domingo, 28 de abril de 2013

CAPÍTULO 27: AL CAER LA NOCHE.

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CAPÍTULO 27: AL CAER LA NOCHE.

Me voy de casa creo que necesito despejar la mente, todos están dormidos, no debo de hacer ruido ya que si descubren mi huida me traerán de regreso.
Me levanté de la cama y me coloqué mi chaqueta; ya empezaba a refrescar en las noches y la verdad es que no estaba para ponerme enfermo. Abrí la puerta y fui a ver a mis pequeñas. Las dos parecían dormir tranquilas, las besé y las arropé. Volví a cerrar la puerta y..

-Papa...¿Dónde vas? Me decía Akalis.

-Duerme princesa, papá va a la cocina a por algo de beber.

Me daba pena marcharme y dejarlas solas al cuidado de tía Dorothy, Emily y Uriel. Me daba pena irme y no decir nada, han sido muy buenos y nobles conmigo, pero necesito mi tiempo y mi espacio para mí y la verdad es que no lo tengo en casa.

Bajé las escaleras para no hacer ruido con el ascensor y al abrir la puerta escuché una voz que hablaba en el salón.

-¿Dónde crees que vas Víctor? Me decía aquella voz grave procedente de la penumbra del salón.

-Voy a salir, no tardaré. Dije con voz ronca y temblorosa.

De entre la obscuridad una sombra masculina salió, era Uriel que estaba esperando la llegada de Emily. Aún no había llegado de su salida. Me gusta su lado protector.

-Voy a acompañarte y así veo a ver donde se metió ésta mujer.
Al salir una sombra nos vigilaba desde lo alto de la casa, escondiéndose entre las cortinas. Comenzamos nuestro recorrido y Uriel decidió quedarse en el camino y andar. Lo dejé y comenzó a camina durante un largo rato bajo aquella hermosa noche estrellada de luna azul. Yo continué mi recorrido hacia la playa; una vez allí aparqué el coche y me descalcé, me quité los calcetines, me bajé los pantalones, los boxer también me los quité, empecé a quitarme la chaqueta, desabrocharme los botones de la camisa y lo dejé todo en la orilla. Miré al cielo estrellado y comencé a caminar hacia el agua. Mi cuerpo pálido e iluminado por el hermoso brillo lunar destellaba hermosos rayos de luna al chocar con mi cuerpo desnudo. Me sumergí en el agua y comencé a recordar viejos momentos en los que disfruté grandes recuerdos. El agua se encontraba cálida y en buena marea, su olor era hechizante, su calidez acogedora  su brillo único, su magia.... se me hace raro ahora decir ésta palabra. He dejado de creer pero algo en mí me pide hacerlo. Comencé a nadar más a la profundidad y me sumergí en el agua de nuevo. El vaivén de las olas me eleva a un paraíso sin fin, la iluminación lunar bajo el agua cristalina me mostraba un Edén, me sentía parte de él y comencé a liberar y purificar mi alma.

Bajo el agua miré hacia el cielo y vi algo extraño moverse en el celeste azul marino de la noche. Salí a la superficie y volví a ver algo sobrevolar aquel infinito universo plagado de estrellas. En las noticias dijeron que iba a estar nublado.. mas yo podría jurar que no hay ni una sola nube en el cielo. Casi puedo ver con claridad todas y cada una de las estrellas incluso podría decir que esas extrañas luces son lluvia de estrellas. A lo lejos en el mar pude ver algo negro acercarse hacia a mí, parecían aletas lo que sobresalía en el agua. Me asusté, pero por un momento sentí calma en mí. Era como si una parte de mí me dijera que debía estar en éste momento aquí y que viviera ésto.

