sábado, 27 de abril de 2013

CAPÍTULO 26: UN MUNDO SIN MAGIA.

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CAPÍTULO 26: UN MUNDO SIN MAGIA.

Todo parece ir a peor, la crisis financiera del planeta tras la guerra ha ido a peor, han habido muchos destrozos y quieren arreglarlos para volver a comenzar. Han empezado a meter más recortes y a subir los impuestos. Muchas empresas han caído en quiebra y no hay dinero suficiente en el planeta para poder sacarlas a flote. Miles de personas andan vagando por las calles cuales almas en pena. Muchas escuelas y hospitales han tenido que cerrar sus puertas por falta de medicación, falta de instrumentos y aparatos sanitarios. Luz, agua y alimentación se les fue retirada por no pagar en su debido momento. Las deudas han elevado su actividad y los jefes de gobierno no saben qué hacer para salvar a sus países. Centenares de personas se rebelan en las calles, la policía y las fuerzas armadas se han unido a éstas personas. Ya no son tres o cuatro las personas que salen a luchar a la calle; se han creado nuevos partidos y nuevas asociaciones que luchan por una unión progresista y democrática. En la que se ven redactadas las palabras, unión, igualdad, progreso, avance, fraternidad. Éste no es el mundo que yo quiero tener, ésta no es la vida que yo quiero vivir. ¿qué va a ser del futuro de mis hijas? ¿Qué va a ser de la educación y la sanidad para los descendientes?

La guerra ha arrasado con todo cuanto ha podido y más, el querer obtener más poder y riqueza ha hecho todo lo contrario. Ha creado más sufrimiento, más pobreza y más destrozo. Cada día que pasa, mis hijas van creciendo más deprisa y yo no sé qué hacer para poder darle una mejor vida.

-Víctor necesito que me dejes la hidrópetra que te entregué. Me decía Uriel.

¿Para qué la querrá? ¿Qué estará tramando ya? ¿tendrá algo que ver con lo que estaba trabajando?

-Cógela, la tienes en el cajón de mi mesita de noche. Le dije.

-Emily ha hecho un pastel, ¿por qué no bajas y tomas un poco?

-No tengo mucha hambre, pero bueno bajaré.

Tengo que reconocer, que me he distanciado un poco. Me he encerrado en mí y ésto me ha creado un miedo social.

-Venga, baja tus hijas te necesitan también.

Mis pequeñas, no merecen tener éste padre. Yo siempre he querido ofrecerle todo lo mejor. Pero me siento impotente, algo hay en ellas que me impide darle ese amor. Quizá sea por su extraño comportamiento. Parecen sacadas de una película de terror, mueven cosas sin tocarlas, rompen cosas sin mirarlas. Tengo miedo, y me gustaría acabar con todo lo relacionado con el tema.

Bajé al salón y Dorothy estaba haciendo un vestido a las pequeñas, ellas jugaban con la gatita mientras merendaban un poco de pastel de frutas del bosque. Emily leía un libro y Uriel no estaba, miré al techo y suspiré. Sabía que estaba arriba trabajando en algo, pero ese algo escamaba mis sentidos. ¿Qué sería ese misterioso trabajo?

-¿Vosotras sabéis algo de Uriel? Quiero decir.. ¿si sabéis en qué está trabajando?

-Algo, pero no lo sé del todo. Respondió Dorothy sin apartar la mirada a la tela.

-Debes darle tiempo, piensa que le cuesta enfrentarse a la gente, le cuesta comunicarse y relacionarse. No le agobies y dale tiempo. Me dijo Emily con ese tono tan dulce con el que siempre me hablaba.

-Papi.. ¿Y mamá? Me decía Selenia.

Tras escuchar su cálida y dulce voz pronunciar esas palabras rompí a llorar, no sabía qué responder, ni cómo actuar. Me sentía incapaz de dar marcha adelante en la conversación.

-Mi vida, vente. Le dije.

