CAPÍTULO 28:
NACIMIENTO DE UN NUEVO REY.
La habitación se
encontraba iluminada, los rayos del sol se filtraban por la ventana y
el aire jugaba con las cortinas recorriendo toda la habitación.
Cientos de muñecas de porcelana, monos vestidos de músicos, payasos
de porcelana se movían tocando sus pequeños instrumentos musicales.
Entre risas y habladurías se llenaba de vida la habitación.
-Señortita
Rimurs su hija no se está tomando las clases en serio. Creo que va a
ser expulsada del centro. Decía la joven Sweet sirviendo con la
tetera de porcelana un poco de té en la taza de la señorita Rimurs.
-Pues
señorita Sweet su hijo no para de amenazar a sus compañeros con sus
afiladas garras. ¿Qué clase de educación es la que le está
impartiendo?
-Por
favor, todo el mundo sabe que mi hijo es un lobito bueno, no hace
daño a nadie. Decía mientras pegaba varios sorbos a la taza.
-¿Mi
hija no se toma las clases de brujería enserio? Ha aprendido mucho
en éstos días, creo que es ya una gran maestra en las artes
obscuras.
-Pero..¿Qué
está usted diciendo? Si usa la magia para matar a la gente. Entre
ellas a su propia madre, es decir usted. ¿Si no por qué cree que
tiene esas cicatrices?
-Disculpe
señorita Rimurs, pero éstas son simples cicatrices de trabajo. Mi
hija jamás intentaría hacer daño a una mosca. ¿Qué dice usted
respecto a la muerte de la joven que su hijo desgarró aquella noche
de luna llena?
-Esa
zorra merecía morir, jamás debió hacer lo que hizo. El pobre señor
ahora está hundido al cargo de dos serpientes.
Las
dos señoritas miraron a la puerta se pusieron en pie y dejaron caer
la taza de té al suelo, rompiéndose ésta en mil pedazos.
Comenzaron a andar hacia la puerta y allí estaba la señora
esperándolas con los brazos abiertos.
-¡NO!
Grité desesperadamente. ¿Qué ha pasado? Me dije asustado.
Me
encontraba desnudo en la cama y sudando, las sábanas se me habían
liado por el cuerpo impidiendo que me moviera. ¿Qué clase de sueño
ha sido éste? ¿Por qué mis hijas hablaban de éstas formas? ¿Qué
hacían con esa mujer? ¿Por qué la habitación de mis hijas estaba
de esos colores tan claros y decorada con esas muñecas de porcelana?
Tengo
miedo, no puedo dejar de pensar, hasta en sueños no puedo dejar de
pensar. Mis propias hijas recordándome lo que han hecho. Se han
autollamado serpientes, ¿Víctor qué te ocurre? Voy a acabar loco.
Me
quité las mantas y caminé desnudo hacia la puerta, cogí la bata
del perchero me la até y salí descalzo hacia la habitación de mis
pequeñas. Abrí la puerta con mucho cuidado de no hacer ruido y ahí
estaban las dos, tranquilas y relajadas en sus camitas. Parecían
ángeles durmiendo. Salí de la habitación, cerré la puerta y me
acerqué a la ventana, estaba lloviendo. Pude sentir como si alguien
estuviera al lado mío observando junto a mí en la ventana. Pero me
giré y no había nadie, las gotas de lluvia chocaban con la ventana
e iban descendiendo hasta formar pequeños ríos que caían al patio
en forma de gotera.
-¡Aaa!
¡Mmm! ¡Aaa!
¿Qué
es ese gemido? ¿de dónde proviene ese obsceno ruido?
Me
acerqué a la habitación de Emily y Tía Dorothy y coloqué la oreja
en la puerta. De aquí no proviene ese gemido. Miré al suelo y vi
una luz filtrarse por debajo de la puerta de la habitación de Uriel,
ésta se encontraba entornada, miré a través de ella y se veía una
sombra moverse. Abrí un poco más la puerta y vi a Uriel desnudo en
una silla, su pierna derecha estaba en el posabrazos. Su pierna
izquierda estirada en el suelo, su cabeza retrepada hacia atrás, su
mano izquierda rozaba su pecho húmedo por el sudor y acariciando su
pezón, su mano derecha se deslizaba por su enorme miembro. No era
posible lo que mis ojos veían. ¡Uriel se estaba masturbando y
gimiendo a voces!