Aquella extraña criatura que parecía un tiburón seguía acercándose cada vez más hasta acabar rodeándome y nadando en círculos alrededor de mí. Se detuvieron y salieron a la superficie. Eran las aletas dorsales de una manada de delfines, las que por un momento me asustaron. Les toqué el hocico y comencé a saludarles, parecían entenderme mas sus cantos enviaban a mis oídos una magia y unas vibraciones placenteras y relajantes. Eran armónicas e inigualables.

Volví a ver aquella luz del cielo caer, pero ésta vez cayó en unos árboles que se encontraban en lo alto del acantilado. Me asombré un poco, pensé que podría haber sido un meteorito pequeño que había caído. Salí del agua y comencé a caminar desnudo por la orilla del agua hasta llegar a las rocas que subían al acantilado. Pensé en usar el coche, pero me acordé que era imposible subir por el camino de rocas con él. Una vez arriba sólo veía las sombras de los árboles moverse de un lado para el otro y algún que otro búho y lechuza cantar entre los árboles. A lo lejos una extraña luz color verdosa destellaba en mis ojos y me impedía ver, corrí con cuidado y escondiéndome por detrás de los arbustos y comencé a contemplar lo que allí ocurría. Era un extraño artefacto de gran tamaño; color blanco y negro del cual una luz parpadeante salía de uno de sus laterales. Un ser extraño bajaba a través de la luz, iba acompañado de otro ser. Iban vestidos con unos ropajes ceñidos al cuerpo, su cuerpo era delgado y su piel azulada. Casi parecía pálida, pero tenía un aspecto muy espacial. Para ser extraterrestres parecían muy humanos.

-Es la hora querido. Debemos empezar otra vez. Decía una voz femenina proveniente de uno de los dos seres.

Podía entenderles, eso quiere decir que hablan nuestro idioma. Pero... ¿Por qué?

-Tranquila Athenea debemos tener cuidado. La última vez casi morimos en el intento de salvar lo poco que quedaba.

Ésto me suena de algo, pero no sé por qué.

-Querido tenemos compañía.

¡oh, mierda! Me han descubierto.

Los seres extraños se acercaron hacia donde me encontraba y apartaron las ramas.

-¿Qué haces aquí, pequeña criatura?

¿Qué hago?

-Perdonar, no debí venir. Será mejor que me marche.

-Tranquilo, no vamos a hacer daño a nadie. Venimos de un planeta muy lejos de ésta galaxia. Hemos visto la alerta de posible fin del mundo, y hemos vuelto para ayudar a calmar a la madre Tierra.

-¿Entonces no vais a matarme ni hacer experimentos conmigo?

-No, ¿por qué íbamos a hacer eso? Que mala fama nos tienen dada aquí en el planeta. Decían.

La verdad es que parecían buenas personas.. bueno seres extraños. Sus rostros eran muy humanos. Su comportamiento era incluso más civilizado y humano que el de los de por aquí. Yo me imaginaba a los alienígenas color verde, ojos grandes y negros. O cuerpos peludos, incluso viscosos y con muchos brazos. Pero éstos son muy humanos, su piel era azul pálido, casi blanco como el color de nuestra piel. Tenían algunas vetas brillantes que resaltaban hermosos brillos color jade. Sus ojos eran muy humanos, tonos muy naturales, azul y verde el de éstos dos seres. La que parecía ser la mujer, tenía el pecho bien apretado con el traje. Apenas parecía ser una mujer por la ropa tan ajustada que tenía. El cabello ambos lo tenían recogido en un gorro parecido al que utilizamos en natación.

-¿Por qué estás desnudo pequeño? Me decía el señor alienígena.

-Disculpen, me encontraba nadando y vi caer algo del cielo y quise ver lo que era, ni tiempo me dio de vestirme.

-Ven pasa a la nave, te daré algo de comer y de vestimenta.

-No gracias, será mejor que me marche ya a casa.

-Como quieras, nosotros vamos a estar aquí durante un pequeño corto tiempo.

-Hasta otro día.

