Capítulo
4º: Cumpleaños de Mery.
Ha
pasado casi una semana desde que ocurrió aquel terrible accidente en
el hospital.
Yo
pasé dos noches enteras en el hospital de Santa Catherine debido a
la intoxicación del humo y el porrazo que me pegué contra el suelo
al desmayarme.
Hoy
estoy mejor, pero aún no se me va de la cabeza todo aquello que viví
en aquel momento. Uriel, junto con Mery, pasaron las noches en vela
viendo como deliraba en las noches.
Esas
noches tuve unos sueños muy extraños, veía en mis sueños a una
joven dama de blanco, ¿quién sería aquella joven? Me preguntaba.
Tía
Dorothy se tuvo que marchar de nuevo con la excusa de que le habían
llamado los de su antiguo trabajo. Yo sabía que no era por eso, algo
me decía que Uriel tuvo algo que ver, pero el ¿qué?. Aún tenía
muchas dudas respecto a las preguntas que rondaban mi cabeza.
Ya
estamos a 19 de Noviembre, es el cumpleaños de Mery, hoy cumple 30
años ya es toda una mujer, cada día que pasaba su belleza iba en
aumento. Me sentía atraído por su belleza, pero mi corazón había
quedado prendado ante otra belleza más hermosa que la suya, la de
aquella joven tan hermosa de mis sueños.
Uriel
me estuvo ayudando toda la mañana a comprar las cosas para la
fiesta, también estuvimos en el hospital viendo a Edgar, mi alma
rompía en pedazos cada vez que entraba en su habitación y lo veía
tendido en esa cama.
-Aquí
estoy de nuevo mi pequeño tesoro. Le decía con los ojos
enlagrimados.
Mis
lágrimas recorrían todo mi rostro salpicandole en sus mejillas, mis
manos agarraban las suyas fuertemente mientras le decía: - Pronto
sanarás y volveremos a estar juntos te lo prometo.
Las
manos las tenía congeladas parecía que la flor que había en él
había marchitado. Sus labios tono malva y su rostro apagado me
partían el alma. No podía dejar de pensar en aquellas noches que
pasamos juntos, no me hacía la idea de que ahora estaba aquí,
tumbado entre sábanas blancas como el algodón. -Te quiero, le dije
acompañado con un cálido beso en sus labios.
En
aquel momento me levanté de la silla y me fui con Uriel; que el
pobre se quedó fuera en el pasillo esperándome mientras velaba a
Edgar en su estado.
Al
marchar, las manos de Edgar se movieron lentamente cerrándose en un
puño como si mis manos hubieran quedado fundidas con las suyas.
-¡Rápido
Uriel! Debemos llegar a casa para poder preparar las cosas para la
gran fiesta. Le dije.
Me
dolía que Edgar y tía Dorothy no pudieran estar presentes ésta
noche, pues sin ellos no sería lo mismo.
En
el camino devuelta a casa, a lo lejos en la montaña, Uriel se
percató de una luz bajar de ella. ¿Qué es esa luz Víctor? Me
preguntó.
-¿Cuál
luz? Le respondí.
-Aquella
de la montaña ¿No la ves? Me dijo señalándome hacia la luz.
En
ese momento me quedé hechizado al ver su belleza.
Corre
por las sendas de los bosques, es más rápida que un rayo, salta
entre montañas bajo la tormenta y entre rayos y relámpagos su albo
corcel salta haciendo honor a su poder.
-¡Rápido
Pegaso! Gritaba la voz.
¿De
quién es esa voz? es dulce, magnética, me esclaviza como el cántico
de una sirena.
Esa sombra entre el bosque obscuro de la montaña tiene curvas de mujer.
Dafne es su nombre y corre entre montañas con su hermoso blanco corcel
Rápida y veloz como un rayo, tez blanca como la nieve, ojos verdes como las esmeraldas, labios carnosos color carmín, cabello liso y rojizo, manos finas de pianista. Cuerpo esculpido por los dioses del Olimpo.
Esa sombra entre el bosque obscuro de la montaña tiene curvas de mujer.
Dafne es su nombre y corre entre montañas con su hermoso blanco corcel
Rápida y veloz como un rayo, tez blanca como la nieve, ojos verdes como las esmeraldas, labios carnosos color carmín, cabello liso y rojizo, manos finas de pianista. Cuerpo esculpido por los dioses del Olimpo.
La
joven y hermosa dama vestida con corsé beige, con bordados plata que
realzaba su hermoso pecho y una falda encancada del mismo tono y con
el mismo bordado, que hacía lucir ese cuerpo de mujer, se acercó
ante nosotros pidiendo ayuda y cobijo pues la estaban buscando los
soldados de palacio.
-Perdona
joven y hermosa dama ¿En qué puedo ayudarla?
-¡Necesito
ayuda y cubijo, me persiguen desde tierras muy lejanas los soldados!
-¡Soldados!
¿Eres una princesa?
-Soy
Dafne, la princesa de Atledia, hija de Apolo y Selene. Por favor, os
lo suplico ¡ayúdeme!
-Esa
voz, esa belleza, esa mirada, ¡era ella! ¡La mujer de mis sueños!