Acto seguido la veo levantándose y caminando hacia mí. Mírala como camina, apenas tiene el tiempo de una pequeña de un año y medio y hace cuestión de semanas que nació. Su cabello era platino, su piel blanca como la nieve, sus labios carnosos y color rojizo natural, sus ojos azul parecían ocultar un inmenso mar entre ellos. Se acercó a mí y pude sentir sus cálidas manos tocarme las rodillas. La cogí y la abracé. Dorothy al ver la escena no pudo evitar llorar de la emoción, hacía tiempo que no me veía acercarme a las niñas así. Son mis hijas, no puedo negar lo que son, pero tengo que aceptar que por encima de todo, son sangre de mi sangre. Producto de una obsesión y una obscuridad pero sangre de mi sangre.

La senté en mis piernas y le besé la mejilla, le acaricié el pelo y le dije:

-Mi vida, mamá se ha ido a trabajar y tardará mucho tiempo en regresar, hasta ahora tendremos que estar todos aquí unidos. Debéis comer y poneros fuertes, para cuando regrese os vea grandes y hermosas como sois. Seréis unas grandes mujeres y el mundo os conocerá por vuestro gran y noble corazón.

Emily alzó la mirada me miró y me sonrió, aquellas palabras me las dijo cuando yo era pequeño. Y le hizo ilusión ver como superé el miedo a mis hijas, la depresión la iba dejando hacia un lado y los miedo poco a poco iban desapareciendo.

-Edgar debes de comer algo, te estás quedando muy delgado. Llevas días sin comer, y sin salir de la habitación. ¿Qué te pasa? Le decía una joven voluntaria de la residencia.

-¡Lárgate de aquí! ¡Quiero estar solo! Le respondía a la joven.

Tras marcharse la voluntaria, una joven con cabello castaño y recogido, altura 1,76, delgada, vestida con un vestido blanco, ojos verdes, labios carnosos y piel pálida, dejó su aroma a rosas en la habitación. Éste aroma le hizo recordar más a Víctor, sus uñas fueron clavadas en su pecho, cuello y cara. La ira y rabia la pagaba con su propio ser, no podía olvidarse de lo ocurrido aquella noche en la que se transformó en aquel horrible ser. Salió de la habitación y se dirigió a pasillo abajo. Iba buscando una habitación obscura y la encontró al final de éste. Al entrar cerró la puerta y se puso a a buscar el interruptor de la luz. Pero no encontró nada, comenzó a andar en obscuridad tocando la pared y encontró una estantería. En ella pasó las manos y se encontró una caja de cerillas, la agitó para ver si había algo en su interior y al escuchar moverse algo, la abrió y sacó una. La prendió y con esa tenue luz se puso a investigar la zona. La habitación parecía un almacén abandonado, grandes estanterías se alzaban sobre él y se perdían en la profundidad de aquellos largos y obscuros pasillos. Encendió varias cerillas hasta encontrar un quinquel, lo encendió y comenzó a caminar. El almacén mostraba un aspecto sucio y bastante lúgubre, las telarañas decoraban tétricamente aquella enorme habitación sin fin. Tras haber caminado varios metros llegó hacia un pequeño escalón de piedra. A partir de él todo el suelo comenzaba a ser de grandes piedras, continuó su camino y parecía no acabar. Empezó a escuchar voces y se asustó, aceleró su andar y el ambiente empezó a ser húmedo mas un cierto aroma de extraña procedencia lo acompañaba. Se dio cuenta que el suelo ya estaba mojado y el agua empezaba a cubrir los pies, se descalzó y comenzó a andar descalzo. Sus pies estaban color ébano y con rozaduras de las zapatillas que allí le habían dejado, no era su número de pie y éstas ya le habían lastimado bastante el pie. Del techo comenzaba a gotear un líquido viscoso y un tacto un tanto espeso. Mientras andaba se pegó con algo bajo el agua y se levantó la uña del pulgar. Había llegado hacia otro escalón lo subió y encontró un pequeño altar en forma pentagonal. Le recordó a un altar de invocación y quiso utilizarlo para vengarse de todo el mal que se le había hecho.

-Hija, te he traído algo de comer. Va siendo hora que te levantes. Decía la reina Selene tras la ventanita de la puerta.