Me marché corriendo de allí, cogí mi ropa y me marché. En la vuelta a casa me encontré a Uriel y a alguien en brazos. Detuve el coche y me di cuenta que era Emily, había sufrido un accidente con el coche y sólo se encontraba mareada y asustada. Llegamos a casa y le dimos una taza de café. La pobre parecía asustada, se encontraba muy azarada. ¿Qué habrá visto para estar así? No quiso darnos explicaciones, se levantó de la silla y subió a dormir. La noche iba a ser larga.. lo veía venir.

-Víctor, creo que lo mejor será que no salgamos a la calle hasta que no amanezca. Van a empezar a ocurrir cosas que es mejor estar escondido.

-¿Por qué lo dices?

Parecía preocupado.

-Debemos esperarnos, ésto ha ocurrido varias veces. Y ésta vez algo me dice que va a ser el fin.

Un pequeño temblor hizo abrirse la puerta que llevaba al sótano, me asusté y decidí ir a cerrarla. Uriel me acompañó, parecía preocupado, esa cara era nueva para mí. Comenzamos a bajar las escaleras para comprobar que todo estaba bien y él se veía triste al ver el interior de ésta amplia habitación.

-¿Qué te ocurre Uriel? Le dije.

-Nada, que ésta habitación me recuerda a algo. Pero no sé a qué.

Volvimos a subir y cerramos la puerta. ¿por qué recordará ésto a Uriel si nunca ha vivido aquí? Muchas dudas volaban en mi cabeza. La noche pasó rápido y ya era hora de comenzar a amanecer, pero la luna seguía fuera y el sol parecía no tener ganas de salir hoy. En el patio sobrevolaban luces pequeñas y las plantas del interior de la casa parecían querer comunicarse con nosotros. Salimos al patio zen que había en el interior y unas voces se escuchaban entre las sombras.

Ayuda” pronunciaban en el aire.

¿Qué querrá decir ésto? Me dije interiormente.

-Debemos de hacer algo, las criaturas éstas necesitan nuestra ayuda. Decía Uriel.

¿Criaturas? No veo nada.

-¿Qué dices? No veo nada.

-Has dejado de creer, es normal que no veas nada. Pero hay pequeñas hadas y ninfas sobrevolando el patio. Las driadas están entre los árboles y los duendes y gnomos se ocultan entre las ramas.

Éste chico se ha vuelto loco... eso son nada más que cuentos de hadas. ¿Cómo va a ser posible que estén en mi casa?

-Uriel.. me voy a la cama. Tengo sueño. Hasta mañana.

-Descansa Víctor. Yo me quedaré al cuidado de éstos seres.

Subí las escaleras y comencé a caminar en dirección a la habitación. A través de la ventana se filtraban los rayos de luna. Era un brillo único e inigualable, una mezcla entre celeste y amarillo, las vidrieras de la ventana dibujaban en el suelo los motivos decorativos que tenían. Entré en mi habitación y me volví a quitar la ropa, encendí la luz del cuarto de baño y me lavé la cara, me miré en el espejo y sentí un gran vacío en el pecho. Era como si algo me faltara, ya habían pasado varios días desde que eché de la casa a Mery, Edgar y Dafne. Y casi parecían haber desaparecido de nuestras vidas. Me metí en la bañera y me eché agua fría para quitarme la sal del mar me coloqué una toalla alrededor de la cintura y me acosté. Pasados unos segundos sentí la necesidad de beber agua, me encontré con la garganta reseca mas también pude percibir un extraño olor a corrupto. No me agradó nada aquel horrible olor, abrí los ojos y la vi encima de mí. Era la viva imagen de un ser diabólico. Era una mujer de cabello largo y rizado, tapada con un velo negro que le cubría el rostro, pero del cual se filtraba una mirada fría y penetrante. Sus ojos eran color rojo sangre, su piel es pálida como la nieve. Sus labios carnosos y deshidratados, con heridas, de ellos salían sus enormes dientes afilados de criatura maligna. Vestía una vestimenta larga color roja, dorada y azul. En sus manos portaba en la izquierda un puñal y en su derecha un pergamino. Sus ojos no apartaban su mirada de los míos, su mano izquierda alzaba el puñal en intento de atacarme. Yo no pude evitar asustarme y comencé a gritar. Toda la casa se revolucionó al escuchar mis gritos aterrados. Encendieron la luz y me encontraron en una esquina de la habitación. Con los brazos tapándome la cabeza y en movimientos vaivén. Dorothy me levantó del suelo y me llevó a la cocina me sirvió una tila para relajarme y le expliqué lo ocurrido.

