CAPÍTULO 26: UN MUNDO
SIN MAGIA.
Todo
parece ir a peor, la crisis financiera del planeta tras la guerra ha
ido a peor, han habido muchos destrozos y quieren arreglarlos para
volver a comenzar. Han empezado a meter más recortes y a subir los
impuestos. Muchas empresas han caído en quiebra y no hay dinero
suficiente en el planeta para poder sacarlas a flote. Miles de
personas andan vagando por las calles cuales almas en pena. Muchas
escuelas y hospitales han tenido que cerrar sus puertas por falta de
medicación, falta de instrumentos y aparatos sanitarios. Luz, agua y
alimentación se les fue retirada por no pagar en su debido momento.
Las deudas han elevado su actividad y los jefes de gobierno no saben
qué hacer para salvar a sus países. Centenares de personas se
rebelan en las calles, la policía y las fuerzas armadas se han unido
a éstas personas. Ya no son tres o cuatro las personas que salen a
luchar a la calle; se han creado nuevos partidos y nuevas
asociaciones que luchan por una unión progresista y democrática. En
la que se ven redactadas las palabras, unión, igualdad, progreso,
avance, fraternidad. Éste no es el mundo que yo quiero tener, ésta
no es la vida que yo quiero vivir. ¿qué va a ser del futuro de mis
hijas? ¿Qué va a ser de la educación y la sanidad para los
descendientes?
La
guerra ha arrasado con todo cuanto ha podido y más, el querer
obtener más poder y riqueza ha hecho todo lo contrario. Ha creado
más sufrimiento, más pobreza y más destrozo. Cada día que pasa,
mis hijas van creciendo más deprisa y yo no sé qué hacer para
poder darle una mejor vida.
-Víctor
necesito que me dejes la hidrópetra que te entregué. Me decía
Uriel.
¿Para
qué la querrá? ¿Qué estará tramando ya? ¿tendrá algo que ver
con lo que estaba trabajando?
-Cógela,
la tienes en el cajón de mi mesita de noche. Le dije.
-Emily
ha hecho un pastel, ¿por qué no bajas y tomas un poco?
-No
tengo mucha hambre, pero bueno bajaré.
Tengo
que reconocer, que me he distanciado un poco. Me he encerrado en mí
y ésto me ha creado un miedo social.
-Venga,
baja tus hijas te necesitan también.
Mis
pequeñas, no merecen tener éste padre. Yo siempre he querido
ofrecerle todo lo mejor. Pero me siento impotente, algo hay en ellas
que me impide darle ese amor. Quizá sea por su extraño
comportamiento. Parecen sacadas de una película de terror, mueven
cosas sin tocarlas, rompen cosas sin mirarlas. Tengo miedo, y me
gustaría acabar con todo lo relacionado con el tema.
Bajé
al salón y Dorothy estaba haciendo un vestido a las pequeñas,
ellas jugaban con la gatita mientras merendaban un poco de pastel de
frutas del bosque. Emily leía un libro y Uriel no estaba, miré al
techo y suspiré. Sabía que estaba arriba trabajando en algo, pero
ese algo escamaba mis sentidos. ¿Qué sería ese misterioso trabajo?
-¿Vosotras
sabéis algo de Uriel? Quiero decir.. ¿si sabéis en qué está
trabajando?
-Algo,
pero no lo sé del todo. Respondió Dorothy sin apartar la mirada a
la tela.
-Debes
darle tiempo, piensa que le cuesta enfrentarse a la gente, le cuesta
comunicarse y relacionarse. No le agobies y dale tiempo. Me dijo
Emily con ese tono tan dulce con el que siempre me hablaba.
-Papi..
¿Y mamá? Me decía Selenia.
Tras
escuchar su cálida y dulce voz pronunciar esas palabras rompí a
llorar, no sabía qué responder, ni cómo actuar. Me sentía incapaz
de dar marcha adelante en la conversación.
-Mi
vida, vente. Le dije.
Acto
seguido la veo levantándose y caminando hacia mí. Mírala como
camina, apenas tiene el tiempo de una pequeña de un año y medio y
hace cuestión de semanas que nació. Su cabello era platino, su piel
blanca como la nieve, sus labios carnosos y color rojizo natural, sus
ojos azul parecían ocultar un inmenso mar entre ellos. Se acercó a
mí y pude sentir sus cálidas manos tocarme las rodillas. La cogí y
la abracé. Dorothy al ver la escena no pudo evitar llorar de la
emoción, hacía tiempo que no me veía acercarme a las niñas así.
