
grito que una vez yo grité en su momento.
En
ese instante un cisne salió de la nada y comenzó a volar hacia el
sol.
CONTINUARÁ.. En el segundo libro Luna azul.
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