-¿Qué te ha pasado pequeño? Me decía mientras me daba la tila.

-Ha sido horrible, era una mujer mayor, estaba encima de mí y quería matarme.

-¿Matarte? Respondió Emily.

Uriel parecía pensativo, no hablaba, sólo observaba y escuchaba. Había sido nuestra primera noche obscura. Y la verdad había empezado muy fuerte.

La niebla hizo romper las paredes de la habitación donde se encontraba Edgar, y éste estaba a punto de lanzarse a un vacío acantilado, del cual se desconocía la vista del fin. Sólo se observaba una gran penumbra visto desde arriba. El aire corría a alta velocidad, sus cabellos se revolucionaban en su cabeza. Sus ojos derramaban lágrimas y cada vez iba a más. Su cuerpo presentaba más heridas que anteriormente, se había lastimado mucho más. Miró al cielo y gritó:

-¡Víctor! Mientras se lanzaba al vacío.

Mientras caía una luz entre la obscuridad comenzó a desprender intensas ráfagas de luz, él cegado por la luz y las lágrimas no pudo distinguir nada y penetró en la luz. Al volver a abrir los ojos se encontró envuelto en unas sábanas y desnudo.

-¿Dónde estoy? ¿Qué es éste lugar?

Dafne al haber eliminado por completo la magia no se dio cuenta de que ahora le costaría regresar así que decidió usar los barcos del puerto y comenzó a navegar hasta Nimsville.

-Víctor me parece muy raro que justo ahora vuelvan las pesadillas. Decía Dorothy.

-No te debe de parecer raro, está recuperando la memoria, es normal. Vuelve a ser él, y sea quien sea esa mujer debe tener cuidado. Es la misma que una vez en antaño cuando era pequeño intentó matarlo. Recuerdo como si fuera ayer cuando aún siendo pequeño tuvo unas pesadillas como esa. No intentó matarlo, quería matarlo. Siempre he querido saber qué relación tenía ese extraño ser con la realidad, porque al despertar siempre amanecía con heridas y cicatrices, incluso muchas veces las sábanas aparecían con sangre.

-Debe tener cuidado, no es alguien de buena fe. Decía Uriel.

-¿Qué quieres decir? Decía Emily.

-No debo hablar del tema, me lo tengo prohibido. Son cosas que es mejor alejarlas de la mente, ya que si se piensan cobran más vida.

-Pero es que están atacando a Víctor. Debemos ponerle solución, de lo contrario podría matarlo en verdad. Decía Dorothy alterada.

-No quiero hablar más del tema. Respondí en voz alta.

-Debemos prepararnos, la obscuridad está entre nosotros, y las criaturas mágicas han huido de sus mundos, la guerra es imparable. Algo ha ocurrido en los mundos, porque ahora son parte de éste. Las líneas que nos separaban ahora se han juntado con nuestra dimensión y significa problemas.

-¿Cómo podemos solucionar ésto? Decía Emily.

-¿Os creéis superheroes? ¿pensáis que vais a luchar contra algo que ni existe? Por favor.. dije en tono irónico.

-Víctor.. sé que no crees, mas no te culpo, pero es más grave de lo que puedas imaginar. Decía Uriel.