Son mis hijas, no puedo negar lo que son, pero tengo que aceptar que
por encima de todo, son sangre de mi sangre. Producto de una obsesión
y una obscuridad pero sangre de mi sangre.
La
senté en mis piernas y le besé la mejilla, le acaricié el pelo y
le dije:
-Mi
vida, mamá se ha ido a trabajar y tardará mucho tiempo en regresar,
hasta ahora tendremos que estar todos aquí unidos. Debéis comer y
poneros fuertes, para cuando regrese os vea grandes y hermosas como
sois. Seréis unas grandes mujeres y el mundo os conocerá por
vuestro gran y noble corazón.
Emily
alzó la mirada me miró y me sonrió, aquellas palabras me las dijo
cuando yo era pequeño. Y le hizo ilusión ver como superé el miedo
a mis hijas, la depresión la iba dejando hacia un lado y los miedo
poco a poco iban desapareciendo.
-Edgar
debes de comer algo, te estás quedando muy delgado. Llevas días sin
comer, y sin salir de la habitación. ¿Qué te pasa? Le decía una
joven voluntaria de la residencia.
-¡Lárgate
de aquí! ¡Quiero estar solo! Le respondía a la joven.
Tras
marcharse la voluntaria, una joven con cabello castaño y recogido,
altura 1,76, delgada, vestida con un vestido blanco, ojos verdes,
labios carnosos y piel pálida, dejó su aroma a rosas en la
habitación. Éste aroma le hizo recordar más a Víctor, sus uñas
fueron clavadas en su pecho, cuello y cara. La ira y rabia la pagaba
con su propio ser, no podía olvidarse de lo ocurrido aquella noche
en la que se transformó en aquel horrible ser. Salió de la
habitación y se dirigió a pasillo abajo. Iba buscando una
habitación obscura y la encontró al final de éste. Al entrar cerró
la puerta y se puso a a buscar el interruptor de la luz. Pero no
encontró nada, comenzó a andar en obscuridad tocando la pared y
encontró una estantería. En ella pasó las manos y se encontró una
caja de cerillas, la agitó para ver si había algo en su interior y
al escuchar moverse algo, la abrió y sacó una. La prendió y con
esa tenue luz se puso a investigar la zona. La habitación parecía
un almacén abandonado, grandes estanterías se alzaban sobre él y
se perdían en la profundidad de aquellos largos y obscuros pasillos.
Encendió varias cerillas hasta encontrar un quinquel, lo encendió y
comenzó a caminar. El almacén mostraba un aspecto sucio y bastante
lúgubre, las telarañas decoraban tétricamente aquella enorme
habitación sin fin. Tras haber caminado varios metros llegó hacia
un pequeño escalón de piedra. A partir de él todo el suelo
comenzaba a ser de grandes piedras, continuó su camino y parecía no
acabar. Empezó a escuchar voces y se asustó, aceleró su andar y el
ambiente empezó a ser húmedo mas un cierto aroma de extraña
procedencia lo acompañaba. Se dio cuenta que el suelo ya estaba
mojado y el agua empezaba a cubrir los pies, se descalzó y comenzó
a andar descalzo. Sus pies estaban color ébano y con rozaduras de
las zapatillas que allí le habían dejado, no era su número de pie
y éstas ya le habían lastimado bastante el pie. Del techo comenzaba
a gotear un líquido viscoso y un tacto un tanto espeso. Mientras
andaba se pegó con algo bajo el agua y se levantó la uña del
pulgar. Había llegado hacia otro escalón lo subió y encontró un
pequeño altar en forma pentagonal. Le recordó a un altar de
invocación y quiso utilizarlo para vengarse de todo el mal que se le
había hecho.
-Hija,
te he traído algo de comer. Va siendo hora que te levantes. Decía
la reina Selene tras la ventanita de la puerta.
Dafne
se encontraba encerrada en el calabozo del castillo, una pequeña
celda de piedra con una pequeña ventana por la cual entraba la luz
del sol y el aire. También había una gran puerta de madera con una
placa de hierro en su interior, en esa puerta había pequeña ventana
con rejas y puertecita que se habría desde fuera por la cual la
reina Selene se comunicaba con ella y le hacía entrega de la comida.
