miércoles, 26 de septiembre de 2012

Capítulo 4º: Cumpleaños de Mery

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Capítulo 4º: Cumpleaños de Mery.

Ha pasado casi una semana desde que ocurrió aquel terrible accidente en el hospital.
Yo pasé dos noches enteras en el hospital de Santa Catherine debido a la intoxicación del humo y el porrazo que me pegué contra el suelo al desmayarme.

Hoy estoy mejor, pero aún no se me va de la cabeza todo aquello que viví en aquel momento. Uriel, junto con Mery, pasaron las noches en vela viendo como deliraba en las noches.

Esas noches tuve unos sueños muy extraños, veía en mis sueños a una joven dama de blanco, ¿quién sería aquella joven? Me preguntaba.
Tía Dorothy se tuvo que marchar de nuevo con la excusa de que le habían llamado los de su antiguo trabajo. Yo sabía que no era por eso, algo me decía que Uriel tuvo algo que ver, pero el ¿qué?. Aún tenía muchas dudas respecto a las preguntas que rondaban mi cabeza.

Ya estamos a 19 de Noviembre, es el cumpleaños de Mery, hoy cumple 30 años ya es toda una mujer, cada día que pasaba su belleza iba en aumento. Me sentía atraído por su belleza, pero mi corazón había quedado prendado ante otra belleza más hermosa que la suya, la de aquella joven tan hermosa de mis sueños.

Uriel me estuvo ayudando toda la mañana a comprar las cosas para la fiesta, también estuvimos en el hospital viendo a Edgar, mi alma rompía en pedazos cada vez que entraba en su habitación y lo veía tendido en esa cama.
-Aquí estoy de nuevo mi pequeño tesoro. Le decía con los ojos enlagrimados.
Mis lágrimas recorrían todo mi rostro salpicandole en sus mejillas, mis manos agarraban las suyas fuertemente mientras le decía: - Pronto sanarás y volveremos a estar juntos te lo prometo.

Las manos las tenía congeladas parecía que la flor que había en él había marchitado. Sus labios tono malva y su rostro apagado me partían el alma. No podía dejar de pensar en aquellas noches que pasamos juntos, no me hacía la idea de que ahora estaba aquí, tumbado entre sábanas blancas como el algodón. -Te quiero, le dije acompañado con un cálido beso en sus labios.
En aquel momento me levanté de la silla y me fui con Uriel; que el pobre se quedó fuera en el pasillo esperándome mientras velaba a Edgar en su estado.
Al marchar, las manos de Edgar se movieron lentamente cerrándose en un puño como si mis manos hubieran quedado fundidas con las suyas.

-¡Rápido Uriel! Debemos llegar a casa para poder preparar las cosas para la gran fiesta. Le dije.

Me dolía que Edgar y tía Dorothy no pudieran estar presentes ésta noche, pues sin ellos no sería lo mismo.

En el camino devuelta a casa, a lo lejos en la montaña, Uriel se percató de una luz bajar de ella. ¿Qué es esa luz Víctor? Me preguntó.

-¿Cuál luz? Le respondí.

-Aquella de la montaña ¿No la ves? Me dijo señalándome hacia la luz.

En ese momento me quedé hechizado al ver su belleza.
Corre por las sendas de los bosques, es más rápida que un rayo, salta entre montañas bajo la tormenta y entre rayos y relámpagos su albo corcel salta haciendo honor a su poder.

-¡Rápido Pegaso! Gritaba la voz.

¿De quién es esa voz? es dulce, magnética, me esclaviza como el cántico de una sirena.
Esa sombra entre el bosque obscuro de la montaña tiene curvas de mujer.
Dafne es su nombre y corre entre montañas con su hermoso blanco corcel
Rápida y veloz como un rayo, tez blanca como la nieve, ojos verdes como las esmeraldas, labios carnosos color carmín, cabello liso y rojizo, manos finas de pianista. Cuerpo esculpido por los dioses del Olimpo.

La joven y hermosa dama vestida con corsé beige, con bordados plata que realzaba su hermoso pecho y una falda encancada del mismo tono y con el mismo bordado, que hacía lucir ese cuerpo de mujer, se acercó ante nosotros pidiendo ayuda y cobijo pues la estaban buscando los soldados de palacio.

-Perdona joven y hermosa dama ¿En qué puedo ayudarla?

-¡Necesito ayuda y cubijo, me persiguen desde tierras muy lejanas los soldados!

-¡Soldados! ¿Eres una princesa?

-Soy Dafne, la princesa de Atledia, hija de Apolo y Selene. Por favor, os lo suplico ¡ayúdeme!

-Esa voz, esa belleza, esa mirada, ¡era ella! ¡La mujer de mis sueños! Me decía a mis adentros. ¡No es posible!, ¿cómo he podido darle vida a ese sueño?. Claro, acompáñanos te llevaremos a casa y allí te esconderás de los soldados. Le dije.