Se le veía muy seguro de lo que decía, pero ésta situación me escama no sé qué pensar, ni qué decir, ni qué hacer. La verdad estoy perdiendo el sentido de todo. Me levanté de la silla y me fui al salón y miré por la ventana.

Pude ver sombras vagando por las calles, daba miedo porque no podía ponerle rostro a lo que vagaba en la penumbra de la noche.

-Víctor, lo decían los Atlánticos, los Mayas, los Egipcios, los Hincas, los Aztecas.. todas las antiguas civilizaciones lo vieron venir. Ahora están aquí, los seres de las tinieblas han regresado y quieren acabar con todo. Se han estado alimentando de toda la ira que se ve por las calles.

-Es mejor que dejemos el tema. No voy a permitir que ésto afecte a mi vida y mucho menos a mis hijas.

-No debiste echar a Edgar, ni Mery ni a Dafne de la casa. ¿Qué habrá sido de todos ellos?

-Hice lo correcto. Respondí fríamente.

-Señorita Lucksim.. Debe marcharse de aquí. Ésta empresa no le pertenece y el banco la echa. Haga el favor de marcharse, y coja sus pertenencias.

-¿Qué está usted diciendo? ¿Cómo que el banco se ha quedado con ésto?

-No ha pagado, las facturas, su empresa ha caído en quiebra y debe irse. Ha quedado en la calle, búsquese otro lugar para vivir. Porque la verdad ésto lo ha dejado destrozado.

Mery se resistió y los guardias de seguridad la echaron a patadas, ésta cayó al suelo y se hizo una herida en el labio. Comenzó a caminar sin rumbo por la calle, con la ropa rota, sin zapatos y despeinada. La gente la miraba y la trataba como una vulgar callejera, una más del montón que se ha unido a la vida callejera. Ella se sentía sucia, despreciada, humillada. Comenzaba a hablar sola y a delirar.

-¿Qué ha sido de la dueña de toda la fortuna de Lucksim? ¿Dónde ha quedado la más poderosa de la ciudad? Toda hundida y echada a la calle hasta de su propia casa. No merezco tanto dolor. Quizá me pasé, pero no merezco ésto. No me arrepiento de nada. ¡LO JURO! ¡JURO QUE ME VENGARÉ, VÍCTOR!

-Dorothy debemos de hablar. Decía Emily.

-Sí, debes explicarme, qué es esa herida que tienes en la frente. Respondía Dorthy.

-¿Ésta herida? No es nada grave, sólo que el coche he llamado para que me lo arreglen, he tenido un pequeño accidente.

-¡Cómo! Decía atacada Dorothy.

-Sólo fue un susto, estoy bien. La verdad, es que anoche vi a un señor.. que me dejó fría.

Se la ve asustada, no me gusta el sentimiento que desprende.

-¿Un señor? ¿Qué señor?

-Será mejor que lo hablemos en otro momento. Decía agachando la cabeza.

Parecía no querer hablar delante nuestra, así que me levanté y me marché con Uriel arriba a ver a las niñas.

En ese momento Emily continuó la conversación, sabía que era por mí. Me duele que haya éste tipo de secretos y me jode que se hable de mí. Podrían hacerlo delante de mí y no a mis espaldas.

-Era el padre de Víctor.

-¿Cómo va a ser posible? ¡Pero si murió!

-Sí, o eso parece. No lo sé. Ya no estoy segura. Pero era él. O al menos alguien parecido a él.

-¿Y está aquí? Decía Dorothy asustada.

-Lo está, paseaba en la noche, iba muy trajeado. Con capa y sombrero, la verdad es que parecía ir o venir de algún club o algo.

-Es extraño.

-Uriel.. ¿Qué opinas de lo que ha ocurrido?

-Prefiero mantenerme al margen. La verdad es que no quiero hablar de eso.

-Es mejor, pero no me parece bien. Creo que no deberían hacer ésto.

