miércoles, 26 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 9º: DE VUELTA A CASA.

-->CAPÍTULO 9: De vuelta a casa.

El crepúsculo de la mañana comienza a entrar acompañado de una fresca brisa marina por la ventana de mi camarote. Todo vuelve a empezar otra vez, aquellas sensaciones tan armónicas, era ella de nuevo, la presencia de mi madre volvía a cubrir toda mi habitación con destellos de luz. Me levanté y me senté en mi cama pude verla, en ese momento recordé las palabras que una vez me dijo Uriel, “tus poderes irán en aumento con forme vaya pasando el tiempo”. Efectivamente ahora podía ver como tía Dorothy, pero ella ya no se encontraba a mi lado para ayudarme. Miré a los ojos de mi madre y pude sentir como me tendía su mano y acariciada mi rostro. Por primera vez pude oírla hablar, me hablaba con una dulzura y una calidez que podía sentir como si volase.

Mi pequeño ángel, he venido porque he estado notando que necesitas ayuda. Últimamente están pasando cosas que te están afectando demasiado. He de decirte que tengas cuidado pues la obscuridad cada vez está más cerca de ti. No puedo hablar mucho pues podrían oírme. He de irme mi pequeño Víctor, cada noche velo tus sueños. Recuerda nada es lo que parece.”

Al escucharle decir aquellas cálidas palabras me levanté y marché hacia el lavabo para asearme un poco, no entendí muy bien qué quería decir con aquello de “recuerda nada es lo que parece” pues me chocaba bastante. Así me tiré todo el día, dándole vueltas y vueltas como suelo hacer siempre con las cosas desde que tengo uso de razón. Emily me lo decía que no le diera tanta importancia a las cosas que no tienen mucho sentido pues acabaría volviéndome loco. Respecto a lo que pasó a noche, he decidido pasar y dejar de pensar pues son cosas que mejor no buscarle la respuesta. Uriel me sorprendió bastante, nunca pensé que a pesar de su mal estado se levantara y actuase como si nada hubiese pasado. Y Dafne.. bueno ella mejor olvidar.

El capitán Mondragón me estuvo dando clases de navegación pues él sentía la necesidad, pude notar como en su mirada ocultaba algo. Lo empecé a tratar como si fuera mi padre, pues no se ha separado de mí en todo el viaje, siempre ha estado a mi lado, y ha estado apoyándome. Luego también ha estado ayudando a Uriel, que eso dice mucho de él, a parte lo bien que nos ha acogido en su barco. Me siento a gusto, y eso me gusta.
Comenzamos a dar la clase y la verdad es que me gustaba bastante, durante la comida estuvimos los dos solos hablando sobre los tipos de nudos y lo que significaban los colores de las velas. Dafne no había despertado aún de lo ocurrido la noche anterior, pero su corazón seguía palpitando así que no nos asustamos, y Uriel.. se quedó en su cuarto, tumbado al levantarse perdió gran parte de su fuerza muscular y se estaba apagando.
Aproveché el momento para hablar con el capitán sobre lo que me dijo la dama de la noche, al principio él me dijo que tuviera cuidado con ellas pues no eran de fiar, pero luego comenzó a darse cuenta que no todo era como lo decían. Le dije que se la quería presentar, nos pusimos el traje de baño y marchamos al agua y ahí estaban cantando bajo el inmenso mar. Hablé con mi fiel compañera indicándole que nos llevase al capitán Mondragón y a mí al lugar donde fuimos la última vez y así fue.

La cara del capitán Mondragón reflejaba alegría y admiración pues nunca había visto lugar tan maravilloso como el fondo marino. Aquel paisaje era digno de ver, parecía el mismísimo Edén. Los delfines nadando, los peces corriendo de un lado para otro, las sirenas cantando bajo el mar, todo estaba en perfecta armonía, lleno de luces y de colores. Cuando llegamos al lugar, la dama de la noche se presentó ante el capitán y él al principio quedó un poco hipnotizado por el cántico. Tras pasar un rato se recuperó su estado normal y pudimos hablar con más calma. La dama de la noche estuvo explicando las coordenadas de dónde estaba situada la isla Ofidio. El capitán nunca oyó hablar de tal isla así que se quedó un poco perdido. La única forma de llegar era nadando por el fondo del mar pero era muy peligroso y requería una gran fuerza y aguante ya que la presión del mar podría incluso reventarte por dentro. Volvimos para la superficie y ahí estuvimos planeando una forma de llegar, nos fue fácil gracias a la dama de la noche pues no dio unos apuntes de como era la isla, gracias a eso elaboramos un pequeño mapa. Nos pusimos rumbo hacia el puerto de la ciudad, teníamos que comprar varias cosas tales como oxígeno, balas y pistolas. Aproveché para comprar medicamentos, vendas, relajantes, alcohol y demás cosas para curar en caso de que ocurriera algo.
Después de comprar volvimos al barco y fui a hablar con Uriel.