Quise
cerrar la puerta despacio para que no se diera cuenta, pero ésta
hizo ruido. Se levantó corriendo y vino a la puerta. Yo intenté
esconderme pero fue tarde, la puerta se había abierto y podía ver
en el suelo la sombra de su cuerpo delante de mí. Me giré nervioso
y tembloroso y lo miré.
-No
estaba mirando. Le dije ruborizado.
-Tranquilo,
no estaba haciendo nada. Estaba afilando mi puñal.
Una
señora mayor apareció detrás de él y le atravesó el pecho con
sus manos. Volví a despertar nervioso y sudoroso. ¿Qué me está
pasando? ¿Qué quiere esa mujer? ¿Por qué me tortura de éstas
formas?¿Por qué tengo éstos sueños tan extraños? Me levanté y
todo estaba en completo silencio, todo estaba obscuro. Encendí una
vela y bajé a la cocina para beber un poco de agua. Abrí el
frigorífico y saqué la botella, abrí el mueble de los vasos y cogí
uno. Me eché un poco de agua y volví a meter la botella en el
frigorífico. Tras acabar de beber agua puse el vaso en el
lavavajillas y me subí a mi dormitorio. Encendí una vela que había
en mi escritorio y abrí mi diario. Comencé a pasar páginas para
echarle un rápido vistazo. Extraño a Edgar, ya no tengo a quien me
lea éste libro. Será mejor que empiece a hacerlo yo por mí mismo
para terminar de recordar quien soy.
-¿Cómo
te llamas pequeño? Decía una voz masculina tras la cortina.
-Me
llamo Edgar, señor. ¿Dónde estoy? ¿Es el cielo? ¿He muerto?
-Encantado
Edgar, no estás muerto, no es el cielo y estás en mi nave. Caíste
en ella como un ángel caído del cielo. Veo mucho bien en ti, eres
la viva imagen de un ángel. Debes comer algo, te encuentras muy
débil y es mejor que recuperes fuerzas.
El
ser se dejó ver y le dejó la comida en lo alto de una mesita. Edgar
lo miró a los ojos y eran verdosos, penetrantes, mágicos. Su
cabello platino caía sobre sus hombros, aquel hombre era
verdaderamente hermoso. Llevaba una vestimenta ligera y parecía ser
muy cómoda. Las telas de su ropa casi parecían transparentar todo
lo que se ocultaba bajo esas vestimentas. Su pecho estaba
semidesnudo, el cuerpo estaba bien dotado y ejercitado. Sus piernas
también estaban semidesnudas, un taparabos tapaba su miembro, pero
dejaba al descubierto su hermoso culito respingón y bien redondeado.
Era el culo perfecto, jamás vi algo igual. Sus labios no dejaban de
producir hermosos cánticos entre sus palabras. Eran hechizantes y
magnéticas sus palabras. Edgar quedaba embobado ante aquel extraño
ser. Segundos después otro joven entró a la habitación con unos
útiles para un baño. Éste joven tenía el cabello cortito y color
moreno, sus ojos azules su piel más morena sus ojos eran profundos
parecía como si estuvieran maquillados pero era debido a la
obscuridad de sus pestañas y su larga longitud. Sus labios eran
carnosos y su boca era grande. Éste venía vestido con la misma ropa
pero colocada de diferente forma que el anterior. El pecho fibrado lo
tenía completamente descubierto, en su cintura se ataba con un
cinturón dorado la tela que se dejaba caer a mitad de pierna y
quedaba descubierta por el lateral de ambas piernas.
-Vengo
a bañar al joven.
Edgar
no sabía para donde mirar, estaba completamente hechizado por las
bellezas de aquellos seres. El joven le ayudó a levantarse y éste
dejó caer las sábanas al suelo. Quedó completamente desnudo ante
los dos seres extraños y comenzó a caminar hacia la bañera. Entró
en el cuarto de baño y quedó enamorado del lugar. Una habitación
dorada con motivos platino, y pequeños cipreses en las esquinas. Un
pequeño estanque lleno de agua cristalina y nenúfares flotando en
ella traía consigo a la imaginación de un pequeño paraíso. Pavos
reales caminaban elegantes por la habitación. No estaban ellos
solos, había más hombres desnudos bañándose ahí. Era el paraíso
de los hombres, todos se quedaron mirando a Edgar.