-Deja de pensar, es lo mejor. No merece la pena créeme. Cuando conozcas otras cosas opinarás de otra forma.

No entendí lo que quería decir, pero era lo mejor. Alejar cualquier pensamiento de éste tipo.

Nos fuimos al lavabo y bañamos a las pequeñas, ellas disfrutaban jugando en el agua. Me encantaba verlas sonreír. Me alegraban todo, eran capaces de sacar ese lado positivo de mí. Tras acabar el baño, las vestimos y bajamos a comer, en la comida no hablamos mucho.

-¿Hasta cuándo va a seguir la obscuridad? Decía Dorothy.

-Aún es el principio.. Respondía Uriel.

Retiré la mesa y comencé a limpiar los platos, y a fregar el suelo. Necesitaba pensar en algo menos en la escena que ocurrió. Algo en mí despertaba sentimientos y emociones diferentes a las que solía recordar. El odio, el rencor, la ira, la rabia, miles de sentimientos obscuros afloraban en mi interior. Mi corazón poco a poco se iba obscureciendo más y más.

-Uriel, ¿has notado raro a Víctor? Decía Dorothy.

-Está muy raro últimamente. Respondía Emily.

-Es mejor no agobiarle, y dejarle. No quiero que también os eche a vosotras. Yo prefiero no tocar más éstos temas y cuanto antes lo dejemos, antes acabará. Estoy trabajando en algo que puede ayudarnos a acabar con todo ésto. Y creo que va a ser muy arriesgado.

-¿Arriesgado, por qué? Respondía Emily.

-Es ir al comienzo de la historia. Donde al menos una parte empezó.

-No entiendo lo que quieres decir. Decía Dorothy.

-Tiempo al tiempo. No es el momento, apenas está empezando a actuar como antes. Aunque un poco cambiado. Pero es por todo lo que ha ocurrido en poco tiempo. Además las crías no me transmiten una buena energía. Se alimentan de algo, que viene de fuera y no es la comida que le damos. Ese crecimiento es anormal.. y algo me dice que es malo.

-¿oye chicos sabéis qué es éste frasco? Pregunté en voz alta.
Emily vino a ver qué frasco era y se sorprendió al verme con él.

-¿Qué haces con eso? Me dijo.

-Estaba vacío y guardado en el mueble de ingredientes.

-No es posible, pero si se había perdido. Un momento...

-¿Qué pasa? Le dije.

Parece que no va a responder, está intentando huír de nuevo. Algo pasa y no me lo quieren decir. Cogí el frasco lo tiré y me marché de la casa cabreado.

-¡Víctor espera! Me gritaba Emily.

Es tarde, ya estoy cansado de tanto ocultar y hablar a mis espaldas. No soporto más ésta situación, quiero que acabe todo, si existiera la magia, desearía con todas mis fuerzas acabar con ésta situación. Lanzaría una enorme bola de fuego y me quedaba solo. ¡Estoy harto! Al gritar los cristales de un coche que había aparcado en la acera explotaron. Me asusté pero no le di importancia. Continué mi camino y seguí discutiendo solo.

-¿Qué ha pasado Emily? ¿Por qué se marchó? Decía Uriel.

-Lo siento, ha sido mi culpa. No debí.. debemos ser claros con él. No podemos ir de media lengua siempre, y hablar a ocultas con él. Creo que nos estamos pasando. No está pasando por la mejor etapa, está empezando a recordar y a vivir cosas que no son de mucho agrado para una persona como él.

-Tienes razón Emily, pero él tampoco quiere hablar claro, sólo evita el tema, y evadirlo no es la solución. Tiene que afrontarlo y aceptarlo. Sé que es difícil, pero debe de hacerlo. Aunque por ahora lo mejor es dejarlo.

-¿Qué era el frasco ese? Dijo Uriel.

-Es el frasco que Dafne perdió. Creo que tu sobrina Mery lo bebió. Porque está vacío.