Dafne se encontraba encerrada en el calabozo del castillo, una pequeña celda de piedra con una pequeña ventana por la cual entraba la luz del sol y el aire. También había una gran puerta de madera con una placa de hierro en su interior, en esa puerta había pequeña ventana con rejas y puertecita que se habría desde fuera por la cual la reina Selene se comunicaba con ella y le hacía entrega de la comida. Dafne estaba tirada en el suelo llorando, su cuerpo presentaba hematomas y sangre reseca por la discusión que mantuvo con su madre.

-¡Lárgate no quiero comer!

La reina Selene abrió la puerta y entró a la habitación, agarró a Dafne de los pelos y le escupió en la cara.

-¡Levántate he dicho! Le decía con voz alta y en tono amenazador.

Dafne la miró y se levantó, echaba pasos atrás asustada por la acción de su madre. La reina se acercó a ella y la esposó; la llevó con ella a un cuarto de baño en el cual unas criadas la estuvieron lavando en una tinaja de madera. La desnudaron tirándola de la ropa, y forzando la salida de sus extremidades. La tensión de la ropa con la carne le creaba más hematomas incluso pequeñas heridas. La empujaron al agua hirviendo y comenzaron a lavarla. Le lavaron la cabeza friccionando ferozmente y le lavaban con un estropajo el cuerpo. Dafne no podía evitar llorar, se sentía sumisa de su propia madre, era incapaz de hacer algo.

Tras acabar el salvaje baño le colocaron sus bragas de tela, sus calzas, su cancán, su corsé y encima colocaron un vestido largo color morado, gracias al corsé su voluminoso pecho se realzaba y quedaba bien estilizado. Las criadas lo apretaron bastante por orden de la reina Selene, Dafne se quejaba pero no podía hacer notar sus quejas en alto. A partir del hombro caían unas mangas anchas color blanco con ataduras en el antebrazo, codo y muñecas. Por debajo del cuello y media cintura caía una capa que quedaba suelta a partir de la cintura. La capa color negra por la parte externa y la parte interna color azul, tenía hermosos bordados dorados. La sentaron en el tocador y comenzaron a cepillarle el pelo, una vez cepillado las criadas más jóvenes comenzaron a trenzarla un hermoso recogido. Tras finalizaron el recogido de trenzado una de las criadas le echó polvos para aportar color a su rostro apagado, colorearon sus labios con un rojo pasión. Una anciana llegó por detrás y le colocó el colgante dragón era una lágrima de zafiro en el cual había grabada la imagen de un dragón negro en su interior y a su lado el símbolo del aire.

Tras finalizar el arreglo, la reina entró al aposento de Dafne y le hizo entrega de una tiara de plata con diamantes y una hermoso cuarzo azul en el centro.

-Madre.. ¿Por qué haces ésto? Decía con la cabeza agachada evitando mirarla a los ojos.

El miedo y la desconfianza le ocasionó tal rechazo de mirada.

-Querida Dafne, sólo quiero que aprendas, a que una mujer ha de hacerse valer, y tú como hija mía que eres, no puedes vestirte como una cualquiera y mucho menos ser tan pueblerina como los de la servidumbre. Has de destacar, para eso eres la princesa de Atledia, y futura reina. Tantos años me ha costado levantar éste reino, tantos años entregándome no quiero que se vayan a perder por tus malas costumbres.

-Madre no quiero ser quien soy.

La madre le abofeteó la cara.

-No vuelvas a decir ésto. No intentes ser como tu difunto abuelo, ese poco hombre que jamás supo darme el lugar que me corresponde.

-Eres malvada, asesina, en tu interior no hay nada de bondad, sólo vacío y odio.

-Querida, no me insultes de esas formas mas tú has de callar. Yo no fui quien mató a tu padre, mas tú sí fuiste capaz de matarlo. Será mejor que nos vayamos preparando la ceremonia va a empezar y el baile va a dar comienzo.

-¿Ceremonia? ¿Baile? ¿Qué celebramos madre?

-Hija, tu boda ha de ser rápido. He invitado a todos los príncipes de los reinos vecinos para que elijas al futuro rey.

-Madre, ¡jamás aceptaré casarme sin amor!

-Yo también me casé sin amor, mas no lo necesitaba, sólo la riqueza y el poder que tu padre poseía. Y que hoy es nuestra.