Una vez dentro de casa le ofrecí el cuarto de Edgar mientras él, se encontraba en el hospital. Uriel y yo mientras que Dafne se relajaba en la bañera nos pusimos a preparar la casa para la fiesta. Yo me encargaba de decorarla mientras que él llamaba a los invitados para confirmar su asistencia.

Son las 23:30 y los invitados comienzan a llegar a casa, el salón se inunda de gente. Los invitados eran compañeros de Mery de la facultad de arte, pues ella estaba estudiando dibujo artístico. Mery al aparecer en la fiesta nos dejó asombrados por su belleza. Llevaba un recogido con mechones sueltos y flores de azahar. Su vestido era largo blanco como el de un ángel, con un corsé y bordados beige.
Comenzó a bajar las escaleras y me acerqué a ella con un ramo de rosas blancas y rosas, eran sus favoritas.
-Feliz cumpleaños princesa, ésta noche estás preciosa. Tenemos que hablar, pero antes concédeme éste baile. La música comenzó a sonar, cuando yo pasé mis manos por la cadera de Mery un gran trueno nos hizo detenernos.
Todos los allí presentes se quedaron preguntando quién era aquella joven y hermosa dama. Al mirar hacia la puerta quedé hipnotizado ante su belleza, su piel blanca, sus labios carmín, su pelo ondulado recogido en un estilo romántico, su vestido blanco y azul marcandole cada curva de su ser nos dejó a todos enamorados ante tal belleza.

Solté a Mery sin querer y como hechizado y mirándole a los ojos me acerqué hacia Dafne y le dije con dulces y tiernas palabras: -Te ves hermosa, tu belleza me ha dejado hechizado princesa.

-Gracias, me dijo sonriendo con tono dulce y mágico como era ella, mientras me cogía la mano para terminar de bajar el escalón.

Ese momento fue mágico, una niebla cubrió la sala por el suelo, el juego de luces nos hacían presencia al cielo en la noche. La música ponía compás a nuestro baile celestial. Todos los presentes enamorados ante su belleza comenzaron a bailar un vals inmemorial.

-¿Quién es esa Uriel? ¿Quién la ha invitado a mi fiesta? Decía Mery.
-Es Dafne, una joven que conocimos hoy mientras volvíamos a casa, ¿es hermosa verdad?
  • No tanto como yo, ¿¡Cómo se atreve a romperme mi momento con Víctor!?
  • Hablas como si estuvieras enamorada de Víctor, Mery..
  • Lo estoy, desde que lo conocí, no tengo ojos para nadie, sólo para él. Primero tuve que ver como me decía que no todas las veces que se lo pedí. Luego tuve que ver como Edgar se bañaba con él incluso se acostaban, ¿y ahora ésto?
  • Mery, tranquilidad, no te alteres, es tu fiesta. Él es libre, si no quiso en su momento tendrás que aceptarlo. Puede que él te vea como una amiga y no quiera perderte.
  • ¡No quiero que me vea así!, ¡Me niego!.
Mientras Dafne y yo bailábamos en aquel mágico momento, Mery se acercó amablemente con unas copas de champange haciendo caer accidentalmente sobre el vestido de Dafne.
-¡Ups! Lo siento... ¿no nos conocemos verdad?
Miré a los ojos a Mery, y su mirada celosa ardía como las llamas vivas del infierno.
-Lo siento, no me presenté, no pasa nada por el vestido.. me llamo Dafne.
-Tranquila.. mejor me marcho y no os molesto.
-Perdónala está pasando una crisis emocional, le dije, no sabía como decirle que estaba celosa de que la hubiera dejado por ella.

No terminaba de acabar la frase cuando las puertas de casa se abrieron solas y el viento gélido de la noche penetró por todo el salón haciendo apagar las luces y las velas. Un grito aterrador de mujer se escuchó, era Mery gritando pidiendo auxilio.
-¡Socorro! ¡AH!
En ese momento la puerta se cerró y las luces se volvieron a encender pero la dulce Mery había desaparecido, en su lugar una nota manchada en sangre cayó flotando hacia mis pies.

Tu luz has de entregar si a la joven Mery quieres conseguir, pues un alma en pena vagará por las calles de Nimsville si tu luz no me es entregada a mí”

-¿¡Quién ha osado escribir ésto!? Grité.
-Todos asustados comenzaron a preguntarse qué había ocurrido.
Uriel se acercó hacia mí y me dijo: -Tenemos que hablar, se está acercando la hora y el tiempo es oro.
Dafne asustada por el momento, me miró a los ojos y me dijo: Víctor puedo ayudaros en la búsqueda de tu amiga creo que sé quién ha podido ser.
Aquellas palabras me marcaron el corazón, ¿Quién era Dafne? ¿Una princesa o una extraña luz como Uriel? 

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