Dafne estaba tirada en el suelo llorando, su cuerpo presentaba
hematomas y sangre reseca por la discusión que mantuvo con su madre.
-¡Lárgate
no quiero comer!
La
reina Selene abrió la puerta y entró a la habitación, agarró a
Dafne de los pelos y le escupió en la cara.
-¡Levántate
he dicho! Le decía con voz alta y en tono amenazador.
Dafne
la miró y se levantó, echaba pasos atrás asustada por la acción
de su madre. La reina se acercó a ella y la esposó; la llevó con
ella a un cuarto de baño en el cual unas criadas la estuvieron
lavando en una tinaja de madera. La desnudaron tirándola de la ropa,
y forzando la salida de sus extremidades. La tensión de la ropa con
la carne le creaba más hematomas incluso pequeñas heridas. La
empujaron al agua hirviendo y comenzaron a lavarla. Le lavaron la
cabeza friccionando ferozmente y le lavaban con un estropajo el
cuerpo. Dafne no podía evitar llorar, se sentía sumisa de su propia
madre, era incapaz de hacer algo.
Tras
acabar el salvaje baño le colocaron sus bragas de tela, sus calzas,
su cancán, su corsé y encima colocaron un vestido largo color
morado, gracias al corsé su voluminoso pecho se realzaba y quedaba
bien estilizado. Las criadas lo apretaron bastante por orden de la
reina Selene, Dafne se quejaba pero no podía hacer notar sus quejas
en alto. A partir del hombro caían unas mangas anchas color blanco
con ataduras en el antebrazo, codo y muñecas. Por debajo del cuello
y media cintura caía una capa que quedaba suelta a partir de la
cintura. La capa color negra por la parte externa y la parte interna
color azul, tenía hermosos bordados dorados. La sentaron en el
tocador y comenzaron a cepillarle el pelo, una vez cepillado las
criadas más jóvenes comenzaron a trenzarla un hermoso recogido.
Tras finalizaron el recogido de trenzado una de las criadas le echó
polvos para aportar color a su rostro apagado, colorearon sus labios
con un rojo pasión. Una anciana llegó por detrás y le colocó el
colgante dragón era una lágrima de zafiro en el cual había grabada
la imagen de un dragón negro en su interior y a su lado el símbolo
del aire.
Tras
finalizar el arreglo, la reina entró al aposento de Dafne y le hizo
entrega de una tiara de plata con diamantes y una hermoso cuarzo azul
en el centro.
-Madre..
¿Por qué haces ésto? Decía con la cabeza agachada evitando
mirarla a los ojos.
El
miedo y la desconfianza le ocasionó tal rechazo de mirada.
-Querida
Dafne, sólo quiero que aprendas, a que una mujer ha de hacerse
valer, y tú como hija mía que eres, no puedes vestirte como una
cualquiera y mucho menos ser tan pueblerina como los de la
servidumbre. Has de destacar, para eso eres la princesa de Atledia, y
futura reina. Tantos años me ha costado levantar éste reino, tantos
años entregándome no quiero que se vayan a perder por tus malas
costumbres.
-Madre
no quiero ser quien soy.
La
madre le abofeteó la cara.
-No
vuelvas a decir ésto. No intentes ser como tu difunto abuelo, ese
poco hombre que jamás supo darme el lugar que me corresponde.
-Eres
malvada, asesina, en tu interior no hay nada de bondad, sólo vacío
y odio.
-Querida,
no me insultes de esas formas mas tú has de callar. Yo no fui quien
mató a tu padre, mas tú sí fuiste capaz de matarlo. Será mejor
que nos vayamos preparando la ceremonia va a empezar y el baile va a
dar comienzo.
-¿Ceremonia?
¿Baile? ¿Qué celebramos madre?
-Hija,
tu boda ha de ser rápido. He invitado a todos los príncipes de los
reinos vecinos para que elijas al futuro rey.
-Madre,
¡jamás aceptaré casarme sin amor!
-Yo
también me casé sin amor, mas no lo necesitaba, sólo la riqueza y
el poder que tu padre poseía. Y que hoy es nuestra.
-¡Madre!
