El
crepúsculo de la mañana comienza a entrar acompañado de una fresca
brisa marina por la ventana de mi camarote. Todo vuelve a empezar
otra vez, aquellas sensaciones tan armónicas, era ella de nuevo, la
presencia de mi madre volvía a cubrir toda mi habitación con
destellos de luz. Me levanté y me senté en mi cama pude verla, en
ese momento recordé las palabras que una vez me dijo Uriel, “tus
poderes irán en aumento con forme vaya pasando el tiempo”.
Efectivamente ahora podía ver como tía Dorothy, pero ella ya no se
encontraba a mi lado para ayudarme. Miré a los ojos de mi madre y
pude sentir como me tendía su mano y acariciada mi rostro. Por
primera vez pude oírla hablar, me hablaba con una dulzura y una
calidez que podía sentir como si volase.
“Mi pequeño ángel,
he venido porque he estado notando que necesitas ayuda. Últimamente
están pasando cosas que te están afectando demasiado. He de decirte
que tengas cuidado pues la obscuridad cada vez está más cerca de
ti. No puedo hablar mucho pues podrían oírme. He de irme mi pequeño
Víctor, cada noche velo tus sueños. Recuerda nada es lo que
parece.”
Al
escucharle decir aquellas cálidas palabras me levanté y marché
hacia el lavabo para asearme un poco, no entendí muy bien qué
quería decir con aquello de “recuerda nada es lo que parece”
pues me chocaba bastante. Así me tiré todo el día, dándole
vueltas y vueltas como suelo hacer siempre con las cosas desde que
tengo uso de razón. Emily me lo decía que no le diera tanta
importancia a las cosas que no tienen mucho sentido pues acabaría
volviéndome loco. Respecto a lo que pasó a noche, he decidido pasar
y dejar de pensar pues son cosas que mejor no buscarle la respuesta.
Uriel me sorprendió bastante, nunca pensé que a pesar de su mal
estado se levantara y actuase como si nada hubiese pasado. Y Dafne..
bueno ella mejor olvidar.
El
capitán Mondragón me estuvo dando clases de navegación pues él
sentía la necesidad, pude notar como en su mirada ocultaba algo. Lo
empecé a tratar como si fuera mi padre, pues no se ha separado de mí
en todo el viaje, siempre ha estado a mi lado, y ha estado
apoyándome. Luego también ha estado ayudando a Uriel, que eso dice
mucho de él, a parte lo bien que nos ha acogido en su barco. Me
siento a gusto, y eso me gusta.
Comenzamos
a dar la clase y la verdad es que me gustaba bastante, durante la
comida estuvimos los dos solos hablando sobre los tipos de nudos y lo
que significaban los colores de las velas. Dafne no había despertado
aún de lo ocurrido la noche anterior, pero su corazón seguía
palpitando así que no nos asustamos, y Uriel.. se quedó en su
cuarto, tumbado al levantarse perdió gran parte de su fuerza
muscular y se estaba apagando.
Aproveché
el momento para hablar con el capitán sobre lo que me dijo la dama
de la noche, al principio él me dijo que tuviera cuidado con ellas
pues no eran de fiar, pero luego comenzó a darse cuenta que no todo
era como lo decían. Le dije que se la quería presentar, nos pusimos
el traje de baño y marchamos al agua y ahí estaban cantando bajo el
inmenso mar. Hablé con mi fiel compañera indicándole que nos
llevase al capitán Mondragón y a mí al lugar donde fuimos la
última vez y así fue.
La
cara del capitán Mondragón reflejaba alegría y admiración pues
nunca había visto lugar tan maravilloso como el fondo marino. Aquel
paisaje era digno de ver, parecía el mismísimo Edén. Los delfines
nadando, los peces corriendo de un lado para otro, las sirenas
cantando bajo el mar, todo estaba en perfecta armonía, lleno de
luces y de colores. Cuando llegamos al lugar, la dama de la noche se
presentó ante el capitán y él al principio quedó un poco
hipnotizado por el cántico. Tras pasar un rato se recuperó su
estado normal y pudimos hablar con más calma. La dama de la noche
estuvo explicando las coordenadas de dónde estaba situada la isla
Ofidio. El capitán nunca oyó hablar de tal isla así que se quedó
un poco perdido. La única forma de llegar era nadando por el fondo
del mar pero era muy peligroso y requería una gran fuerza y aguante
ya que la presión del mar podría incluso reventarte por dentro.