-Entra
al agua voy a empezar a lavarle.
-¿A
mí? ¿No puedo bañarme yo solo?
-¿No
prefiere que sea yo el que lo haga? Decía aquel joven y apuesto ser.
-Bueno..
si insiste.
El
joven se quitó su vestimenta y entró en el agua, una vez dentro le
tendió la mano a Edgar para que pasara dentro. El agua estaba muy
caliente, tardó poco en provocar el sudor en el cuerpo de Edgar.
Pero no le importó la temperatura, se dejó llevar por el momento.
La esponja comenzó a deslizarse por el cuerpo de Edgar como un baile
de zigzag . Las manos de aquel ser descendían por el pecho de Edgar
hacia el obligo y la entrepierna. No pudo evitar controlarse y
comenzó a producirse una erección. Al ser parece que no le importó,
cogió entre sus manos al miembro de Edgar y comenzó a frotarlo con
la esponja. Acariciaba y masajeaba suave y delicadamente el miembro.
Continuó por las piernas y más tarde por los pies. Otro ser vino
por detrás y comenzó a lavarle la cabeza, enjabonó y comenzó a
frotar y masajear friccionando suavemente por los contornos del
rostro y más tarde por el frontal, temporal, parietal, occipital y
acabando en la nuca. Edgar se sentía en el paraíso, no dejaba de
soñar. Otro joven comenzó a darle fruta, de una bandeja que traía.
En ella había plátano, uva, ciruela, arándanos, fresas, cerezas...
Tras acabar el baño Edgar salió y se acomodó en una tumbona. Los
jóvenes empezaron a hacerle tratamientos en su cuerpo y a
maquillarlo como a ellos. Unos se dedicaban a hacerle la pedicura,
otros la manicura, otros a ponerle cremas por el cuerpo. Y otro a
alimentarlo con las frutas. Una joven entró en el cuarto de baño y
se puso delante de Edgar. Era rubia su cuerpo estaba semidesnudo su
cabello platino le tapaba el pecho y una vestimenta le tapaba la
entrepierna acabando por detrás en una hermosa cola bordada en seda.
-Disculpe
señor. Vengo a ofrecerle mi servicio.
-¿Qué
clase de servicio joven?
-Limpieza
y pureza del alma. He visto que tienes un gran don y quiero
arrebatárselo.
-¿Qué
está queriendo decir? Decía asustado.
-No
es nada malo. Sólo vi que tiene el poder de la licantropía. Y he
visto en su mirada que tiene un trauma y está aterrado. Sólo quiero
eliminarle ese mal que está desarrollando en su interior.
-De
acuerdo, si es así. Adelante.
La
joven sacó de un cofre dorado un frasco con un líquido color azul
eléctrico. Abrió el tapón y lo vertió sobre su cuerpo. Desde la
cabeza hasta los pies. Éste líquido comenzó a hacer su efecto una
gran sombra negra salió disparada del cuerpo gritando. Era la viva
obscuridad que salía por fin del corazón de Edgar. Éste cerró los
ojos y al volverlos abrir se encontró desnudo en la orilla del lago
de cristal.
-¿Qué
hago aquí? Decía sorprendido.
Miró
al cielo y vio una luz perderse entre las nubes.
-Ya
se han marchado, ha sido todo tan... extraño. Pero creo que ha
merecido la pena.
Se levantó y un copo de nieve cayó en su hombro. Éste comenzó a derretirse, por la calor que desprendía su cuerpo.
-¿Qué
es ésto? ¿Nieve en pleno agosto?
La
nieve comenzó a caer del cielo cada vez más rápido. Con forme caía
iba cuajando en el suelo, el lago comenzó a congelarse y las flores
a petrificarse.
-¿Qué
está ocurriendo? Será mejor que me marche de aquí. No puedo estar
en la calle con ésta temperatura tan fría y menos desnudo.
Salió
corriendo y la calle estaba desierta, un viento gélido comenzó a
correr. Los árboles se movían de un lado hacia el otro bruscamente.