Me decía a mis adentros. ¡No es posible!, ¿cómo he podido darle
vida a ese sueño?. Claro, acompáñanos te llevaremos a casa y allí
te esconderás de los soldados. Le dije.
Una
vez dentro de casa le ofrecí el cuarto de Edgar mientras él, se
encontraba en el hospital. Uriel y yo mientras que Dafne se relajaba
en la bañera nos pusimos a preparar la casa para la fiesta. Yo me
encargaba de decorarla mientras que él llamaba a los invitados para
confirmar su asistencia.
Son
las 23:30 y los invitados comienzan a llegar a casa, el salón se
inunda de gente. Los invitados eran compañeros de Mery de la
facultad de arte, pues ella estaba estudiando dibujo artístico. Mery
al aparecer en la fiesta nos dejó asombrados por su belleza. Llevaba
un recogido con mechones sueltos y flores de azahar. Su vestido era
largo blanco como el de un ángel, con un corsé y bordados beige.
Comenzó
a bajar las escaleras y me acerqué a ella con un ramo de rosas
blancas y rosas, eran sus favoritas.
-Feliz
cumpleaños princesa, ésta noche estás preciosa. Tenemos que
hablar, pero antes concédeme éste baile. La música comenzó a
sonar, cuando yo pasé mis manos por la cadera de Mery un gran trueno
nos hizo detenernos.
Todos
los allí presentes se quedaron preguntando quién era aquella joven
y hermosa dama. Al mirar hacia la puerta quedé hipnotizado ante su
belleza, su piel blanca, sus labios carmín, su pelo ondulado
recogido en un estilo romántico, su vestido blanco y azul marcandole
cada curva de su ser nos dejó a todos enamorados ante tal belleza.
Solté
a Mery sin querer y como hechizado y mirándole a los ojos me acerqué
hacia Dafne y le dije con dulces y tiernas palabras: -Te ves hermosa,
tu belleza me ha dejado hechizado princesa.
-Gracias,
me dijo sonriendo con tono dulce y mágico como era ella, mientras me
cogía la mano para terminar de bajar el escalón.
Ese
momento fue mágico, una niebla cubrió la sala por el suelo, el
juego de luces nos hacían presencia al cielo en la noche. La música
ponía compás a nuestro baile celestial. Todos los presentes
enamorados ante su belleza comenzaron a bailar un vals inmemorial.
-¿Quién
es esa Uriel? ¿Quién la ha invitado a mi fiesta? Decía Mery.
-Es
Dafne, una joven que conocimos hoy mientras volvíamos a casa, ¿es
hermosa verdad?
- No tanto como yo, ¿¡Cómo se atreve a romperme mi momento con Víctor!?
- Hablas como si estuvieras enamorada de Víctor, Mery..
- Lo estoy, desde que lo conocí, no tengo ojos para nadie, sólo para él. Primero tuve que ver como me decía que no todas las veces que se lo pedí. Luego tuve que ver como Edgar se bañaba con él incluso se acostaban, ¿y ahora ésto?
- Mery, tranquilidad, no te alteres, es tu fiesta. Él es libre, si no quiso en su momento tendrás que aceptarlo. Puede que él te vea como una amiga y no quiera perderte.
- ¡No quiero que me vea así!, ¡Me niego!.
Mientras
Dafne y yo bailábamos en aquel mágico momento, Mery se acercó
amablemente con unas copas de champange haciendo caer accidentalmente
sobre el vestido de Dafne.
-¡Ups!
Lo siento... ¿no nos conocemos verdad?
Miré
a los ojos a Mery, y su mirada celosa ardía como las llamas vivas
del infierno.
-Lo
siento, no me presenté, no pasa nada por el vestido.. me llamo
Dafne.
-Tranquila..
mejor me marcho y no os molesto.
-Perdónala
está pasando una crisis emocional, le dije, no sabía como decirle
que estaba celosa de que la hubiera dejado por ella.
No
terminaba de acabar la frase cuando las puertas de casa se abrieron
solas y el viento gélido de la noche penetró por todo el salón
haciendo apagar las luces y las velas. Un grito aterrador de mujer se
escuchó, era Mery gritando pidiendo auxilio.
-¡Socorro!
¡AH!
En
ese momento la puerta se cerró y las luces se volvieron a encender
pero la dulce Mery había desaparecido, en su lugar una nota manchada
en sangre cayó flotando hacia mis pies.
“Tu
luz has de entregar si a la joven Mery quieres conseguir, pues un
alma en pena vagará por las calles de Nimsville si tu luz no me es
entregada a mí”
-¿¡Quién
ha osado escribir ésto!? Grité.
-Todos
asustados comenzaron a preguntarse qué había ocurrido.
Uriel
se acercó hacia mí y me dijo: -Tenemos que hablar, se está
acercando la hora y el tiempo es oro.
Dafne
asustada por el momento, me miró a los ojos y me dijo: Víctor puedo
ayudaros en la búsqueda de tu amiga creo que sé quién ha podido
ser.
Aquellas
palabras me marcaron el corazón, ¿Quién era Dafne? ¿Una princesa
o una extraña luz como Uriel?
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