Volvimos para la superficie y ahí estuvimos planeando una forma de
llegar, nos fue fácil gracias a la dama de la noche pues no dio unos
apuntes de como era la isla, gracias a eso elaboramos un pequeño
mapa. Nos pusimos rumbo hacia el puerto de la ciudad, teníamos que
comprar varias cosas tales como oxígeno, balas y pistolas. Aproveché
para comprar medicamentos, vendas, relajantes, alcohol y demás cosas
para curar en caso de que ocurriera algo.
Después
de comprar volvimos al barco y fui a hablar con Uriel.
-¿Se
puede?
-Pasa,
¿Qué quieres ahora?
-Vengo
para decirte que vamos a llevarte al hospital. Hemos llegado hace
nada al puerto de Nimsville y no puedo aguantar más verte así,
mientras que nosotros nos vamos en busca de Mery y de tu medicamento
tú te quedarás aquí, no estarás solo pues Edgar está aquí
también.. Aunque esté en coma pero por lo menos sé que no lo
estarás.
-¡Me
niego! ¿cómo es posible que me digas ésto? ¿ya quieres alejarte
de mí no? ¿Ya me quieres separar de ti para poderte ir con esa
zorra? ¡Lárgate de aquí no quiero volver a verte!
-Uriel,
haz el favor de no decir más tonterías por favor. No pienses en
eso, jamás iba a permitir que nos separasen, pues has estado siempre
ahí.. Quiero que te mejores, por eso he decidido dejarte aquí.
-¡No
quiero! Quiero poder ir con vosotros, estoy bien, un poco debilitado
pero me da igual.
-No
te encuentras preparado para hacer el viaje, entiéndelo, me mata el
verte así y no me perdonaría nunca si te pasara algo allá donde
vamos.
-Hablas
muy seguro de lo que dices lo puedo ver en tu mirada, pero me da
igual mi muerte, si muero lo quiero hacer a tu lado. No te das cuenta
que somos parte de un todo. Si tú caes yo caigo, por qué no te
quieres dar cuenta.
-No
me quiero dar cuenta no, ¿Cómo quieres que me de cuenta si nunca me
hablas de ti? No sé quién eres, ni a qué has venido. Tengo miedo
de saber la verdad, tengo miedo de ser algo que no quiero ser, toda
mi vida he renegado lo que soy, ¿sabes lo que es mirarse en el
espejo y no ver a una persona? ¿No verdad?, ¿Sabes lo que es
mirarse en el espejo y ver a un monstruo? ¿tampoco verdad? Pues por
eso mismo, como no lo sabes no hables. Estoy cansado de que la gente
siempre vaya hablando de lo mismo. Tú eres especial, tú eres
divino, tú, tú y nada más que tú. ¿Quién es ese tú? ¿Por qué
no puedo ver con mis ojos a ese tú? Porque no existe, ese tú nunca
ha existido Uriel, tú eres tú y yo soy yo. El todo sólo existe en
tu cabeza. En ésta vida nada es de nadie, siempre he vivido solo, no
he tenido a nadie a quien abrazar en las noches, a quien contarle mis
penas, a quién pedirle consejo. Nunca he podido encontrar la
felicidad, pues nunca ha habido momentos buenos. ¿entiendes?. Lo
único bueno que empecé a vivir fue cuando entré en la facultad y
conocí a Mery y a Edgar. Aunque a ellos no les conocí ahí pues
cada uno pertenece a su historia de mi pasado. Con ellos he vivido
mis últimos momentos de felicidad hasta que un día sin saber ni
como ni cuando me los arrebataron. Luego llegaste tú y más tarde
Dafne ¿Y ahora qué? ¿qué más tengo que vivir? Estoy cansado de
todo. Por eso y por más cosas quiero que te quedes aquí en el
hospital para que por lo menos si te pasara algo que los médicos te
ayudasen ya que yo no podría hacerlo pues no soy médico.
-Está
bien Víctor, me quedaré en el hospital, pero con una condición.
-¿Cuál
condición?
-Que
no creas nada de lo que veas pues todo es mentira. Todo lo que ves,
no existe, pertenece a un mundo de sombras. La obscuridad se está
acercando a ti cada vez más, debes de alejarte de Dafne, ya no
porque no la quiera ni ver, si no porque ella es parte de ese mundo.
Es hermosa, pero no es ella, su belleza es maldita. Decía con tono
débil y apagado, mientras se agarraba el pecho dolorido.