-No
te pongas así, mas tú lo mataste, eso es por algo.. ¿Verdad?
-De
acuerdo. Decía con la cabeza baja.
Dafne
y su madre fueron al gran salón donde cientos de invitados las
esperaban. Selene y Dafne se sentaron en sus tronos y la música
comenzó a sonar. Todos los invitados comenzaron su baile tradicional
de ceremonia y Selene miró a su hija. Acto seguido Dafne se levantó
y bajó las escaleras a mezclarse con todos los príncipes de los
reinos vecinos. Todos quedaron encantados y hechizados tras la
belleza de la princesa de Atledia. Todos querían bailar con ella mas
Dafne no podía dejar de pensar en Víctor y se adentró más entre
los invitados evitando ser vista por su madre. Cuando la perdió de
vista salió a la terraza y se acercó a un manzano que había
plantado cogió una manzana y se puso en el balcón a comérsela
mientras derramaba lágrimas de dolor con la mirada perdida en el
vacío.
-Disculpad
majestad, ¿qué os trae hasta aquí?
-¿Quién
sois? Respondía Dafne.
-Provengo
de tierras lejas, mas vi como salíais de palacio y me dije: voy a ir
tras ella. Aquí me tenéis, preocupado por vos.
-Gracias
por su atención... ¿señor?
-Príncipe
Arturo mi lady.
-Nunca
os he visto y jamás escuché hablar de vos.
-No
importa, he visto que la reina desea que os caséis pronto con un
príncipe y no os veo ilusionada.
-Mi
madre está ciega por el poder y la riqueza, jamás entenderá que yo
no quiero ésta vida.
-¿Y
por qué no huyes?
-¿Huir?
¿Y dejarla de nuevo?
-Debes
encontrar tu felicidad y luchar hasta el final.
-Eso
es algo imposible, estoy maldita y no tengo mucho tiempo. Debo
encontrar al hombre correcto que me ame de verdad, de lo contrario
moriré.
-Debes
darte prisa, entra al baile y conoce al futuro rey. Decía mientras
cogía una manzana de un tono más rojo que las anteriores y se la
ofrecía.
-Gracias.
-Debo
marcharme. Subió hacia la baranda y se lanzó al vacío.
Dafne
corrió hacia la baranda y vio al príncipe transformándose en un
gran ave fénix.
-¡Arturo!
Gritaba dejando caer la manzana que había mordido anteriormente.
Se
echó para atrás y vio al fénix volar hacia el sol, un eco penetraba
por el oído de la princesa. “Princesa encuentra la solución en
tus latidos”
Tras
finalizar la fiesta la reina volvió a encerrar a Dafne, pero ésta
vez en sus aposentos. La reina Selene se fue a su aposento y comenzó
a desnudarse, se metió en la bañera y mientras se bañaba el cuarto
de baño humedecido por el vapor de agua creaba un ambiente ideal
para la venganza.
Dafne
lanzó un conjuro a la puerta y ésta explotó, la ira había
conquistado su mente y su cuerpo. Rompió en mil pedazos las cadenas
que la ataban al miedo y a la retención Caminó con la cabeza alta
hacia los aposentos de la reina explotó la puerta y se dirigió
hacia el cuarto de baño en el cual se veía una sombra moverse como
una serpiente bajo el agua. Apartó las cortinas de la bañera y vio
a una de las criadas haciendo el amor salvajemente como uno de los
guardias de palacio. Ruborizada huyó de los aposentos y fue en busca
de la reina. Corrió por todos los largos pasillos de piedra que
formaban el palacio Atledico.
-Hija
lo estás haciendo muy mal. Resonaba entre las paredes de palacio.
-Madre
juro que me vengaré. Haya donde tú estés, juro que te mataré.
-Hija
mía, mas tú no tienes el poder suficiente. Nunca tendrás el corazón
que yo tuve para hacerlo.
En
ese momento corrió hacia la tumba de los reyes en la cripta de
palacio y una vez allí prendió una antorcha y la lanzó al suelo.