-¡Madre!

-No te pongas así, mas tú lo mataste, eso es por algo.. ¿Verdad?

-De acuerdo. Decía con la cabeza baja.

Dafne y su madre fueron al gran salón donde cientos de invitados las esperaban. Selene y Dafne se sentaron en sus tronos y la música comenzó a sonar. Todos los invitados comenzaron su baile tradicional de ceremonia y Selene miró a su hija. Acto seguido Dafne se levantó y bajó las escaleras a mezclarse con todos los príncipes de los reinos vecinos. Todos quedaron encantados y hechizados tras la belleza de la princesa de Atledia. Todos querían bailar con ella mas Dafne no podía dejar de pensar en Víctor y se adentró más entre los invitados evitando ser vista por su madre. Cuando la perdió de vista salió a la terraza y se acercó a un manzano que había plantado cogió una manzana y se puso en el balcón a comérsela mientras derramaba lágrimas de dolor con la mirada perdida en el vacío.

-Disculpad majestad, ¿qué os trae hasta aquí?

-¿Quién sois? Respondía Dafne.

-Provengo de tierras lejas, mas vi como salíais de palacio y me dije: voy a ir tras ella. Aquí me tenéis, preocupado por vos.

-Gracias por su atención... ¿señor?

-Príncipe Arturo mi lady.

-Nunca os he visto y jamás escuché hablar de vos.

-No importa, he visto que la reina desea que os caséis pronto con un príncipe y no os veo ilusionada.

-Mi madre está ciega por el poder y la riqueza, jamás entenderá que yo no quiero ésta vida.

-¿Y por qué no huyes?

-¿Huir? ¿Y dejarla de nuevo?

-Debes encontrar tu felicidad y luchar hasta el final.

-Eso es algo imposible, estoy maldita y no tengo mucho tiempo. Debo encontrar al hombre correcto que me ame de verdad, de lo contrario moriré.

-Debes darte prisa, entra al baile y conoce al futuro rey. Decía mientras cogía una manzana de un tono más rojo que las anteriores y se la ofrecía.

-Gracias.

-Debo marcharme. Subió hacia la baranda y se lanzó al vacío.

Dafne corrió hacia la baranda y vio al príncipe transformándose en un gran ave fénix.

-¡Arturo! Gritaba dejando caer la manzana que había mordido anteriormente.

Se echó para atrás y vio al fénix volar hacia el sol, un eco penetraba por el oído de la princesa. “Princesa encuentra la solución en tus latidos”

Tras finalizar la fiesta la reina volvió a encerrar a Dafne, pero ésta vez en sus aposentos. La reina Selene se fue a su aposento y comenzó a desnudarse, se metió en la bañera y mientras se bañaba el cuarto de baño humedecido por el vapor de agua creaba un ambiente ideal para la venganza.

Dafne lanzó un conjuro a la puerta y ésta explotó, la ira había conquistado su mente y su cuerpo. Rompió en mil pedazos las cadenas que la ataban al miedo y a la retención  Caminó con la cabeza alta hacia los aposentos de la reina explotó la puerta y se dirigió hacia el cuarto de baño en el cual se veía una sombra moverse como una serpiente bajo el agua. Apartó las cortinas de la bañera y vio a una de las criadas haciendo el amor salvajemente como uno de los guardias de palacio. Ruborizada huyó de los aposentos y fue en busca de la reina. Corrió por todos los largos pasillos de piedra que formaban el palacio Atledico.

-Hija lo estás haciendo muy mal. Resonaba entre las paredes de palacio.

-Madre juro que me vengaré. Haya donde tú estés, juro que te mataré.

-Hija mía, mas tú no tienes el poder suficiente. Nunca tendrás el corazón que yo tuve para hacerlo.