La nieve caía con mucha fuerza impidiendo a Edgar caminar. Había
cuajado mucho y todo estaba cubierto de nieve, 20 cm de nieve cubrían
las aceras y las carreteras.
Edgar
pasó cerca de la mansión y no pudo evitar entrar en el jardín.
Cayó al suelo y la alarma del coche saltó.
-¿Qué
ha sido eso?
Salí
de mi habitación y bajé corriendo hacia la puerta. Se me hace raro
poder hacer ésto. Hace apenas unos días atrás me era imposible
caminar. Me he recuperado bastante rápido y tengo una gran mejoría.
Tengo que darle las gracias a todos por su apoyo y dedicación. Pero
echo en falta al que de verdad estaba ahí y ahora no está.
Abrí
la puerta de la entrada y vi a alguien tirado cerca del coche. Se
encontraba completamente desnudo. Una gran ventisca me echaba hacia
atrás, la nieve intentaba entrar en la casa.
-¿Qué
es ésta nieve? ¿Desde cuándo nieva en pleno agosto?
Bajé
las escaleras y corrí a ver quien era el que estaba tirado en el
suelo.
El
destino es muy gracioso y juguetón, le gusta poner a prueba a la
gente y sin lugar a duda le gusta jugar con las personas. ¿Casualidad
o destino? No lo sé, pero ésta nueva jugada del destino, no ha sido
muy buena. Ahí estaba él, el hombre que un día eché a la calle,
por el miedo que sentí al verle en su forma original hoy está aquí
tirado en mi puerta. Y me siento incapaz de moverme y reaccionar.
Lo
cogí en brazos y lo metí dentro de casa, le coloqué una manta
color roja y lo cubrí aportándole calor. Encendí la chimenea, y
fui a la cocina para preparar un poco de leche calentita. Edgar no
dejaba de temblar, la fiebre parecía subirle. Le di una pastilla
para bajarle la fiebre y le di la leche caliente para que se la
tomara. Como vi que no dejaba de temblar, decidí frotar mis manos
por la manta para aportarle más calor. Pero no hacía efecto; eché
más leña al fuego y no parecía hacerle efecto. Tengo miedo, no
puedo dejar que se muera. ¿Por qué me haces ésto destino? ¿Por
qué ahora? Lo miré y no dudé en hacerlo. Me quité la bata u quedé
completamente desnudo y me metí con él en la manta, quise pasarle
mi calor corporal para que calentase su gélido cuerpo. Podía sentir
como su cuerpo iba poco a poco entrando en calor, y sus temblores
iban cesando.
-Gracias
Víctor. Gracias por salvarme. A pesar del daño que provoqué y del
miedo que te creé has sabido actuar como debías. Me decía mientras
dejaba caer su cabeza en mi hombro.
¿Le
he salvado la vida? He salvado la vida al enemigo. No puedo creer que
haya sido capaz de hacerlo. Lo cogí en brazos y lo llevé hacia su
habitación, lo metí en la cama y lo besé en la frente. Cerré la
puerta y me marché a mi dormitorio a continuar lo que hacía.
Querido
diario, acaba de regresar Edgar a casa. Poco a poco vuelve todo a la
normalidad. Pero tengo miedo, aún me escama algo. ¿Por qué nieva
en Agosto? ¿Será por los seres de la otra vez? No sé qué pensar
ya. Todo me da vueltas, tengo tantas dudas y tantos miedos. Que aún
no sé qué haré con todo.
Pasadas
unas horas, me puse delante del espejo y me vi echo un monstruo. Mi
cuerpo estaba deforme, sentí como si mi cuerpo hubiera engordado
varios kg. Se me había quitado el apetito por todo.
-Víctor
el desayuno está servido. Decía Uriel en la entrada de la puerta.
-No
tengo hambre. Le dije mientras me miraba en el espejo.
Entró
a la habitación y me vio frente al espejo desnudo.
-¿Qué
haces?
-¡Vete!
¡No me mires!
-Víctor,
¡cálmate! Ya te he visto desnudo. No voy a asustarme. ¿Por qué te
tocas de esa forma y te miras con ese desprecio?
-¡Soy
un monstruo! Le dije mientras lo echaba de la habitación.