-¿Se puede?

-Pasa, ¿Qué quieres ahora?

-Vengo para decirte que vamos a llevarte al hospital. Hemos llegado hace nada al puerto de Nimsville y no puedo aguantar más verte así, mientras que nosotros nos vamos en busca de Mery y de tu medicamento tú te quedarás aquí, no estarás solo pues Edgar está aquí también.. Aunque esté en coma pero por lo menos sé que no lo estarás.

-¡Me niego! ¿cómo es posible que me digas ésto? ¿ya quieres alejarte de mí no? ¿Ya me quieres separar de ti para poderte ir con esa zorra? ¡Lárgate de aquí no quiero volver a verte!

-Uriel, haz el favor de no decir más tonterías por favor. No pienses en eso, jamás iba a permitir que nos separasen, pues has estado siempre ahí.. Quiero que te mejores, por eso he decidido dejarte aquí.

-¡No quiero! Quiero poder ir con vosotros, estoy bien, un poco debilitado pero me da igual.

-No te encuentras preparado para hacer el viaje, entiéndelo, me mata el verte así y no me perdonaría nunca si te pasara algo allá donde vamos.



-Hablas muy seguro de lo que dices lo puedo ver en tu mirada, pero me da igual mi muerte, si muero lo quiero hacer a tu lado. No te das cuenta que somos parte de un todo. Si tú caes yo caigo, por qué no te quieres dar cuenta.

-No me quiero dar cuenta no, ¿Cómo quieres que me de cuenta si nunca me hablas de ti? No sé quién eres, ni a qué has venido. Tengo miedo de saber la verdad, tengo miedo de ser algo que no quiero ser, toda mi vida he renegado lo que soy, ¿sabes lo que es mirarse en el espejo y no ver a una persona? ¿No verdad?, ¿Sabes lo que es mirarse en el espejo y ver a un monstruo? ¿tampoco verdad? Pues por eso mismo, como no lo sabes no hables. Estoy cansado de que la gente siempre vaya hablando de lo mismo. Tú eres especial, tú eres divino, tú, tú y nada más que tú. ¿Quién es ese tú? ¿Por qué no puedo ver con mis ojos a ese tú? Porque no existe, ese tú nunca ha existido Uriel, tú eres tú y yo soy yo. El todo sólo existe en tu cabeza. En ésta vida nada es de nadie, siempre he vivido solo, no he tenido a nadie a quien abrazar en las noches, a quien contarle mis penas, a quién pedirle consejo. Nunca he podido encontrar la felicidad, pues nunca ha habido momentos buenos. ¿entiendes?. Lo único bueno que empecé a vivir fue cuando entré en la facultad y conocí a Mery y a Edgar. Aunque a ellos no les conocí ahí pues cada uno pertenece a su historia de mi pasado. Con ellos he vivido mis últimos momentos de felicidad hasta que un día sin saber ni como ni cuando me los arrebataron. Luego llegaste tú y más tarde Dafne ¿Y ahora qué? ¿qué más tengo que vivir? Estoy cansado de todo. Por eso y por más cosas quiero que te quedes aquí en el hospital para que por lo menos si te pasara algo que los médicos te ayudasen ya que yo no podría hacerlo pues no soy médico.

-Está bien Víctor, me quedaré en el hospital, pero con una condición.

-¿Cuál condición?

-Que no creas nada de lo que veas pues todo es mentira. Todo lo que ves, no existe, pertenece a un mundo de sombras. La obscuridad se está acercando a ti cada vez más, debes de alejarte de Dafne, ya no porque no la quiera ni ver, si no porque ella es parte de ese mundo. Es hermosa, pero no es ella, su belleza es maldita. Decía con tono débil y apagado, mientras se agarraba el pecho dolorido.