En ese momento corrió hacia la tumba de los reyes en la cripta de palacio y una vez allí prendió una antorcha y la lanzó al suelo. Las cortinas, alfombras y demás telares comenzaron a arder, entre ellas todas las pertenencias reales. Dafne corrió hacia arriba, y empezó a prender todo el palacio. Las criadas tras el olor a humo huyeron de palacio hacia las aldeas. La reina se encontraba en lo alto de la torre observando la ira de Dafne, se giró por un instante y la vio tras ella. No le dio tiempo a atacar y Dafne lanzó una enorme bola de fuego que la hizo salir por la ventana. La reina cayó al suelo y se rompió todos los huesos, el fuego comenzó a incinerarla viva y los gritos de dolor podían oírse aún estando muerta. El eco de los gritos sonaba por todos los rincones del reino y los reinos vecinos. El techo de la torre comenzó a caerse en pedazos, Dafne subió a la ventana y se lanzó al vacío. Mientras caía una luz comenzó a brillar, su aerópetra salvó su vida, fue corriendo al establo cogió a Pegaso y corrió hacia el bosque obscuro. Cabalgó durante un largo tiempo y desde lo alto de la montaña observó como todo palacio se iba destruyendo con el paso de los segundos. La ira de Dafne había sido imparable, la venganza sólo había empezado. El fuego comenzó a quemar toda la aldea, cientos y cientos de personas gritan de dolor, se estaban quemando vivas. Con la calor concentrada hizo estallar la tumba donde se encontraba el corazón de la reina y de él una gran onda expansiva hizo estallar un una nueva explosión. Tal fue la explosión que la nube de polvo cubrió todo el planeta haciendo desaparecer toda magia.


Queridos ciudadanos, les informamos que una gran nube amenaza cubrir todos los continentes que forman el planeta. Se escuchan gritos de desesperación entre la niebla que acompaña a la nube. Les informamos que la NASA ha visto que una gran explosión ha hecho posible el cambio planetario. Ahora los planetas se han alineado y giran más rápido que antes. Lo cual indica un gran cambio en los polos magnéticos, las polaridades de los planetas ahora han cambiado. El nivel del mar está empezando a subir, un gran terremoto submarino ha sido localizado cerca de unas islas que nunca antes se habían visto. Las llaman las islas espejismo, por su dificultad de ver. Los planetas están impidiendo que el sol ilumine el planeta, lo cual va a provocar un gran enfriamiento en el planeta. Prepárense, para una posible era glaciar.
-¿Qué es todo ésto? ¿De dónde han salido esas islas? Dije.

-No es posible decía Dorothy.

-¡Santo cielos! Dijo Emily.
-El fin se acerca, la obscuridad ha ganado la primera guerra. Hay que prepararse... dijo Uriel dejándonos a todos aturdidos por las palabras a media lengua.

-¿Qué estás diciendo Uriel? Dije.

-La predicción se ha cumplido...

-¿Qué hablas Uriel? Insistí.

-Una gran explosión provocará la unión de todos los mundos que conforman éste universo, los planetas se alinearán tapando la luz del sol, la cual nos dejará durante varios días en la penumbra. El planeta se enfriará y en éstos días de obscuridad la batalla será imparable. La obscuridad está entre nosotros.

Emily salió a la puerta para ver el cielo y corrió al coche para ir a subir a la montaña. Uriel salió en busca de ella para impedirle salir. Pero fue demasiado tarde ya había salido de la mansión. Éste volvió a entrar en la mansión y cerró puertas y ventanas.

En el recorrido de la mansión a la montaña Emily vio caminar por la calle a un hombre trajeado con un físico idéntico al padre de Víctor. Se puso nerviosa y el coche se le fue, no pudo frenar a tiempo y acabó chocándose contra un árbol.

1 comentario:

  1. A tu novela le temo mas que nada, todo se cumple... esa situación de Edgar está pasando ahora en la vida real y le temo mucho... con respecto a lo demás... para variar Dafne la lió, ha dejado al mundo sin magia pero sinceramente no la culpo, yo fuese hecho como ella, cualquier cosa para huir de esa madre y clamar venganza... me ha sorprendido mucho lo que le dijo Arturo, que significará eso? princesa debes encontrar la solución en tus latidos? pero me ha gustado una frase de él la de debes encontrar tu felicidad y luchar por ella, la verdad esque eso deberiamos aplicarnoslo TODOS a nuestras vidas y AFRONTAR los problemas y sobretodo NO HUIR.
    En fin, espero que leas esto y que subas pronto capitulo, me muero por saber en que queda todo esto

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