-Tranquilo
Uriel, por favor no te pongas así, tranquilízate, no te pongas
nervioso pues puedes empeorar. De acuerdo te haré caso. Pero tú
prométeme que algún día me contarás toda la verdad, pues quiero
saber qué es verdad y qué es mentira. Quiero saber quién eres y
por qué sabes cosas de mí.
-Algún
día encontrarás las respuestas que tanto ansías conocer. Sólo
debes cerrar los ojos y ver con el alma. Decía mientras sus ojos se
iban cerrando lentamente.
Llamé
a una ambulancia y nos fuimos al hospital, aproveché el momento para
acercarme a ver a Edgar, ahí estaba como siempre, tumbado en su
cama. Sin dar un paso bueno, pues seguía en coma. Me acerqué a él
y le volví a agarrar la mano, ésta vez estaba cálida y podía ver
en su rostro como desde sus ojos corrían lágrimas. Aquel momento me
mató, llamé corriendo a la enfermera y vinieron corriendo. Estaba
dando por fin síntomas de recuperación pero no despertaba de ese
eterno sueño. El doctor me dijo que es normal que algunos pacientes
que caen en coma hagan gestos de ese tipo. Pues estaban encerrados en
un largo sueño. Me tranquilizó un poco el oír esas palabras pero
yo sabía que él me oía así que cuando se marchó el doctor le
comencé a contar todo lo que vivimos y lo que le ocurrió a Mery.
Necesitaba desahogarme. Al acabar de contarle todo le besé la
mejilla y sentí como me agarró la mano. Me despedí y fui a ver a
Uriel, él se encontraba despierto ya que las enfermeras estaban
tomándole la tensión y poniéndole el suero. Cuando se marcharon
aproveché para despedirme y decirle que volvería para traer el
medicamento que sanaría su dolor que fuera paciente y que no se
olvidara de que aunque estuviera lejos siempre lo tendría en mi
mente.
Volvimos
a casa a pasar la noche y estaba todo tal y como lo habíamos dejado.
Aún podía sentir el olor de Mery como si fuera ayer han ocurrido
muchas cosas en éstos días. Dafne ya despertó y no quiso hablar
con nadie, así que se fue a la habitación de Mery y pasó allí
toda la noche. El capitán Mondragón y yo estuvimos cenando y
hablando durante varias horas sobre el viaje, y sobre los peligros
que nos podríamos encontrar allí. Era la selva y ese mundo era
desconocido para él pues a pesar de ser marinero nunca se adentró
en una selva. Me estuvo contando que él era viudo pues su mujer
había sido devorada por las bestias del mar en una noche de
tormenta. Él se estuvo culpando toda la vida por aquel terrible
accidente y por eso se enganchó a la bebida. Me confesó que la
atracción que tenía conmigo era como la de un padre con su hijo
pues su hijo también murió en aquel terrible accidente y daba la
casualidad que se llamaba como yo. Él veía en mí a su querido hijo
ya que teníamos muchas cosas en común, como la fuerza, valentía y
coraje.
Yo
le estuve mostrando álbumes de fotos de mis amigos y de mis años en
el orfanato y facultad.
A
la mañana siguiente escuché quejarse de dolor al pobre capitán
pues su corazón comenzaba a dolerle.
-¿Se
encuentra usted bien? Le dije preocupado.
-Sí
mi pequeño calamar, sólo que uno ya es viejo y empiezo a
desgastarme pero tranquilo aún no es mi hora.
Tocamos
a la puerta del dormitorio de Mery para avisar a Dafne de que íbamos
a partir de nuevo hacia las islas trígonas. Salió de la habitación
vestida con sus short verdes, su camiseta verde con dos tirantes
enganchados en el pantalón, su mochila y su gorra. Actuaba como si
no hubiera pasado nada. Pero su mirada estaba perdida, no tenía el
mismo brillo que siempre.
-Bien
chicos va siendo hora de que partamos pues se hace tarde y tenemos
mucho que hacer.
En
cuanto comenzamos a bajar las escaleras de casa se escuchó la
puerta.
-¿Quién
será? Pregunté sorprendido. No esperamos a nadie pues no suele
venir nadie y más los vecinos saben que nos fuimos de viaje.
Me
acerqué hacia la puerta mientras el capitán Mondragón y Dafne
cerraban ventanas y puertas. Abrí la puerta y...
No hay comentarios:
Publicar un comentario