Comencé
a llorar y me marché al cuarto de baño, me puse de rodillas y me
metí los dedos para vomitar.
-¡Víctor,
deja de hacer eso! Decía Uriel mientras me sacaba los dedos de la
boca.
-¡Déjame!
Quiero acabar con todo. Soy un monstruo, no puedo seguir así.
-¡No
eres un monstruo! ¿Por qué te ha dado ahora por hacer ésto?
-Me
veo gordo, deforme, anormal. Todo se me viene encima. Todo me supera,
no puedo con ésta ansiedad que me consume por dentro.
-Víctor,
no eres gordo, ni deforme, ni anormal. Te prometo que voy a ayudarte
a superar todo ésto. Pero debes de tener paciencia.
-¿Paciencia?
Mucha paciencia es la que tengo. Las pesadillas me están comiendo
por dentro. Los monstruos de la obscuridad me observan, no sé
distinguir qué es real.
-¿Qué
estás diciendo?
-Anoche
soñé contigo, parecía real.
-¿Qué
soñaste?
No
sé qué decirle, me da vergüenza tener que decirle lo que vi.
-No
era nada importante... le dije apartándole la mirada de los ojos.
-Si
no es importante.. no te pongas así.
-¡Sí
me pongo!
-Víctor,
confía en mí. ¿Qué pasó?
-Ésto...
tú... Uriel. No puedo.
Me
quité los brazos de Uriel que me abrazaban por detrás y lo dejé
sentado en el suelo. Me levanté y me lavé la cara. Él desde el
suelo me miraba, me encontraba desnudo, sudado y con vómito en las
manos.
-Víctor,
lávate. Y deja de pensar. Es lo mejor.
Me
metí en la bañera y me comencé a echar agua por todo el cuerpo. Me
enjaboné mientras Uriel limpiaba un poco el suelo y el váter. No
dejaba de mirarme, y yo me ponía nervioso con su mirada.
-Uriel,
soñé que te estabas masturbando. Tú saliste de la habitación y la
señora mayor te clavó su mano por detrás y te mató.
-¡Qué
estás diciendo! Decía asustado.
Su
cara cambió por completo, parecía haber visto un fantasma.
-¿Qué
te pasa Uriel? Fue sólo un sueño.
-Ha
sido un sueño, sí, pero... decía con la cabeza baja.
-¿Pero?
¿Qué pasa Uriel?
-Dejemos
ese tema. No es momento aún de hablarlo.
Salí
de la bañera mojado y me acerqué a él. Le alcé la cara y lo miré
fijamente a los ojos.
Sus
manos se colocaron en mi cintura intentando apartarme de él y
agachando la mirada se echó para atrás saliendo de la habitación.
-¿Cuándo
es el momento Uriel? Me estoy cansando de esperar. Sólo me dices que
paciencia. ¡Uriel Vuelve!
Me
dejó con la palabra en la boca, el sol seguía sin salir. Todo me
vuelve loco, no sé en qué día estoy. No sé cuando amanece ni
cuando atardece. Me coloqué unos bóxer los calcetines. Me eché
perfume y me coloqué mi chándal para hacer ejercicio. Me quedaba muy
bien el chándal La verdad es que así caídos me marcan muy buenas
curvas. Pero no quita que éstas curvas quiera quitarlas.
Soy
demasiado bipolar, no sé ni lo que quiero. Bajé abajo y mis hijas
estaban desayunando con Uriel.
-Buenos
días Víctor. ¿Qué hace la chimenea encendida?
-La
encendí anoche, hacía mucho frío. La nieve ha cubierto todo. Le
dije a Dorothy.
-Es
cierto, nieve en agosto. ¿Quién lo iba a decir? El tiempo cada vez
está más loco.
-Debemos
prepararnos para lo que se avecina. Decía Uriel.
-Buenos
días chicos.. ¿Cómo amanecieron hoy? Veo que el sol sigue sin
aparecer. Decía Emily trenzándose el pelo.
-Buenos
días Emily. La cosa va bien por ahora. Mucho frío, pero bien.
-Es
extraño el tiempo que hace. Y el tiempo ha dicho que va a seguir
empeorando.
-Debemos
de prepararnos para lo que se avecina. Volvía a insistir Uriel.