Las cortinas, alfombras y demás telares comenzaron a arder, entre
ellas todas las pertenencias reales. Dafne corrió hacia arriba, y
empezó a prender todo el palacio. Las criadas tras el olor a humo
huyeron de palacio hacia las aldeas. La reina se encontraba en lo
alto de la torre observando la ira de Dafne, se giró por un instante
y la vio tras ella. No le dio tiempo a atacar y Dafne lanzó una
enorme bola de fuego que la hizo salir por la ventana. La reina cayó
al suelo y se rompió todos los huesos, el fuego comenzó a incinerarla viva y los gritos de dolor podían oírse aún estando
muerta. El eco de los gritos sonaba por todos los rincones del reino
y los reinos vecinos. El techo de la torre comenzó a caerse en
pedazos, Dafne subió a la ventana y se lanzó al vacío. Mientras
caía una luz comenzó a brillar, su aerópetra salvó su vida, fue
corriendo al establo cogió a Pegaso y corrió hacia el bosque
obscuro. Cabalgó durante un largo tiempo y desde lo alto de la
montaña observó como todo palacio se iba destruyendo con el paso de
los segundos. La ira de Dafne había sido imparable, la venganza sólo
había empezado. El fuego comenzó a quemar toda la aldea, cientos y
cientos de personas gritan de dolor, se estaban quemando vivas. Con
la calor concentrada hizo estallar la tumba donde se encontraba el
corazón de la reina y de él una gran onda expansiva hizo estallar
un una nueva explosión. Tal fue la explosión que la nube de polvo
cubrió todo el planeta haciendo desaparecer toda magia.
Queridos ciudadanos,
les informamos que una gran nube amenaza cubrir todos los continentes
que forman el planeta. Se escuchan gritos de desesperación entre la
niebla que acompaña a la nube. Les informamos que la NASA ha visto
que una gran explosión ha hecho posible el cambio planetario. Ahora
los planetas se han alineado y giran más rápido que antes. Lo cual
indica un gran cambio en los polos magnéticos, las polaridades de
los planetas ahora han cambiado. El nivel del mar está empezando a
subir, un gran terremoto submarino ha sido localizado cerca de unas
islas que nunca antes se habían visto. Las llaman las islas
espejismo, por su dificultad de ver. Los planetas están impidiendo
que el sol ilumine el planeta, lo cual va a provocar un gran
enfriamiento en el planeta. Prepárense, para una posible era
glaciar.
-¿Qué es todo ésto?
¿De dónde han salido esas islas? Dije.
-No es posible decía
Dorothy.
-¡Santo cielos! Dijo
Emily.
-El fin se acerca, la
obscuridad ha ganado la primera guerra. Hay que prepararse... dijo
Uriel dejándonos a todos aturdidos por las palabras a media lengua.
-¿Qué estás diciendo
Uriel? Dije.
-La predicción se ha
cumplido...
-¿Qué hablas Uriel?
Insistí.
-Una gran explosión
provocará la unión de todos los mundos que conforman éste
universo, los planetas se alinearán tapando la luz del sol, la cual
nos dejará durante varios días en la penumbra. El planeta se
enfriará y en éstos días de obscuridad la batalla será imparable.
La obscuridad está entre nosotros.
Emily salió a la puerta
para ver el cielo y corrió al coche para ir a subir a la montaña.
Uriel salió en busca de ella para impedirle salir. Pero fue
demasiado tarde ya había salido de la mansión. Éste volvió a
entrar en la mansión y cerró puertas y ventanas.
En el recorrido de la
mansión a la montaña Emily vio caminar por la calle a un hombre
trajeado con un físico idéntico al padre de Víctor. Se puso
nerviosa y el coche se le fue, no pudo frenar a tiempo y acabó
chocándose contra un árbol.
A tu novela le temo mas que nada, todo se cumple... esa situación de Edgar está pasando ahora en la vida real y le temo mucho... con respecto a lo demás... para variar Dafne la lió, ha dejado al mundo sin magia pero sinceramente no la culpo, yo fuese hecho como ella, cualquier cosa para huir de esa madre y clamar venganza... me ha sorprendido mucho lo que le dijo Arturo, que significará eso? princesa debes encontrar la solución en tus latidos? pero me ha gustado una frase de él la de debes encontrar tu felicidad y luchar por ella, la verdad esque eso deberiamos aplicarnoslo TODOS a nuestras vidas y AFRONTAR los problemas y sobretodo NO HUIR.
ResponderEliminarEn fin, espero que leas esto y que subas pronto capitulo, me muero por saber en que queda todo esto