-Tranquilo Uriel, por favor no te pongas así, tranquilízate, no te pongas nervioso pues puedes empeorar. De acuerdo te haré caso. Pero tú prométeme que algún día me contarás toda la verdad, pues quiero saber qué es verdad y qué es mentira. Quiero saber quién eres y por qué sabes cosas de mí.

-Algún día encontrarás las respuestas que tanto ansías conocer. Sólo debes cerrar los ojos y ver con el alma. Decía mientras sus ojos se iban cerrando lentamente.

Llamé a una ambulancia y nos fuimos al hospital, aproveché el momento para acercarme a ver a Edgar, ahí estaba como siempre, tumbado en su cama. Sin dar un paso bueno, pues seguía en coma. Me acerqué a él y le volví a agarrar la mano, ésta vez estaba cálida y podía ver en su rostro como desde sus ojos corrían lágrimas. Aquel momento me mató, llamé corriendo a la enfermera y vinieron corriendo. Estaba dando por fin síntomas de recuperación pero no despertaba de ese eterno sueño. El doctor me dijo que es normal que algunos pacientes que caen en coma hagan gestos de ese tipo. Pues estaban encerrados en un largo sueño. Me tranquilizó un poco el oír esas palabras pero yo sabía que él me oía así que cuando se marchó el doctor le comencé a contar todo lo que vivimos y lo que le ocurrió a Mery. Necesitaba desahogarme. Al acabar de contarle todo le besé la mejilla y sentí como me agarró la mano. Me despedí y fui a ver a Uriel, él se encontraba despierto ya que las enfermeras estaban tomándole la tensión y poniéndole el suero. Cuando se marcharon aproveché para despedirme y decirle que volvería para traer el medicamento que sanaría su dolor que fuera paciente y que no se olvidara de que aunque estuviera lejos siempre lo tendría en mi mente.

Volvimos a casa a pasar la noche y estaba todo tal y como lo habíamos dejado. Aún podía sentir el olor de Mery como si fuera ayer han ocurrido muchas cosas en éstos días. Dafne ya despertó y no quiso hablar con nadie, así que se fue a la habitación de Mery y pasó allí toda la noche. El capitán Mondragón y yo estuvimos cenando y hablando durante varias horas sobre el viaje, y sobre los peligros que nos podríamos encontrar allí. Era la selva y ese mundo era desconocido para él pues a pesar de ser marinero nunca se adentró en una selva. Me estuvo contando que él era viudo pues su mujer había sido devorada por las bestias del mar en una noche de tormenta. Él se estuvo culpando toda la vida por aquel terrible accidente y por eso se enganchó a la bebida. Me confesó que la atracción que tenía conmigo era como la de un padre con su hijo pues su hijo también murió en aquel terrible accidente y daba la casualidad que se llamaba como yo. Él veía en mí a su querido hijo ya que teníamos muchas cosas en común, como la fuerza, valentía y coraje.
Yo le estuve mostrando álbumes de fotos de mis amigos y de mis años en el orfanato y facultad.

A la mañana siguiente escuché quejarse de dolor al pobre capitán pues su corazón comenzaba a dolerle.

-¿Se encuentra usted bien? Le dije preocupado.

-Sí mi pequeño calamar, sólo que uno ya es viejo y empiezo a desgastarme pero tranquilo aún no es mi hora.

Tocamos a la puerta del dormitorio de Mery para avisar a Dafne de que íbamos a partir de nuevo hacia las islas trígonas. Salió de la habitación vestida con sus short verdes, su camiseta verde con dos tirantes enganchados en el pantalón, su mochila y su gorra. Actuaba como si no hubiera pasado nada. Pero su mirada estaba perdida, no tenía el mismo brillo que siempre.

-Bien chicos va siendo hora de que partamos pues se hace tarde y tenemos mucho que hacer.

En cuanto comenzamos a bajar las escaleras de casa se escuchó la puerta.

-¿Quién será? Pregunté sorprendido. No esperamos a nadie pues no suele venir nadie y más los vecinos saben que nos fuimos de viaje.
Me acerqué hacia la puerta mientras el capitán Mondragón y Dafne cerraban ventanas y puertas. Abrí la puerta y...

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