-Bueno
sea lo que sea, no podemos quedarnos quietos. Hay que estar al loro
de todo lo que ocurra.
En
la planta de arriba se escuchó cerrar una puerta.
-¿Qué
ha sido eso? Decía Dorothy asustada.
-No
lo sé, voy a ver. Decía Emily.
-¡No,
no hace falta! Respondí azarado.
-¿Qué
te ocurre Víctor? Decía Dorothy.
-Buenos
días a todos. Decía Edgar entrando por la puerta.
Todos
se quedaron asombrados al ver a Edgar.
-¿Qué
haces aquí? Decía Uriel.
-Anoche
vine, me encontraba tirado en la calle, sin ropa, sin comida y sin
nada. Me encuentro fatal. Víctor me abrió la puerta y me dejó
regresar. Si no dice de ser por él quizá hubiera muerto.
-Víctor
me alegro del cambio. Decía Dorothy.
-Bien
hecho pequeño. Me decía Emily mientras me besaba la mejilla.
-Siéntate
Edgar, desayuna. Decía Uriel ofreciéndole asiento.
-Gracias.
Veo que las pequeñas han crecido mucho. Que grandes y que hermosas
están.
-Gracias.
Decían al unísono.
Dafne
había llegado al puerto de Nimsville, la tormenta no cesaba y se la
podía ver muy alterada. Cabalgó con Pegaso en dirección a la casa.
Mis
pequeñas tras acabar el desayuno, subieron a su dormitorio para
jugar y tras llevar un rato jugando. Podíamos oírlas reír mientras
jugaban con su juego de té y sus muñecas. Podíamos escuchar como
una nana y una tercera voz nos asustó. Era una voz grave, de una
persona mayor. Pensamos que podrían ser ellas jugando a cambiar la
voz. De pronto. “Toc, Toc” la puerta sonó y Emily fue a abrir
la puerta. ¡Socorro! Gritaba Akalis.
-¿Qué
ha sido eso? Dije saliendo corriendo hacia la habitación de las
pequeñas.
Emily
tras abrir la puerta quedó completamente paralizada al ver quien
había ante ella. Dafne estaba completamente mojada por la nieve, su
cara presentaba un sentimiento de rabia, odio, ira.
-¡Fuego!
Grité desesperadamente.
Edgar
y Uriel subieron corriendo. Dorothy corrió a ver quien vino. Entre
las llamas que cubrían la habitación de mis pequeñas pude verlas a
las dos cerca de la pequeña ventana con un quinquel y una muñeca de
porcelana. La señora mayor estaba en una de las esquinas de la
habitación y caminaba por el fuego sin temerle a quemarse. Se colocó
detrás de ellas e hizo tirar el quinquel con fuerza contra el suelo.
¡No! Grité mientras intentaba ir hacia ellas. El fuego saltó y las
quemó vivas. Sus gritos desesperados se me clavaban en el corazón.
Uriel y Edgar extinguieron el fuego con los extintores que había en
el pasillo.
-¡No!
¡Mis hijas NO! Gritaba mientras lloraba de la impotencia tirado en
el suelo.
-¡Ayuda!
Gritaba Edgar.
-Dafne..
¿Qué haces aquí? Decía Dorothy.
-He
vuelto. Vengo tras acabar con todo. Decía con un tono frío.
-Hija
pasa, no te quedes ahí. Decía Emily.
-¡Ayuda!
¡Es que no nos escucha nadie!
Tras
unos segundos Emily se dio cuenta de los gritos de Edgar. El haber
visto a Dafne dejó paralizadas a las dos. Pero ambas reaccionaron y
corrieron escaleras arriba. Tras acabar de apagar el fuego no había
restos de mis hijas. Se las había llevado al otro mundo. Aquella
señora me las arrebató. Me dejó completamente hundido, tirado en
el suelo. Lleno de lágrimas, quería estar solo. Quería acabar con
todo ésto. Deseaba matar y saciar mi venganza con la muerte.
Al
levantarme la vi a ella, estaba ahí. Delante, inmóvil. Sin moverse.
-¿Qué
hace ésta aquí?
-Víctor.
Lo siento por lo de tus hijas. Decía asustada.
-¿Qué
está haciendo ésta aquí? Decía cada vez más alto.