-No es posible.. decía Dorothy asustada.

En mi camino de soledad, me tropecé con una chica muy estropeada. Caímos al suelo y al levantarme..

-Lo siento, disculpe, no miré por donde iba. ¿Se ha hecho daño? Le dije intentando ayudarla.

La miré a la cara y vi que tras toda esa suciedad se escondía la que un día era Mery.

-¡Víctor! ¡Eres tú!

No es posible, ¡qué hace con éstas fachas!

-¿Qué pintas aquí? Le dije cabreado.

-Eso mismo digo yo. ¿Qué haces por éstos sitios?

-¿Yo? Me he ido de casa, necesito libertad.

-Interesante, parece ser que en casa todo anda muy mal desde que me fui. Yo ando de un lado para otro, no tengo donde ir, ni dinero, ni comida, ni agua para lavarme. Todo se ha ido a la mierda. Víctor mi vida como mujer ha terminado.

-Quiero el divorcio. Quiero que me devuelvas mi vida. Le dije cabreado.

-De acuerdo, pero con éstas pintas.. ¿no pensarás que voy a hacer mucho?

-Todo a su tiempo. Pero cuanto antes mejor. Ahí te quedas, nos veremos pronto... Espero.

-Claro. Ten buena noche.. Me decía mientras caminaba en dirección opuesta a la mía.

Me giré y la vi buscando entre los cubos de la basura algo de comer. Cuanto mal he hecho para que ésta pobre chica acabe así. Soy un demonio de persona, ¿Y si está así de mal ella.. cómo estarán los demás?

A lo lejos vi una montaña y me vino el recuerdo antaño de una mujer cabalgar hacia mí en un albo caballo. ¿ésta mujer...? Dafne.. ¿Dónde estará? Es cierto, recuerdo como si fuera ayer cuando apareció. Continué mi camino y vi la editora de periódicos, estaba cerrada por la crisis. Había caído en quiebra, y parece que fue ayer cuando salí con Edgar aquella mañana para buscar respuestas por la noticia que apareció en aquel periódico. ¡Edgar dónde estarás!

No sé que me está pasando. Han ocultado muchas cosas, y debo de odiarlos. Pero también han estado ahí en todos los momentos. Yo recuerdo que di mi vida en el viaje para encontrar un medicamento que los ayudara. Di mi vida para salvar la vida de Mery, di mi vida para buscar a Dafne. Todo me está dando vueltas. ¿Qué me pasa? ¿Por qué todo me viene así de grande ahora? No puedo evitar llorar. Quiero desaparecer. ¿Qué es aquel ser que hay delante de mí?

A lo lejos entre la niebla y la poca luz que había se veía una sombra negra de ojos rojos que no dejaba de observarme. Parece estar montada en un caballo obscuro. No puedo distinguir muy bien las formas. Me siento débil, me siento indefenso. Se me está acabando todo.

Dafne en el camino de vuelta a Nimsville no dejaba de recordar viejos tiempos. Sentía un frío en su cuerpo que calaba sus huesos. No encontraba la calor natural, parecía estar muerta en vida. Todo le daba vueltas, iba subiendo y bajando al compás de las olas. De un lado para el otro, su orgullo y ansía de venganza hacia Mery iba creciendo más y más. Tenía sed de sangre, el haber matado a su propia madre le supo a poco y quería llegar a más. No podía soportar y aceptar el que Víctor la rechazara de aquella forma. Todo se le venía encima y caía sobre su espalda el peso del dolor de todos. Lo único que la mantenía firme era la venganza contra Mery.

¿Cómo puede cambiar todo en cuestión de segundos? ¿Qué me pasa? No puedo moverme, el frío está impidiendo que me mueva. Tengo que hacer algo.. ¿Pero qué? ¿por qué me observa? ¿Qué quiere de mí? Cerré los ojos y al abrirlos de nuevo, la sombra había desaparecido. 

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