-Víctor,
por favor no lo pagues conmigo. No tengo nada que ver.
Me
acerqué a ella y la empujé a la pared. Le apreté el cuello con mis
manos y la intenté ahogar.
-¿Qué
estás haciendo aquí? Le dije enfurecido.
-Víctor,
lo siento. No quise. Decía apenas sin voz.
-¡Para
Víctor la vas a matar! Me decía Edgar mientras me apartaba de su
lado.
-Está
aquí, la obscuridad ha llegado a la casa. Ha entrado y se ha llevado
lo más valioso. Las hijas del elegido. Decía Uriel en tono
filósofo.
-¿Qué
estás diciendo? Respondía Emily confusa.
Dafne
se tocaba el cuello, se encontraba en el suelo dolorida. Yo estaba
llorando en una esquina la muerte de mis hijas. No puedo creer que
la pesadilla se haya hecho realidad. No puedo olvidarme de la escena
en la que esa maldita vieja se lleva a mis pequeñas. Tras mi ira,
despertó en mí un poder oculto que hizo brillar mi hidrópetra y
las demás piedras que había en la casa.
-¿Qué
es ésta luz? Decía Emily.
-Son
las piedras de portal. Víctor con su concentración de emociones ha
despertado a la magia dormida. La magia está volviendo, Víctor ha
sacado la luz de su cuerpo. Víctor no pares, lucha por la venganza
de tus hijas. Me decía Uriel.
-¿Qué
estás diciendo Uriel? Decía Dorothy.
-No
quiero más magia en ésta casa decía Edgar.
La
Hidrópetra atravesó el techo y descendió hacia mis manos. Al verla
pude sentir una gran fuerza dentro de mí. Pude canalizar esa gran
energía y podía sentir como la dominaba, como corría por mis
venas. Un frío gélido terminó de apagar el humo de las llamas.
¿Qué ha pasado? Dije asustado.
-Víctor,
acabas de dominar el don del agua. Tu piedra ha sido activada de
nuevo. Como la última vez en aquel hospital. Decía Uriel.
-¿El
hospital? Lo recuerdo. Fue cuando el hospital de Edgar comenzó a
arder. Es cierto, me acuerdo como si fuera ayer.
Salí
de la mansión y no podía evitar pensar en mis hijas, hace apenas
unos minutos estaba vivas y en cuestión de segundos me las han
arrebatado. Juro venganza, juro que me vengaré ahí donde estés.
Juro que te encontraré.
Tras
pronunciar aquellas palabras una luz fue desprendida de mi piedra
hacia el cielo. Ésta luz hizo despejar el cielo de aquellas nubes
obscuras que cubrían todo el celeste azul. Y el sol comenzó a
salir, descongelando la nieve de todos los rincones. Las voces de la
obscuridad han empezando a cesar. La luz vuelve a la calle y al
planeta.
Por
la acerca vi caminar a Mery, estaba desnutrida, sucia y herida.
Dorothy al verla corrió hacia ella y la trajo a la casa. Todo había
parecido volver a la normalidad. Pero mis hijas seguían muertas.
Volvemos a estar todos juntos, pero mis hijas no están. Y no puedo
dejar de pensarlas. Todo me está matando por dentro. Dafne no podía
ver a Mery, la miraba con odio pero no quiso actuar. Emily ayudaba a
Dorothy a traer a Mery a casa. Edgar y Uriel se acercaron a mí por
detrás y me llevaron para el interior de la mansión.
Me alegro de que todos vuelvan a la casa, sobretodo edgar y dafne; aunque ya estan poniendo de mala a dafne y dudo que ella tuviese nada que ver con lo que le ocurrió a lad niñas, solo llego en el momento equivocado como siempre le pasa a la pobre, es cierto que odia a Mery y con motivos pero jamas le haria daño a las niñas, sabe que la culpa la tiene la madre no las pobres criaturas y espero que victor tambien lo vea y recupere la memoria de una vez y si se casa con Dafne no lo haga porque crea que ella mato a las niñas y quiera vengarse porque se que no tuvo nada que ver. Solo espero que ahora que activo la magia la use para perseguir a la mujer esa y se vengue por lo que le hizo a sus pequeñas.
ResponderEliminarEspero el proximo capitulo